T R E C E✨🌾

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«Te amo con los delirios de una tormenta, tú mi mar y yo tu remolino».

Klainy bajó la guardia y relajó los músculos. La persona enfrente suyo, era la única que podía hacerla calmar sólo con una mirada. Sus ojos parecidos a los de un ciervo, grandes y redondos.

Ella sonrió y sus mejillas se pusieron del color de un tomate.

Heyde la envolvió con sus brazos, no quería soltarla, porque dentro suyo aún tenía ese temor de volver a ser olvidada. Se negaba a pasar por ese calvario de nuevo, quería dejarle en claro a Klainy que se pertenecían, además quería lograr que el cuerpo de su rubia, pudiera reconocerla.

—Perdón por no haberte comentando de mi salida, no era mi intención hacerte sentir mal —se disculpó en un arrullo de voz.

—Confío en ti —fue lo que salió de los labios de la rubia—, no me importa si Tobbias quiere contigo, porque estoy segura que tú mueres por mí.

Heyde ladeó el rostro y sonrió, mostrando cada uno de sus dientes, siendo los dos delanteros los que llamaban la atención, por ser parecidos a los de un conejo.

Klainy le devolvió el abrazo, recostando su rostro en el pecho cálido de Heyde y se preguntó a sí misma: «¿Es normal tanta belleza?».

Lo que veía en Heyde no era belleza idealizada, era más bien una especie de armonía imperfecta combinada con admiración y perspicacia.

Es decir, si Heyde le hubiera dicho en ese momento «Casate conmigo», Klainy hubiera aceptado aún sabiendo que era ilegal en el país.

Su amor era evolutivo algo que se negaba a morir y quedarse estático en el tiempo. Después de todo ellas dos eran dos piezas en un mismo rompecabeza, conectados y sincronizados, renegados a soltarse.

Pues si, durante tanto tiempo se habían negado la felicidad así mismas, por otras personas o por cosas que creyeron más importantes. Era tan irreal poder vivir ese tipo de felicidad.

—Si, deberías tomar un baño —comentó Heyde al separar su agradable toque.

Klainy puso los ojos en blanco y con una sonrisita trató de ponerse de pie, pero sus piernas flaquearon y Heyde se lanzó para evitar su caída, cuando la sostuvo y estuvo segura de que ya no caería. La cargó en brazos y dirigió al baño.

—Creo que por ahora te cargaré como si estuviéramos recién casadas —bromeó al dejar un suave beso en los labios de Klainy.

Se sujetó fuerte del cuello de Heyde, tratando de absorber el calor que había en su pecho y que la hacía sentir segura y reconfortada. Claro, eso acabó cuando Heyde la sentó en una silla que había puesto en el baño para que así todo fuera más fácil.

La rubia se sentó sobre sus palmas, nerviosa y ansiosa, de abrir la boca podría enseñar el corazón y los ovarios. De alguna forma aún se ponía temblorosa con los acercamientos de Heyde, a tal punto de preocuparse por un futuro infarto.

Klainy dudaba sobre cómo hacer la pregunta o siquiera cómo decirlo. Las únicas personas con las que tuvo la confianza de hablar sobre intimidad, jamás le advirtieron sobre esto.

Klainy no era virgen, es más, sabía bien como hacerlo, no obstante, ese era otro nivel. Era el amor de su vida, no podía simplemente soltar la pregunta.

Entre Marzo Y Agosto✨ [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora