Capítulo 22

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Baje la vista a mis manos, llenas de sangre

Estas manos acababan de arrebatarle la vida a una persona 

No es que lo haya hecho por gusto propio, lo hice para defender... vengar la muerte de la Reina, además, soy un soldado, este es mi trabajo, matar a cualquier persona que intente atacar a la realeza, vi a un par de soldados que se acercaban al Rey, no escuchaba lo que decían, tan solo observe como cargaban con delicadeza el cuerpo de la Reina y se lo llevaban, el Rey solo observaba con los ojos llenos de tristeza el como se alejaba su compañera de vida, una vez que entraron al palacio, el Rey se limpio las lagrimas, puso las manos en posición de rezo y pego la frente a sus manos, estuvo así un par de segundos antes de tomar de nuevo su espada y regresar a combate, el Rey es una persona a la que siempre he admirado, pero después de ver la fuerza con la que había decidido regresar al campo de batalla tras haber perdido a su esposa y madre de su hijo, mi admiración y respeto por él habían crecido todavía más, esto me había aclarado muchas dudas, todavía tenía que pelear por el reino, es lo que su Alteza la Reina me había pedido poco antes de morir, no podía fallarle, me limpié un poco la sangre de las manos con el pantalón, luego enjugue las lágrimas de mis ojos y regrese a combate.

La tarde de hoy había estado llena de sangre y muerte, una de ellas la de la Reina, los soldados que aún seguían vivos habían logrado salvar el castillo de los rebeldes, todos estábamos adentro, soldados, criados y lo que quedaba de la familia real, los criados trajeron todas las provisiones de las cocinas, carne, agua, verduras, toda la comida que se pudo rescatar, los animales algunos estaban muertos, otros se habían escapado por el revuelo que había en el castillo, la prioridad era cuidar a Edna y a Alexander, quienes subirían al trono próximamente, sobre todo Edna, ya que era ella quien en su vientre gestaba el heredero del trono de Francia, ella no se encontraba en la planta baja como todos nosotros, incluso Alexander estaba aquí, aunque como el cobarde que es, no había peleado por defender su trono, se estaba escondiendo en la cocina hasta que los soldados lo encontraron, cuando el Rey lo vio lo abofeteo con tanta fuerza que su hijo se tambaleo varios pasos hacía atrás, en ese momento nadie hacia ruido, todos observábamos la escena entre padre e hijo, después de abofetearlo el Rey le grito -¡Tu madre esta muerta y tú como el cobarde e  inútil que eres solo pudiste esconderte! ¡No eres digno del trono, todos los soldados y yo hemos estado peleando contra los rebeldes, muchos jóvenes perdieron la vida por defender lo que algún día será tu castillo y tú como cobarde escondido! ¡Ni siquiera por que tu esposa espera a tu heredero fuiste capaz de salir a pelear, más te vale que mañana salgas a pelear o yo mismo te voy a matar!- todos nos encontrábamos en el salón principal del castillo, donde estábamos refugiándonos, por lo que claramente todos vimos la humillación al príncipe heredero, que como respuesta solo se sostuvo la mejilla donde lo había golpeado su padre mientras lloraba y resoplaba, tenía el rostro completamente rojo de rabia y en los ojos una expresión de odio que jamás vi en alguna persona, su esposa Edna por su parte se encontraba en lo que alguna vez fue la habitación del Rey, el cuarto más seguro para una embarazada, algunas criadas estaban con ella en la habitación, mientras el resto cargaba sábanas, almohadas y material de curación para intentar salvar a los soldados heridos que logramos rescatar, la mitad de la sala era una enfermería improvisada, como ya estaba oscureciendo, los criados prendían las lámparas y velas, al tapar las enormes ventanas con madera y lo que se encontrara en las salas del castillo, el salón era aún mas oscuro, yo me encontraba ayudando a un par de soldados a tapar la última ventana, el príncipe estaba cerca de nosotros en un rincón, fingiendo trabajar, continúe con lo mío, no me interesaba lo que el príncipe hiciera, al final el Rey lo había puesto en su lugar después de mucho tiempo; desconocía que había pasado con el cuerpo de la Reina y claramente no lo preguntaría, la Reina fue una buena persona, solo rezaba a Dios que la tuviera a su lado, en el eterno descanso.

Después de un rato habíamos terminado, ya se habían repartido las guardias ya que no podíamos dormir todos, el Rey estaba incluido entre las guardias, con esa rutina estuvimos varios días, peleando contra los rebeldes y teniendo bajas, tristemente los rebeldes eran más que nosotros y cada día perdíamos más y más soldados, conforme pasaban los días los soldados estaban más desmotivados, algunos de los criados se habían rendido y unido a los rebeldes, los pocos que quedaban seguían con Edna, entre ellos, Marie, me preocupaba ya que Edna la trataba mal siempre pero no podía hacer nada para protegerla, no la veía, estaba siempre con Edna, en uno de esos días, después de una semana refugiados en el castillo, los criados venían en grupo, rodeando a Edna quien bajaba las escaleras y había salido de su cuarto, por la delicadeza de su embarazo y el peligro que se vivía en el castillo, no debía salir de la habitación, Edna empujaba y golpeaba a todas los criados que intentaban detenerla, sentí como me hervía la sangre, estaba peor que la última vez que la vi, cuando estaba por bajar la última escalera, Marie se acerco a sus pies, parecía que iba a recoger la falda o acomodar algo de sus zapatos, sin embargo, Edna la pateo con tanta fuerza que Marie cayó de espaldas, la furia de nuevo se apodero de mi, sin embargo antes de que pudiera hacer algo, varios de sus compañeros ya la habían tomado y se estaban encargando de ella, la llevaron a lo que era la enfermería, me disponía a ir a donde la llevaban pero en ese momento se escucho el grito de varias personas ¿Qué había pasado esta vez?

El rosal marchitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora