8. Ty

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Torrance

Es bonito sacar una sonrisa, el cómo le brillan los ojos a esa persona que amas por algo que le dedicaste. Cada año, desde que Ethan y yo formalizamos los nuestro, pienso en nuevas formas de pasar el día más especial de su vida, el que agradezco a ese ser todopoderoso de poner en la tierra a este hombre, atractivo y perfecto. Cuando sonreía también lo hacía, cuando reía mi corazón se estremecía, fue tan hermoso conocerlo así, tan abierto con sus emociones, incapaz de ocultar la felicidad que lo arrollaba. Eso hizo que me regocijara por dentro al saber que era la causante de su alegría, sin demeritar que también estaba feliz porque todas las personas más cercanas a él lo acompañaban.

Tomando su mano, incapaz de quitarle la mirada de encima, oigo su charla con Lion y sus amigos, tan confiado de sí mismo, hasta bromeando con aquel chico de piel de ébano que con cada comentario lo hace reír o molestar. Me encanta que esté así, soy incapaz de intervenir porque quiero inmortalizar este instante.

—Torr —me llama Lion, inclinándose hacia adelante para que lo vea ya que Ethan está en medio—, dile a tu cosa que cante, siempre promete hacerlo y no lo hace.

Contrariada por la forma en que se refirió a mi It, junto las cejas, siendo acusadora con la mirada.

—No puedo obligarlo a hacer algo que no quiere —me excuso, encogiéndome de hombros, curvando los labios hacia abajo. En consecuencia me ve feo, como si quisiera hacerme sentir culpable.

—Eres su dueña, chica, deberías ordenarle que lo haga —refuta, apuntando a Ethan al pecho. Mi novio y yo lo miramos como bicho raro.

—Por qué no mejor te meto la mano en la boca, chico chocolate —amenazo, con simulado enojo, enseñándole mi puño—. No doy su dueña, soy su novia, y mi Ethan bebé es libre de hacer lo que quiera.

Lion pasa de la irritación por mi advertencia, a la burla por lo que acabo de decir.

—¿Ethan bebé? —reprocha, aun riéndose—, es un hombre de treinta y dos años, chica fresa. Quisque Ethan bebé, ¡puf!

—Les recuerdo que sigo aquí —interfiere el aludido, riendo entre dientes, alzando la mano para que notemos su presencia.

—¡Si, Ethan bebé! —alego, enrollando el brazo de mi hombre, sacándole la lengua en un gesto burlón que inicia una batalla de muecas grotescas y señas obscenas.

Lion es muy cómico, siempre le sigo el juego y me gusta reñir con él porque me divierto mucho molestándolo, aunque no se queda atrás, lanzando uno que otro comentario para sacar mi mal genio.

—A pesar de tus veintitrés años, sigues siendo la niña de dieciséis que conocí —interfiere alguien detrás de nosotros, acabando la disputa infantil. Miro de reojo sobre mi hombro a Tyler; entre divertido y serio me advierte, sonriendo de media boca.

—Y tú te volviste muy amargado —le reprocho, sacándolo la lengua. Ante ello bufa, volcando los ojos a un costado.

Tyler cambió mucho desde que entró a la universidad, se volvió más serio y callado. Es el mismo chico introvertido y amable, pero a veces extraño cuando nos comportábamos como niñatos peleando por tonteras. Sé que ya somos adultos, pero me gusta ser revoltosa, aniñada a ratos, porque así olvido todo el estrés del trabajo y la universidad. Sin embargo, Tyler se tomó muy en serio su función de ser un adulto responsable, después de todo, le fue muy difícil llegar a donde está.

Estudia y trabaja para pagar sus propios gastos; desde que se emancipó a la fuerza de sus padres, le ha tocado solo muchas de las cosas que a mí, con ayuda de mi padre y mi novio, no me cuesta obtener. Desde que reveló que no estudiaría administración como demandó su padre, éste le negó toda ayuda económica. Su madre aún tenía esperanza porque se diera un buen futuro, intentando convencerlo de que le hiciera caso a su padre, pero esa mano maternal le fue arrebatada cuando un día supo la verdad que por años le ocultó, por miedo de ser rechazado. Descubrió que era gay.

He aquí una pequeña cuestión [Secuela] ©Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin