36. Molestia invisible

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Torrance

Lo que me ha sucedido, me enseñó a que no debo juzgar basándome en las apariencias. Víctor fue malo conmigo, tuvo sus motivos y aunque yo no debí pagar por los errores de mi madre, él vio en el rechazo que me dedicaba, un modo para desquitar el daño que recibió. Ahora mi madre... pese a dolerme pensar en ella, reconozco que no fue una buena persona, en lo absoluto; me ocultó quién era mi verdadero padre, trató de pintarme una vida perfecta, que de nada sirvió cuando lo que consiguió fue a base de mentiras, engaños, afectando a muchas personas.

Tengo como clara muestra de la dualidad del ser humano a mis padres. Uno fue bueno en sus inicios; Víctor, por testimonios de Dom y de Johana, de joven fue bueno, muy cordial y servicial, que por no ser el hijo de mi abuelo cambió para mal, por resentimiento a quienes se supone, debieron ser incondicionales sin importar sus lazos de sangre. Mi madre de joven no fue lo que imaginé; era envidiosa, vanidosa, altiva, petulante, no respetaba a quienes no consideraba de su misma clase social, tampoco temió en manipular a las personas a conveniencia ni pensó en si dañaba a alguien. Esa desastrosa mujer se desvaneció cuando yo aparecí en su vida, y quiero creer que en algo sirvió mi presencia para que dejara de lastimar a los demás, aun sigo en esa lucha de rescatar las cosas buenas que me dio.

Ahora se presenta Rachel, convenciéndome que cargarse de tanto mal te lleva a un punto de no retorno donde recapacitas muy tarde de lo que has hecho. No hay falsedad en sus declaraciones, en sus expresiones de arrepentimiento. Ahora veo con nitidez por qué actuó del modo en que lo hizo, y la entiendo, aunque no la justifico. Sus padres le exigían, sus relaciones afectivas no fueron las esperadas y se aferró a lo único bueno que tuvo, lo protegió tanto que sus celos irracionales revirtieron los sentimientos de Ethan. Al perderlo, creyó que sería de nuevo infeliz y perdió la razón. No lo permitiría, decidiéndose en recuperarlo sin importarle lastimarme. Ahora reconoce que no estaba bien, que debió frenar esa actitud destructiva y que, en ese proceso por enmendarse, vio la oportunidad de pedir un perdón.

Nuestro trato no fue del todo respetuoso desde siempre; cuando la conocí no me sorprendió que Ethan tuviera otra novia, fui indiferente y pensaba que en cualquier momento la dejaría, algo que no pasó de inmediato. Transcurrían los meses, los años y me asustó el presentimiento de que había encontrado a la indicada, sospechas que se convirtieron en mi película de terror personal cuando anunciaron su compromiso, volviendo más desastrosa la noticia el momento en que ella, orgullosa, enseñaba el anillo que le dio, estirando la mano con presunción y viendo con altivez a todo aquel que preguntaba. Ese fue el detonante para que la odiara, jurando ser una molestia. Me acercaba a Ethan más de la cuenta, no por darle celos sino para que él entendiera que cometía un error al estar con ella y no conmigo, saboteaba sus intentos de pasar tiempo a solas cuando visitaban mi casa o me los encontraba en la firma las veces que iba a ver a mi madre, o procuraba mandarle mensajes a él preguntado sobre su día con la idea de que Rachel los viera. Reía como loca al verla hecha una furia.

Por fortuna me harté; Ethan no me veía más que como una niña, su atención siempre fue para Rachel y yo solo estaba en su vida por ser la prima hermana de su mejor amigo. Detuve esas actitudes infantiles por mi bienestar, porque me hería con la idea de que algún día se enamoraría de mí, algo que sucedió mucho tiempo después, luego de resignarme a que su compromiso era irrevocable.

Esa serie de eventos y actitudes generó una espiral de odio entre ambas. En ese aspecto maduré un poco; no le prestaba atención a sus comentarios despectivos, a sus desplantes, ni siquiera cuando hacía que los demás me ignoraran para hacerme sentir mal. Me dio tan igual que un día no me alteró que saliera de su boca que era «una malcriada y patética niña que nunca estaría a la altura de Ethan»; eso me dolió y lejos de reaccionar con la misma actitud lo pasé por alto. Debía vivir con eso, después de todo fui quien inició con los malos tratos cuando ella trató de que nos lleváramos en paz.

He aquí una pequeña cuestión [Secuela] ©Where stories live. Discover now