U N O✨🐰

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Es junio y nuestros protagonistas están en una fiesta, hace calor y la gente está vuelta loca de tanta caña y aguardiente, están celebrando que la mayoría pasó un examen, que valga la redundancia, estaba difícil.

En la orilla de la piscina está una rubia, apenas y tiene puesta la ropa interior, su cabello largo está mojado y extendido a sus costados. Todos están sorprendidos porque Klainy suele ser muy reservada; jamás la habían visto actuando así.

Su hermano está en el mismo estado, su piel lechosa está al descubierto y sus labios morados. Klaus es un loco, por lo tanto es normal que haga ese tipo de desmadre. Ambos hermanos parecen haberse fumado algo, pero como narrador sé bien que no es así.

La culpable es una chica que apenas y tenía el conocimiento de lo que estaba ofreciendo.

—¡Klaus y Klainy! —les llama el tercer hermano, que porsupuesto, no se ha tomado ni una copita.

Klainy entorna los ojos al intentar visualizar a la persona que le habla, puesto que sin sus lentes, queda como un topo.

—¿Y tú eres...? —cuestiona la rubia en medio de una carcajada—, luces como una mancha.

Klaus suelta una carcajada.

—Oh, ¿tú también ves una mancha? —indaga porque al igual que hermana, no puede ver más allá de sus narices—, guao, tenemos mucho en común.

Elowisa resopla, siempre ha sido una chica paciente, pero lo que está viendo le amarga la noche. Ella es una más en el club de los casi ciegos, tiene el pelo rizado y alborotado, tacones bajos y una chaqueta de cuero. Le gusta hablar sobre libros y datos históricos, tal vez por eso, está enamorada del sabiondo de Dylan.

—Apenas nos fuimos media hora, ¿qué tanto puede pasar en media hora? —dice Elowisa al ayudar a parar a la catira.

Dylan suspira, echa una mirada a su lado y sonríe casi de forma incómoda. Puesto que a su lado, la culpable permanece.

—Dylan, te lo juro, no fue mi intención —comenta angustiada—, de verdad no sabía lo que contenían esos pasapalos.

Klainy levanta el rostro al reconocer esa voz tan distintiva, tan dulce que le hace poner la piel de gallina y los nervios en punta.

—¿Chica pollo? —indaga a la par que se acerca con pasos tambaleantes para oler su aroma y cabello—, te fuiste... hace como un año.

La pelinegra ríe nerviosa, abraza a Klainy y la sostiene con fuerza.

—Catorce minutos en realidad —acota al envolverla, con ayuda de Elowisa, con una gruesa toalla que consiguió adentro de la casa—, tengo el cronometro activado.

Klaus empieza a hacer berrinche al notar que lo están opacando y que ni siquiera lo están ayudando a levantar.

—¿A mí no me van a ayudar? —pregunta enrojecido—, no sé quién eres, préstame tus lentes —dice en dirección a Elowisa.

Dylan rueda los ojos, su paciencia ha llegado al punto mínimo. Tampoco es que tenga mucha, pero al ser estudiante de medicina a aprendido a controlarse mejor.

Se agacha y de un tirón lo ayuda a levantar.

—¡Escúchala mi canción! —grita Klaus a la par que entrecierra los ojos—, ¡BEBÉ QUE FUÉ—

Dylan actúa con rapidez y tapa la boca de su hermano. Dylan tiene un dilema, se siente decepcionado con su hermano, al punto de querer dejarlo a su suerte, porque presiente que todo ese desastre está orquestado por Klaus, pero al mismo tiempo, siente miedo de estar equivocado y de alguna manera es su deber darle una oportunidad para explicarse.

—Por tú bienestar, quédate calladito —le ordena a la par que se acomoda los lentes—, a ver... ¿dónde pusieron los lentes?

La chica pollo se siente casi en las nubes, puesto que hacía mucho que no estaba tan cerca de Klainy.

—Perdona... me siento terrible —comenta cuando Klainy despega un poco el rostro de su cuello—, no tengo cara para mirarte.

La rubia apenas y sabe su nombre, pero dentro de sí misma, está consciente de lo que «La chica pollo», significa en su vida.

—De todos modos, no puedo ver tu rostro —dice con lentitud y luego suelta pequeñas carcajadas—, borrosa... eres una mancha borrosa y oscura, pero de una voz muy hermosa.

La chica pollo sonríe y sus ojos se iluminan.

—¿Qué puedo hacer para recompensar lo que les hice? —indaga.

Klainy trata de enfocar su rostro.

—Si viene de ti, pues, quiero que me invites a salir —le dice con una valentía digna de admirar.

La pelinegra siente que se va a desmayar.

—¿Bromeas?

—Nunca había hablado tan en serio —dice en un suspiro—, puede que sea lo que consumí, pero presiento, que no podré sacar esto de mis pensamientos.

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Nota de autora:

No tengo nada que decir más que: deseo que tengas un agradable día/tarde/noche.

Con mucho amor: Rosie.

Entre Marzo Y Agosto✨ [TERMINADA]Where stories live. Discover now