Capítulo 8

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Tras la firme convicción de la Reina, Edna no volvió a decir ni una palabra en toda la comida, comió en silencio y mecánicamente, en verdad intentaba entenderla, no debía ser nada fácil hacerse pasar por una persona que en admiro y envidio a la vez, ya que siempre fue mejor que ella en todos los aspectos posibles, pero jamás lo hizo a propósito, esa era la naturaleza de Madeleine, había sido bendecida con infinitos dones y gracias.

Los días eran idénticos en el palacio, ya no podía practicar como antes, era bastante aburrido, para no perder condición, solía salir a entrenar en las noches a los establos, por fortuna, sabía tratar a los caballos, entonces podía calmarlos para que no hicieran ruido ni se espantaran, practicaba un rato, pero no era lo mismo, extrañaba la adrenalina de pelear con la otra persona, los gritos del instructor, reír con mis compañeros, estaba honrado por ser el protegido de la Reina, pero extrañaba mucho mi antigua rutina, seguía extrañando mucho a mi hermana, pero cada día se cerraba más esa herida, sabía que estaba bien, y mis visitas al burdel de Lorriane me lo confirmaban, estaría eternamente agradecido a esa mujer por haber salvado a mi hermana, quizá tanto como para casarme con ella y darle un mejor estatuto social, además no era fea, tenía rasgos bonitos y suaves, no sentía amor por ella, solo gratitud, mi corazón pertenecía a otra mujer... 

                                                                           ***

Me despierto como siempre, a la misma hora, la rutina de siempre, dejarme vestir por los sirvientes, desayunar con la familia real, ver como Edna parece un mujer de 30 años en lugar de una jovencita, Alexander cada día mas arrogante y los reyes más desesperados por que Edna no logra quedar embarazada. Tras la comida, me dispongo a ir con  la Reina a donde ella se dirija, como todos los días iremos a dar un paseo por el jardín del castillo y a tomar té un rato, nos dirigimos a los jardines cuando escuchamos gritos provenientes de los gallineros, ante una posible amenaza rápidamente me coloque enfrente de la Reina y mis manos volaron a la empuñadura de mi espada, sentí la adrenalina corriendo por mis venas, tenía mucho sin sentirla, un año aproximadamente, camine con cuidado hacía donde habíamos escuchado los gritos, la Reina caminaba un poco detrás de mí, mi mente intentaba encontrar la respuesta a esto, pensando en todas las posibilidades, llegué a los gallineros y lo que vi, me revolvió el estómago, tiradas en el suelo, en un charco de sangre y plumas se encontraban todas las gallinas, algunas tenían cortes que desprendían parte de los miembros del torso, además del hedor a muerte, la sangre no era muy fresca, conteniendo las nauseas y el asco, me acerque a donde estaban los cadáveres semi mutilados, vi de cerca los cortes, las plumas estaban cortadas también, esto no había sido algún perro, había sido obra de un hombre, no sabía mucho sobre cortes, pero estaba seguro de que un corte tan limpio como ese era imposible de hacerse a menos de tener un cuchillo bien afilado, observe al resto de gallinas muertas y las cridas aterradas, a algunas les faltaban las patas, un ala, la cabeza... o el pico, no encontraba una respuesta lógica para esto, no pudo haber sido uno de los criados, ¿por que las mataría de forma tan cruel y que es imposible comerlas en lugar de robarlas? me levante y gire hacía la Reina, que parecía tan sorprendida como yo -Alteza, esto es acto de un hombre, todos esos animales fueron asesinados con una navaja perfectamente afilada, pero no logro entender el porque alguien haría eso- la Reina paso su vista de aquel cuadro de muerte tan horrible para dirigirla hacia mí, sus fríos ojos azules se veían todavía más claros que lo usual, así como las pupilas muy contraídas, se veía apenas un par de puntos negros en lagos azules, luego de unos segundos, su mirada se relajo un poco -Debemos decirle al Rey, su Majestad sabrá que hacer, vayamos inmediatamente- apenas termino de pronunciar aquellas palabras, se dio media vuelta y avanzo con rápidos pasos de regreso al castillo, en cuanto me di cuenta, fui detrás de ella; al verla caminar velozmente pero sin perder la elegancia, por fin me di cuenta de porque me sentía tan cómodo cerca de ella, me recordaba a mi hermana, Mad, quizá aún no llegaba a ser tan elegante como la Reina, pero era la joven más elegante que alguna vez había visto, las demás hijas de familias nobles no eran competencia para ella, y al pensar en eso, recordé cuando toda la familia Bellerose asistía a aquellas fiestas tan llenas de lujos y elegancia, mis hermanas pequeñas eran felices comiendo los dulces que ponían en las mesas de postres, comían tantos como podían, así como intentaban esconderlos entre los cientos de pliegues de sus vestidos para más tarde, ya que sus nodrizas y mi madre no las dejaban comerlos, Edna, cuando aún era feliz y buena, detrás de Madeleine, en ocasiones aceptaba tomarse de su brazo e ir con ella y sus amigas, su rostro siempre mostraba incomodidad, nunca pareció encajar entre todas ellas, no era como Diane, eternamente enamorada del combate y las espadas, ella, aunque no gustaba de usar vestidos y de las cosas elegantes, sabía adaptarse perfectamente a aquellos ambientes, sí alguien la veía en las galas, jamás pensaría que en casa siempre usaba pantalones de lino y botas de piel...Las extrañaba mucho, mis amadas hermanas  ¿Qué sería de ellas ahora? después de haber sido calificados como traicioneros a la Corona, yo había llegado aquí y mi familia había quedado junta a excepción de Edna, claro esta, y Manon, que al estar ya casada y siendo madre, gracias a la excelente reputación de su marido, había sido liberada de toda sospecha, ¿habernos entregado a Edna y a mi a la realeza fue suficiente pago para liberarlos de culpa? no lo sabía, sabía que la Reina no odiaba a Madeleine, al contrario, comprendía su decisión y admiraba su fuerza para dejar todo atrás, mis salidas solo eran cuando la Reina salía y nunca habíamos pasado cerca de mi antigua casa ¿alguna vez mi familia estaría junta como antes?

El rosal marchitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora