Acto 25

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Pasaron horas hasta que abrió los ojos. No quería levantarse, pero tampoco quería quedarse ahí sentado. El peli-rosado frunció el ceño y abrió uno de sus ojos con torpeza, sólo para encontrarse con su pareja mirándolo seriamente a los mismos.

 El peli-rosado frunció el ceño y abrió uno de sus ojos con torpeza, sólo para encontrarse con su pareja mirándolo seriamente a los mismos

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-¡AAH!-. Gritó luego de caerse directo al suelo por el susto. -¡Que te dije de hacer eso!-. Se quejó Félix. Fede sólo le devolvió una sonrisa. El menor se levantó a tropezones, puesto a que seguía medio dormido. -Buenos días...-. Dijo de mala gana. El albino saltó hacia él para darle un abrazo. -¡Pero bueno! ¿Que te pasó? Desde que volvimos no te despegas ni un segundo eh...-. Fede ignoró su comentario y se acurrucó junto a Félix. -Que si, que estoy despierto y lo que tú quieras-. Agregó el peli-rosado. Acto seguido, el mayor sacó el diario de Félix de su traje y le mostró un pequeño dibujo.

 Acto seguido, el mayor sacó el diario de Félix de su traje y le mostró un pequeño dibujo

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-Que... Agradable...-. Comentó colocando una sonrisa falsa y aguantándose las ganas de reírse. -"No habrá hojas que tiene que rayar mi diario..."-. Pensó. Acto seguido, Fede comenzó a dar saltos como si de un niño pequeño se tratase. -¿Que ha pasado que estás tan contento?-. El chico lo ignoró y volvió a abrazarlo. A pesar de lo extraño de la situación, de alguna u otra manera a Félix le agradaba. ¿Estaba contento de estar con él? Nunca nadie había estado así con él. Fede no tardó en pegarle la alegría al contrario, quién le respondía riéndose o de plano dándole pequeños cumplidos. Su momento no tardó en ser interrumpido por unos golpes en la puerta; era Puppet. -¡Vamos a cenar!-. Gritó, para luego desaparecer corriendo como era costumbre. -Guay, me estoy cagando del hambre-. Soltó el menor. El albino se separó del contrario, no sin antes tomarle de la mano para guiarlo hasta el comedor. -¿Recuerdas cuando me castraste de una patada?-. Comentó Félix. El mayor le siguió la gracia. -¿Sabes que no es gracioso verdad?-. Agregó. El contrario sólo se rió aún más. Félix le colocó una mirada desafiante. -¿Y si te lo hago yo que? ¿Te seguirías riendo?-. Esta vez Fede dejo de reírse. -¿A que no mola?-. Agregó el peli-rosado. Su pequeña charla terminó con Fede sacándole la lengua mientras se alejaba del contario. -¡Perdona princesita! ¡A la siguiente te traigo unos zapatitos! ¡A VER SI NO ME LOS TIRAS!-. Rió. -Que tonto...-. Finalizó. De un momento para el otro, el peli-rosado se dio cuenta de que por una vez en su vida, desde que llegó al circo, estaba sólo. -Bueno, voy a ser cotilla, a ver qué me encuentro-. Se dijo a si mismo. El chico fue abriendo lentamente puerta tras puerta, pues todos los demás estaban cenando. -No creo que pase nada si llego tarde...-. Rió. Tampoco quería ser un irrespetuoso, así que sólo abría levemente las puertas y le echaba un ojo a las habitaciones, las cuáles se veían mejor que la de él. -Joder no es justo, todos tienen una cama...-. Se quejó. Fue avanzando de puerta en puerta, hasta que se encontró con una que le llamaba la atención. -Toma ya, sábanas rosas-. Sonrió. Fue en esta en donde rompió su propio código ético y se adentró. -"Vale, una hojeada y te vas"...-. Pensó. El chico se arrimó a la cama, la cuál parecía ser la más cuidada del lugar, puesto a que estaba blandita y no rechinaba tanto. -Por mi dormiría aquí todo el día-. Rió. La felicidad que el chico traía desapareció al instante al oír la puerta cerrarse. No estaba sólo.

 No estaba sólo

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-¡¿F-Fede?!-. El albino no le respondió. -Perdona... No sabía que era tu habitación... Pensé que estabas comiendo con los demás-. Agregó avergonzado. Fede no le respondió, y en lugar de hacerlo, se fue arrimando lentamente al contrario. -Eh... Mira, entiendo que estes molesto por qué no debí entrar sin preguntarte y créeme que realmente lo siento pero por favor no me hagas na- -. La oración del chico fue interrumpida al sentir como el contrario lo inmovilizaba en la cama. -¡En serio, perdoname! ¡Me arrepiento! ¡Te lo juro!-. Chilló Félix. -¡No debí entrar! ¡Lo siento!-. Agregó. El peli-rosado cerró los ojos esperándose lo peor, pero en vez de ello, sintió su cuello humedeciéndose. -"Oh..."-. Pensó. -Ey ey ey espérate, es injusto-. Se quejó el menor, frunciendo el ceño en el proceso. Poco o nada le importaban a Fede las palabras que su pareja le decía. A pesar de esto, Félix intentó forcejear contra el mayor, pero era inútil. -¡Quítate de encima!-. Chilló. La paciencia del albino se acabó, soltando un gruñido intenso, dando a entender que no quería más quejas del contrario. Félix ya sabía lo que iba a pasar, no tenía forma de escaparse de esa escena. Con su pareja que le duplicaba cuatro veces su fuerza y el territorio desconocido en el que estaba era imposible salir de ahí. O colaboraba con lo que le pedía su pareja, o le esperaba una noche dolorosa. -¿Mínimo podemos comer antes de follar?-. El contrario paro, y le sonrió. -¡SE LO QUE ESTAS PENSANDO, ESO NO ES COMER IDIOTA!-. Le reprochó el menor. El mayor ignoró la afirmación, y como respuesta, tomó al chico y lo sentó en la cama, para luego ser él el que se sentará encima del contrario. -No quiero-. Refunfuñó Félix. Fede le tiró repetidas veces de la camisa, esperando a que el contrario colaborara. -¡Que no quiero!-. Repitió el menor. Esta vez, el mayor respondió colocando una expresión triste. -¿Vas a armar un berrinche?-. Preguntó. El albino no respondió. Fue ahí cuando Félix recordó las palabras de Osmar. -¡Ugh está bien! ¡Pero que sea rápido! Tengo hambre...-. Fede le sonrió, y alegremente comenzó a darle varios besitos en todas partes del rostro. Aún que Félix no tenía ganas, no podía evitar colocar una sonrisa tonta en la cara. -Eres un tonto...-. Comentó el peli-rosado, quién le devolvía los besos ya dados por el otro. -¿Quién es un traviesillo? ¿Quién es un traviesillo malvado?-. Rió el menor mientras le dejaba pequeños besos cortos en el cuello del contrario. Fede sólo reía por cada besito que le dejaba el contrario. -Chico malo, chico malo~-. Volvió a reír Félix.

 Volvió a reír Félix

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-¡Nooo, nooo!-. Logró decir el albino, quién se ahogaba a risotadas. -Ahora me toca a mí ser el jefe-. Afirmó Félix, agarrándolo del trasero y subiéndolo aún más encima de él, para luego apoyarlo contra la pared. -¿Que tienes en mente?~ -. Rió pícaramente. El contrario le devolvió otra sonrisa pícara. No hacían falta palabras para que ambos descubrieran que era lo que quería el contrario.

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