Capítulo 13.

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Ciro tenía la sensación de haber sido mil veces arrollado por un tanque. Notaba cómo la confusión se adueñaba de su cabeza y la desazón del resto de su cuerpo, impidiéndole siquiera mantenerse en pie. La perspectiva desde el suelo era diferente; podía ver los pies de sus compañeros, enfundados en las botas negras y pesadas; pelos blancos que Pix había dispersado por toda la habitación y varias pelusas atrincheradas en las esquinas, dispuestas a guerrear hasta el último aliento. Desde el suelo, el color grisáceo del firme no ocultaba las manchas imborrables y los golpes provocados por la caída de objetos; se mostraba tal y como era, sin tupidos velos o medias tintas.

Pero si se volvía a poner en pie, Ciro no apreciaría ni las manchas, ni los golpes, ni los pelos de Pix, ni tal vez las pelusas atrincheradas en las esquinas, y el suelo habría ocultado a la perfección todos sus trapos sucios. Tal y como había hecho TESYS durante estos dos largos años.

El explorador era consciente de que su vida había sufrido un cambio radical gracias a Teleportation Systems. La compañía había dado una segunda oportunidad a las miles de personas que aquellos fatídicos días pudieron ser rescatadas tras el ataque. Había construido un arca y había interpretado a la perfección el papel de Noé, asegurando así la supervivencia y la continuidad de la raza humana. Contaba con todo lo necesario para construir los pilares de una nueva sociedad con la esperanza de poder regresar a la Tierra en algún momento. Había creado un sistema jerárquico y sectorial en el que todo el mundo sabía qué hacer y a quién dirigirse en caso de necesidad. TESYS había nacido como compañía, pero había admitido el papel de gobierno y había asumido la responsabilidad que todos demandaban.

Lo que todo el mundo ignoraba era que TESYS había sido el principal responsable del ataque a la Tierra.

Tras la confirmación de la Teoría de los Universos Paralelos, la empresa había encontrado una brecha en las dimensiones espacio-tiempo y había sido capaz de distorsionar ambas a través de las puertas dimensionales. La construcción de las mismas supuso la condena de la humanidad en cuanto Sílica recibió la noticia.

Por supuesto, TESYS había llevado a cabo el ambicioso proyecto al margen de aquella amenaza. A pesar de contar con el mayor grupo de científicos e ingenieros jamás visto, obviaron una de las hipótesis más antiguas y extendidas sobre la faz terrestre: la presencia de vida en otros universos.

Decenios atrás existieron diversas conjeturas acerca de cómo pudo surgir vida en la Tierra, siendo la más extendida aquella que hablaba sobre la evolución química y celular. En ella se defendía la aparición de las primeras moléculas en el denominado "caldo primitivo" que, para simplificar conceptos, no era más que el agua de la Tierra a elevada temperatura. Sólo fue necesaria la conjunción de una serie de condiciones para dar lugar a la evolución química, prebiótica y biológica en última instancia.

Sin embargo, en la última década surgieron dos estudios en paralelo que rescataron aquella hipótesis defensora de la generación espontánea de vida a partir de materia inerte. Su argumento era bastante lógico: si la hipótesis de la evolución química y celular era cierta, ésta requería de un periodo muy elevado de tiempo para poder ser llevada a cabo. ¿Cuál era el problema? Según la información fósil disponible hasta la fecha, la corteza terrestre se había solidificado hacía 3.800 millones de años. Tuvieron que pasar aproximadamente 300 millones de años más para dar lugar al primer atisbo de "vida", y aquello era un lapso de tiempo muy corto a escala geológica, insuficiente para la creación de moléculas a partir de elementos químicos en unas condiciones concretas.

Así fue cómo cobró fuerza la premisa que años atrás había sido rechazada por numerosos científicos. La hipótesis de la generación espontánea defendía la necesidad de agrupar millones de condiciones en un mismo momento para poder crear vida, convirtiendo así un suceso que hasta la fecha los científicos consideraban factible en un suceso de probabilidades ínfimas.

Mara (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora