Entre Marzo Y Agosto✨ [TERMINADA]

C U A T R O✨🙈

Klainy.

Distraída paso a la siguiente página, mis dientes se afincan sin piedad en el lápiz que Klaus me prestó en la mañana. Elowisa a mi lado, luce fastidiada, lo noto porque sus rizos están más alborotados que de costumbre.

—¿Qué te pasa? —indago al ver que sus uñas se clavan en su cuello con un movimiento rítmico. Al escuchar mi voz rueda los ojos.

—Me caen mal los hombre —dice con palabras hechas suspiros—, nunca llego a entender a ninguno.

Giro el cuerpo hacia ella y tomo sus manos.

—No sé como responderte —afirmo al besar sus delicadas manos—, pero te diré lo que quieres escuchar: somos dos, ellos son feos y tontos.

Elo deja escapar una risilla, sin embargo, al ver que la profesora sigue explicando, se tapa los labios con mínimo disimulo.

—Es tu hermano —cuenta en son de chisme— no sé como... hablar sobre algo —vacila y sus ojos van al techo, su mejillas se vuelven rojas—, decirle... tu sabes.

Pongo los ojos en blanco y afinco la mejilla en mi palma. En mis labios se posiciona una sonrisa de labios cerrados.

—Ni siquiera puedes decirme a mí —señalo al dejar sobre el cuaderno el lápiz mordido—, eso es suficiente como para saber que clase de porquerías quieres hacerle al mojigato de Dylan.

Elo suspira y se deja caer en el respaldar de su asiento.

—Deseo que hagamos el amor —suelta al ocultar su rostro detrás de un par de rizos.

El estómago se me revuelve, mis manos van a mi boca para evitar una desgracia y manchar la ropa de Elowisa con líquidos estomacales.

—Mira —digo al darme palmadas en el pecho para apaciguar el ataque diabético—, Dylan es... especialito —afirmo—, tú lo sabes, yo lo sé, todos lo saben. Yo que tú, no me estaría haciendo ilusiones.

Elo juega con uno de sus rizos y asiente dándome la razón.

—Pero es que es tan lindo e... inteligente —dice con palabras hechas suspiros. De nuevo.

Ruedo los ojos y hago una mueca, pues así como es inteligente, atractivo y buena persona. Es odioso, chapado a la antigua, maleducado y pegado.

—Dudo mucho que tenga algo contigo si no te haces una prueba que demuestre que no tienes alguna enfermedad sexual.

Elo se muerde el labio inferior y en sus ojos brilla algo que yo llamaría: pecado.

—Ese no es el asunto.

Enarco una ceja.

—¿Entonces qué? —cuestiono y ella aleja la mirada de mí.

—Ya lo hicimos —confiesa y yo ladeo la cabeza y me froto las mejillas al no entender.

—¿Dylan...? —antes de que pueda terminar de formular la pregunta, comprendo y tomo una bocanada de aire que me hace doler los pulmones—, ¿Dylan... tú? —tengo que aferrar las manos en los laterales de las sillas pues un escalofrío me recorre de pies a cabeza—, esto es fin de mundo...

Elowisa aparta uno que otro rizo de su mirada.

—El día de la fiesta... —dice con picardía—, nos escapamos un rato.

«¿Dylan siendo sexy? que asco».

Calla que me obligas a imaginarlo.

—¿Cómo lo convenciste? —indago al levantar una ceja—, quiero decir, no es mi deseo ilusionarte, pero tiene que ser algo serio como para que haya dado un paso tan importante.