Acto 20

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Félix se hecho hacia atrás, con algo de torpeza, mientras observaba como el albino corría de manera brusca hacia él. -Puta madre...-. Se dijo a sí mismo, y sin pensarlo dos veces se hecho a correr como si de una presa se tratara. -¡FEDE! ¡REACCIONA!-. Gritó el peli-rosado, pero sus palabras fueron nulas para detener a la bestia que lo perseguía a cuatro patas. El menor comenzaba a cansarse, pero la situación era tan tensa que recuperaba fuerzas de donde no las tenía para seguir corriendo. En un intento de desesperación, Félix pegó esquinazo con un árbol y se escondió detrás del mismo, tratando de ocultar su respiración sin mucho éxito.

Félix se estremeció al oír lo que parecía una voz sombría, proveniente de no muy lejos de él, y debido a esto, comenzó a escalar el árbol con esperanzas de esconderse del contrario

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Félix se estremeció al oír lo que parecía una voz sombría, proveniente de no muy lejos de él, y debido a esto, comenzó a escalar el árbol con esperanzas de esconderse del contrario. Intentó no tocar ninguna rama que se viera delicada, ya que cabía la posibilidad de que se rompiera y llamara la atención del mayor. -¿Cómo voy a salir de esto?...-. Pensó mientras subía. Finalmente llegó a la copa del árbol, en donde se podían ver alguna que otra araña rondando por el mismo. -Que asco-. Se dijo a si mismo. Acto seguido analizó el área, buscando la ubicación de lo que supuestamente era Fede. No tardó mucho en encontrarlo, puesto a que era muy ruidoso, y ahí estaba, buscándolo por unos arbustos.

Félix se quedó tieso, puesto a que no quería que lo viera, pero a pesar de ello tenía que hacer algo, pues era cuestión de tiempo que mirara hacia arriba

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Félix se quedó tieso, puesto a que no quería que lo viera, pero a pesar de ello tenía que hacer algo, pues era cuestión de tiempo que mirara hacia arriba. Dicho esto, el chico partió silenciosamente una gran rama que sobresalía de la copa del árbol, y acto seguido la lanzó lo más lejos que pudo. Apenas se escuchó el golpe de la rama tocando el suelo cuando el albino salió corriendo como un petardo hacia la dirección del sonido. -Es ahora o nunca-. Pensó Félix, y al verlo alejarse saltó al suelo y se dispuso a correr. El chico sentía una mezcla de miedo y tristeza, pues le era traumático el tener que correr de la persona que amaba. -Tengo que encontrar el puto camino de cartas-. Pensó mientras observaba por todos lados en búsqueda del dichoso camino. En su camino, pudo ver cómo distintas almas del bosque lo observaban con curiosidad, puesto a que no estaban acostumbradas a ver personas. Félix se dignó y se arrimó a una de ellas. -Disculpa amiguita, ¿No sabrás dónde está el campamento abandonado?-. Dijo con un tono de voz bastante nerviosa y cortada a la vez. El alma sólo se inmutó a señalarle a una dirección.

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