16. Amor de tres

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Torrance

—Ty, no sé, en serio que no sé si pueda.

—Tienes que hacerlo, ya vas para el cuarto mes, Torr, y mírate.

—Lo sé, solo que...

—¡Ya, Torr! Prometiste que este día lo harías.

—¡Lo sé pero no estoy lista!

—Nunca vas a estar lista, ni siquiera cuando el bebé nazca.

—¡Ay Dios, no puedo!

Tapándome la cara con ambas manos, contengo las ganas de llorar, no sé si porque me asusta que hoy sea el día de hablar con Ethan sobre mi embarazo o porque las hormonas las tengo revolucionadas.

Estoy en nuestro apartamento, invité a Tyler para comer y de paso pedirle consejo. Hoy en la tarde es la presentación que tiene Ethan; ahora está en la universidad en reunión con los catedráticos y profesores que llevarán a cabo la ponencia. Pensé en este día para decirle lo de mi embarazo ya que luego de esto estará más despejado de responsabilidades. Tyler me insistió durante todo este tiempo que no retrasara contarle, por lo que le propuse que luego de su presentación le iba a decir. Solo que, me acobardé a último minuto.

Ya comimos, descansamos, ahora discutimos mientras me arreglo para la presentación de mi novio, con el estómago revuelto y los nervios a mil. No pude dormir bien pensando en esto, mucho menos comer aunque, obligada, me tocó ingerir algo para no tener el estómago vacío. Nos hallamos en la habitación de Ethan, yo acostada en la cama, ya vestida y arreglada, pero incapaz de salir de aquí porque no creo afrontar a mi novio.

—Deja los nervios —habla el chico que está de pie, al costado de la cama, con los brazos cruzados, desaprobando mi actitud—, no te vas a morir por decir la verdad, ni él te va a matar por ocultársela. Además, mírate.

Apunta con la mano hacia mi vientre. Bajo la vista; es que aunque lo oculte ya es demasiado evidente. Todo este último mes pasé desapercibida porque me ponía camisetas anchas, los pantalones los mandé a ajustar para que no me presionaran, evité intimar con Ethan y en parte él igual no dio insinuaciones. Estaba tan ocupado entre exámenes, el trabajo y ensayando para la ponencia que fue fácil evadir el detalle de que me notara más rellena de lo normal.

Conseguí un vestido elegante para la ocasión, que medio oculta lo que hoy sin más remedio tendría que revelar; es muy ligero, se ajusta con una cinta a la cintura y de ahí para abajo es suelto. Me gustó mucho por su color verde claro, casi blanco. El único detalle que no oculta son mis voluptuosos pechos que me han crecido una talla desde el último chequeo, así como el ligero vientre que se asoma si me descuido en mi postura.

Frustrada, agarro una almohada, colocándola en mi cara para dar un fuerte grito. ¡Dios! ¿Por qué tengo tantos nervios? No debería, pero aquí estoy, como Kruegerina queriendo colgarme del techo porque no quiero que nadie se me acerque.

—¡Joder, Torr, ya! —De improviso, Tyler tira de mi brazo. Es fuerte así que de un jalón me sienta en la cama, después me quita la almohada de la cara. Me confronta demasiado molesto—. Eres una tonta malcriada. Pensé que maduraste pero con esto estás peor que antes, y más insoportable.

—Entiéndeme, Ty, estoy toda pendeja porque... ¡Ay! No sé por qué —bufo, retirándome el cabello de la cara.

—¿Ves? Deja la pataleta, mira que ya hasta te arruinaste el peinado. —Revisa mi cabello; agarra un par de mechones para ordenarlos. Incluso me peiné para la ocasión, un retoque en ondas con una tiara que despeja mi rostro.

—Son las hormonas —murmuro, viendo como Ty parece estilista al ordenarme el cabello alborotado.

De un momento a otro me vienen las consideraciones de todas esas cosas que pueden salir mal cuando le confiese a Ethan que espero un bebé suyo. Que se enoje, que se ponga furioso, que me regañe por ser tan descuidada, que me diga que no está listo, que después me pida que no lo quiere tener. Y aquí voy, dándole poder a mi mente, permitiéndole a las hormonas hacer el trabajo.

He aquí una pequeña cuestión [Secuela] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora