Capítulo 1 (parte 1)

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—¡Ciro! —El explorador ignoró la llamada de su capitán de pelotón. No soportaba su tono altivo de voz, y menos aún cuando le llamaba de esa manera tan autoritaria—. ¡Date la vuelta explorador, sé que me has oído!

Ciro apretó la mandíbula con fuerza, tratando de aplacar la furia que comenzaba a quemarle el pecho. Respiró hondo y se dio la vuelta con la cara más agradable que fue capaz de poner.

—¿Sí, Trax?

El tono de voz que empleó le resultó tan dulce y cortés que tuvo la sensación de atragantarse con cada letra que pronunciaba.

—Reúne al resto, tenemos órdenes —repuso el capitán—. Y esconde esa coleta que llevas o haré que te rapen al cero, no eres un samurái.

—¿Por qué no usas el comunicador? Resulta más fácil si...

—¡He dicho que los busques! Nos esperan en dirección.

Eso hizo que el humor de Ciro empeorase. Si ya de por sí le parecía complicado lidiar con su capitán de pelotón, más difícil le resultaba acatar las órdenes de un grupo de personas que se habían autoproclamado líderes. Tuvo que recordarse un par de veces en qué situación se encontraba la raza humana, y que no le quedaba otra que obedecer si algún día quería volver a pisar la Tierra sin miedo a ser exterminado por unos soldados endemoniadamente letales. Poniendo los ojos en blanco, exasperado, alzó su muñeca derecha hasta situar la pulsera identificadora a la altura de su boca, y tras presionar el botón táctil de push to talk se dispuso a hablar:

—Iri, Aera, Sylvan. El capitán quiere que nos reunamos, nos llaman en dirección.

Sin esperar respuesta alguna comenzó a caminar hacia la sección de mando con ambas manos en los bolsillos. ¿Qué es lo que querían ahora? No les tocaba salir al exterior hasta dentro de una semana. Repasó mentalmente su comportamiento desde la última vez que les habían llamado de dirección. Creía no haber cometido ninguna infracción, había seguido las órdenes de su capitán en todo momento a pesar de haber deseado más de una vez que éste cayese frito ante algún soldado. ¿Igual era por la coleta? No, el único que tenía problemas con su pelo era Trax, al alto mando le daba igual cómo llevase el pelo siempre que cumpliese con su misión. ¿Tal vez habían decidido volver a ordenar la captura de soldados? Era bastante improbable, la sección de balística y armamento no había sido capaz de desarrollar un arma que provocase un mínimo rasguño a uno de esos tipos con escafandra, y la sección de defensa sólo había conseguido crear un traje que permitía el reconocimiento del cadáver una vez éste había sido fulminado.

Sus compañeros de grupo estaban ya reunidos delante de las puertas de la sección de mando cuando Ciro llegó. Les saludó con un gesto de cabeza y se sentó en el suelo, esperando a su capitán.

—¿Qué creéis que pasa? —Iri jugueteaba con los cordones de la capucha de su sudadera, nerviosa.

—No lo sé —repuso Ciro entre bostezos—, pero yo prometo no haber hecho nada esta vez.

—Mentiroso —contestó Aera mientras se recogía su cabello nórdico en una larga trenza—. El otro día faltaste a la reunión semanal.

—No sabía que habían convocado una.

—No hace falta que me lo jures —suspiró la chica—, pero no creo que nos hayan llamado por eso. He visto entrar a más gente de nuestra sección, creo que es una reunión importante.

—¿Una reunión importante? Joder, espero que no tengan pensado aumentarnos los turnos de salida al exterior o algo de eso.

—A mí no me importaría si a cambio nos diesen algo.

Mara (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora