Capítulo 7.

1.8K 205 38
                                    

Mara

Lo mire como lo mire, estoy jodida.

No sé a qué están esperando exactamente, pero sé que tarde o temprano me sacarán de esta habitación para interrogarme. O lo que es peor, torturarme hasta obtener la última gota de información.

Y si no me sacan ellos de aquí, la sección de mando se encargará de que no pueda volver al Cubo para que así el enemigo no pueda hacer nada conmigo. Tal vez hasta me maten.

Así que, lo mire como lo mire, mi futuro a corto plazo es bastante desolador.

He metido la pata hasta el fondo y lo sé. Quiero pensar que no han sido capaces de averiguar el sistema que emplea las puertas, pero el hecho de que nadie haya venido aún para preguntarme por ellas me aterra.

Otra pregunta ronda mi cabeza, y se trata de algo cada vez más evidente: está claro que no soy la primera reclusa. Estoy en una celda, así que lo más lógico sería que hubiesen capturado a más personas en algún momento. ¿Cuántos exploradores habrán pasado por aquí sin que nosotros hayamos sido conscientes de ello? ¿Y si han estado interrogando a más personas? ¿Y por qué matan a todo el mundo y sin embargo a mí me han cogido viva? Nada de esto tiene sentido.

Mis pensamientos se ven interrumpidos por un estruendo procedente del exterior. Dirijo la mirada hacia la pared más cercana al foco del ruido y veo cómo sobre ésta comienzan a aparecer unas líneas rojas que poco a poco van formando un rectángulo entre ellas.

Mi instinto me ordena que pegue mi espalda a la pared contraria, en un intento de alejarme lo máximo posible de allí. Noto mi corazón acelerándose mientras mi respiración se altera de manera descontrolada. La boca se me seca del miedo y un gemido de angustia sale de mi garganta sin que yo le dé permiso.

Al cabo de unos segundos las líneas rojas desaparecen, y donde antes había lo que yo creía que era una pared sólida, una puerta comienza a abrirse. Por un momento me olvido de respirar y trato de no pestañear ni un momento para ver qué o quién se asoma.

Dos soldados entran a mi celda y se acercan a mí sin miramientos. Trato de zafarme, sin acordarme de que ya me encuentro pegada contra la pared. Contrayendo mi cuerpo, intento hacerme minúscula para que no puedan cogerme.

Como si aquello fuese a funcionar.

El soldado de la izquierda estira el brazo y me agarra el cabello, forzándome a levantarme mientras un grito de dolor sale de lo más profundo de mi ser. Sin mediar palabra, el otro soldado me coge ambas manos y me las esposa por detrás de la espalda. No sé qué clase de utensilio ha usado para ello, pero no puedo siquiera mover los dedos.

El primer soldado suelta su agarre sobre mi pelo y me coloca en la cabeza una bolsa de tela negra que me tapa la visión y me impide respirar con facilidad. Acto seguido, noto cómo uno de ellos me pega un empujón con lo que deduzco que es un arma, instándome a caminar.

«Vamos, no te van a matar, al menos por ahora.»

Mi instinto racional hace por fin acto de presencia. Trato de relajarme mientras pongo un pie delante del otro, sintiendo la firmeza y seguridad apoderándose de mí a cada paso que doy. Poco a poco mi respiración se va haciendo más pausada, y aunque no consigo controlar del todo mis pulsaciones, mi corazón ya no amenaza con salirse del pecho en cualquier momento.

No sé qué es lo que me espera, pero debo mentalizarme para ello porque seguro que no será agradable. Ya que no estoy dispuesta a decir ni una palabra acerca de las puertas dimensionales o el Cubo, tratarán de sacarme la información a la fuerza.

La única vez que fui sometida a un dolor muy intenso fue durante el bombardeo de la Tierra. Pasé varios días inconsciente debido al dolor en la pierna derecha, pero después de eso nunca más tuve que pasar por algo así, ni siquiera en los entrenamientos recibidos dentro del Cubo. La razón es muy sencilla: hasta ahora habíamos creído que los soldados disparaban a matar, nunca para herir y capturar. Era una tontería perder el tiempo con entrenamientos de ese tipo si la persona alcanzada por el enemigo caía muerta al instante. Así, los exploradores éramos instruidos en otro tipo de materias, casi todas ellas relacionadas con la defensa y la huida. Si la sección de balística y armamento hubiese descubierto algo para combatir a los soldados, seguramente los entrenamientos hubiesen pasado a ser algo más ofensivos.

Mara (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora