Capítulo 11

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Tras escuchar la indicación del Rey, entre a la sala, camine con la cabeza baja, me arrodille al llegar a donde estaba el Rey - ¿En que puedo servirle su Majestad?- -Levántate Lucas, necesito hablar contigo- Seguí las indicaciones del Rey, este camino hacia una de las ventanas y me hizo señas para que lo siguiera, por la ventana se podía ver a los guardias recién llegados practicando, nuevamente sentí un nudo en el corazón - Yo sé que ser el consejero de la Reina no es para lo que fuiste entrenado, eres uno de los caballeros mejor entrenados en todo el reino y que estés todo el día con la Reina es desperdiciar tu talento- el Rey se giró para verme, su expresión era seria - Además, aunque me cueste reconocerlo, cumpliste con tu deber de proteger a tu hermana y la ayudaste a escapar de mi hijo, lo hiciste de forma impecable, me duele que Madeleine haya escapado, pero Alexander es un castigo que no le deseo a nadie, eres justo como quería que fuera el príncipe, pero en lugar de eso se convirtió en un cretino- el Rey suspiro antes de continuar hablando -Por lo tanto, quiero que vuelvas a entrenar y te conviertas otra vez en un caballero, estoy seguro que no haz perdido mucha practica, en los días serás el consejero y guardia de mi señora y en las noches quiero que entrenes y mejores, quiero que seas quien encabece a las nuevas tropas, no puedo confiar más en nadie que no seas tú, eres el mejor para defender el castillo de los recientes ataques- sentí que la alegría llenaba mi cuerpo, ¡volvería a hacer lo que amo! -Gracias su Majestad, trabajaré muy duro para no defraudarlo, seré digno de su confianza nuevamente- El Rey sonrió negando con la cabeza, puso su mano sobre mi hombro - Nunca la perdiste Lucas, solo estaba molesto por tu valentía, por que Madeleine huyó para salvarse de mi hijo, eres más digno de mi confianza que cualquiera de estos caballeros- señalo con la barbilla a donde estaban los demás guardias entrenando - En tu habitación esta tu nuevo uniforme, cámbiate y continua con tus actividades diarias, llene tu armario de ropa nueva apta para un caballero, estas ropas no van contigo, en las noches vendrá un instructor nuevo para ayudarte a mejorar, aprovéchalo y se el mejor caballero de Francia- sonreí, hice una reverencia ante el Rey nuevamente, agradecí otra vez y me retire de la habitación, cuando salí de la sala, corrí hasta mi habitación, este día había sido el mejor hasta el momento, la Reina me había dicho que arreglaría mi matrimonio con Marie, Marie había aceptado salir conmigo y el Rey me había regresado mi puesto como guardia, llegué a mi habitación, abrí la puerta y sobre la cama descansaba mi uniforme, lo tome, olía a cuero de la mejor calidad, además tenía bordado en el pecho el escudo de la familia real, este solo lo portaba el capitán de los caballeros, me emocione aún más ¡me habían ascendido! mi nuevo uniforme era más elegante que el anterior, debía esforzarme aún más para ser digno de mi nuevo puesto, abracé la pechera de piel, vi además un cofre nuevo, deje la pechera en su lugar y caminé a él, sobre él descansaba una nueva espada de acero, era larga y la empuñadura de oro tenía grabado el escudo de mi familia, la levante y pasé mi mano con cuidado sobre ella, era un arma preciosa, brillante y bien afilada, sentir el peso de esta sobre mi mano era reconfortante, la deje en la cama también y abrí el cofre, estaba lleno de ropa de lino y piel, botas, pantalones, camisas y chalecos, todo perfecto para entrenar, la ropa que un caballero debía portar, me cambié, doblé mis antiguas prendas y las coloque en el armario, me observe en el espejo, otra vez lucia como un caballero, con botas, el cinturón de piel donde descansaba mi espada, la ropa de lino y el chaleco de piel, justo como antes; salí de mi habitación, aún faltaba algo de tiempo para que la Reina me mandara llamar, tenía tiempo libre, por lo que decidí ir a practicar con mi nueva espada, camine hasta el jardín donde solía tomar el té con la Reina, no había nadie, era perfecto, saque mi nueva espada y comencé a moverla, era algo más larga y pesada que mi espada anterior, pero no me costaría adaptarme a ella, empecé a caminar y hacer algunos ataques al aire, imaginando un oponente al frente, justo como solía entrenar antes, el ejercicio intenso hizo que mi respiración se acelerara, al rato sentí como el sudor empezaba a correr por mi rostro, aumente la fuerza, velocidad y complejidad de mis movimientos, necesitaba recuperar mi antigua condición; el tiempo voló mientras entrenaba, me sentía tan bien haciendo esto otra vez, era lo que amaba, para lo que había nacido, de reojo alcance a ver una figura que se acercaba a mi, baje mi espada, la guarde nuevamente en el cinturón y giré hacía donde la figura, era Marie nuevamente, me acerqué a ella, quedamos a un par de pasos de distancia entre ambos, le sonreí -¿Qué te parece mi nuevo uniforme?- dije pasando las manos por el uniforme, ella sonrió, pasó el dedo por el bordado del chaleco -Te va mejor esta ropa Lucas, te ves mejor vestido como guardia, me alegra mucho tu ascenso- colocó sus manos sobre el chaleco, se puso de puntillas y me dio un beso en la mejilla, sentí sus suaves labios sobre mi piel, sentía caliente la mejilla, retrocedió, tenía las mejillas sonrojadas, sonreí más contento aún -La Reina te espera fuera de su habitación- dijo Maria -Entonces vamos- respondí, caminamos en silencio pero sin dejar de sonreír, cuando llegamos a donde la Reina, esta nos sonrió - Gracias Marie, puedes regresar a tus labores normales- Marie se despidió de la Reina con una reverencia antes de irse, cuando se fue la Reina me observó con detenimiento -Te ves mejor vestido como guardia, va más contigo- dijo y empezó a caminar, mi sonrisa no podía ser más grande, seguí a la Reina, había recuperado casi todo lo que amaba en la vida...

El rosal marchitoWhere stories live. Discover now