Capítulo 6

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Sentía que el camino hacía la sala del trono era eterno, recorríamos los pasillos en silencio, en casa normalmente solo  se me avisaba que me estaban buscando y yo solo asistía al lugar y en las escasas ocasiones donde algún criado me acompañaba, solía ir platicando con él, ahora era diferente, ya no era un simple caballero en casa, era el nuevo consejero de la reina, no hablaba con el criado por que recodaba que Madeleine jamás hablaba con los criados en público, no estaba bien visto que una doncella de noble cuna hablara con un simple criado de baja posición económico, por tanto suponía que conmigo aplicaba lo mismo, después de lo que sentí fue el recorrido más largo de  mi vida, llegamos a una enorme puerta de caoba con exquisitos tallados, el criado toco la puerta y esta se abrió, había otra criada del otro lado, mi criado se reverencio y sin alzar la mirada dijo -Sus reales Majestades, mousier Lucas esta aquí tal y como lo ordeno su Alteza- después la reina me hizo un seña a que pasara, estaba en su trono, elegante y pulcra como siempre, su esposo, el Rey no se encontraba, estaba solo ella y unas cuantas criadas,  camine hasta donde ella y me incline para besar su mano -Lucas, se te ven mejor estas prendas que aquellos harapos de piel, tú naciste para algo así, no para se un simple guardia, haz honor a tu casa, que es de las más antiguas y nobles en toda Francia- no supe de que contestar a lo que solo pude responder con un -Es para mi el honor más grande poder poner mis escasos conocimientos a su merced Alteza- la Reina rió -Vamos Lucas, no me digas lo que quiero que me digas lo que quiero oír, si te escogí como guardia es porque eres diferente a tu hermana, eres tú, eres honesto y actúas del modo correcto siempre- me quede helado ante esa respuesta, la Reina era una persona sorprendente  -Yo, Alteza, no sé que puedo decirle...- -No es necesario que me digas algo, solo escúchame, pero hablemos en los jardines, aquí no es muy seguro hablar, te explicare tu nuevo puesto y lo que harás aquí, no te preocupes, no te será difícil, eres un joven muy talentoso y sirves más aquí- Seguí a la Reina hasta los jardines del castillo, recorrimos todo el camino en silencio, la mujer delante mió imponía respeto con solo verla, su forma de andar, su excelente postura, sabía que era amaba por la gente y podía ver que también los criados la adoraban, me daba cuenta por que sonreían al verla y la atendían mejor que a nadie, parecía que trataran a un a Diosa, en cambio su esposo, bueno, era otra historia,  la gente le tenía miedo, pero nadie lo quería y su hijo, el heredero, era un mustio, tenía la pinta de ser amable y generoso, pero realmente era un monstruo, su madre lo sabía.

Habíamos llegado a los jardines, estábamos en las parte más profundas de este, donde so se escuchaba ni un alma, fue entonces cuando la Reina empezó a hablar -Como sabes, mi esposo no ha perdonado la traición de tu hermana por ridiculizar al príncipe, y sabes que yo la apoyo, porque no quisiera que ninguna doncella tuviera que ser la víctima de mi hijo, pero el tenerte aquí como rehén asegura o al menos eso cree el rey, que tu familia se mantenga en silencio, tampoco estoy de acuerdo con que Edna sea la nueva esposa de Alexander, y menos aún que tomé el nombre de Madeleine, ese nombre le queda grande a esa mocosa- sentí que el alma se me iba a los pies, la Reina tampoco quería a Edna -Mande a llamar a otra institutriz, ya que Madame Jade renunció luego de hacer llorar a Edna, esta nueva nodriza tiene métodos... diferentes, más rígidos a los de Jade, pero confío en que serán más efectivos y lograran que tu hermana pueda mejorar su pobre imitación de Madeleine- la Reina suspiro con cansancio, habíamos llegado hasta una mesa de herrería blanca, había dos sillas, ella se sentó en una y me hizo señas para que me sentara en la otra, luego siguió hablando - El que te haya escogido como mi consejero, ademas de ser porque tienes el talento, es para protegerte, desgraciadamente no puedo proteger a toda tu familia, pero al tenerte bajo mi protección, el Rey no podrá hacerte nada, por tanto no podrá torturarte y hacer que tu familia lo vea, no es mucho, pero es lo más que puedo hacer, mi poder no es tan grande como el de mi esposo y si hago más, ambos correremos peligro- la Reina dejo de hablar y me vio fijamente con aquellos ojos azules idénticos a los de su hijo, debía confiar en ella parecía ser mi única aliada, la única persona que realmente me entendía, apenas había abierto la boca para responder cuando la Reina me detuvo con un gesto de mano -No me agradezcas Lucas, yo adoraba a Madeleine, aún lo hago, y tú eres como ella, tienen mi cariño, es lo menos que puedo hacer por aquella bondadosa criatura, habría sido una excelente reina, estoy segura eso, la gente ya la amaba, y como  reina, la hubieran adorado, tiene todo lo que mi hijo no, ella tenía el don para gobernar, no te voy a pedir que la olvides, ni que finjas que no existió como lo esta haciendo tu familia, ¿de acuerdo?- -Sí majestad- -Estas consciente de que no puedes regresar jamas a la casa de los Bellerose, ¿Verdad?- el corazón me dolió con eso, me negaba a aceptarlo, pero no podía hacer nada más, hacía esto para proteger a mi familia -Soy consciente, su Majestad- la Reina sonrió con tristeza -Sabía que lo eras Lucas, se que duele, pero ya encontrare el modo de que al menos puedas ver a tus hermanas, y yo misma me encargaré de encontrarte una buena esposa y que tus hermanas tengan un marido que llene el vació que dejo Madeleine, lo prometo- Sonreí a la Reina, ahora entendía por que todos la amaban.

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El rosal marchitoWhere stories live. Discover now