Capítulo 4.

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Mara

Al mes de ingresar en el Cubo, la comunidad alcanzó su máxima población con un total de 15.569 habitantes. El problema del idioma era cada vez más evidente, aunque los más jóvenes teníamos la ventaja de manejar sin problemas el inglés, el chino, el español, y en menor medida el alemán y el francés, así que inicialmente se nos asignó la tarea de meros traductores. La coordinación y el entendimiento eran fundamentales para la supervivencia, y todas aquellas personas que fuesen capaces de realizar alguna tarea específica eran enviadas de inmediato a la sección más conveniente.

Pronto nos dimos cuenta de que los alimentos enlatados empezaban a escasear y que la gente enfermaba por falta de nutrientes, a pesar de que se habían conseguido formar suficientes grupos de exploradores como para recibir casi todos los días pequeños cargamentos de latas que ellos recolectaban cuando salían a inspeccionar el exterior. Era un problema que debía ser solucionado cuanto antes, y fue entonces cuando TESYS se puso a trabajar de nuevo.

Aprovechando los avances tecnológicos que habíamos alcanzado hasta la fecha y empleando materiales recolectados del exterior, los ingenieros de la sección de investigación y desarrollo construyeron máquinas de comida sintética. Cabe decir que por aquel entonces estas máquinas ya existían, pero habían caído en desuso puesto que la mayor parte de la población comía por los ojos y resultaba poco estimulante meterse una lámina transparente e insípida en la boca. Y sin embargo, hoy en día esas láminas son las que nos mantienen con vida, y aunque al principio hasta soñaba que engordaba cien kilos a base de comida real, al final la necesidad de adaptarme ha conseguido que termine acostumbrándome a ellas.

El agua ha sido otro de los problemas fundamentales. Al principio se trataba de un recurso muy limitado, y durante aquellos días más de una persona desesperada murió al salir al exterior para buscar una botella de líquido. Cuando se produjo el ataque apenas había un par de condensadores activos, pero no eran ni mucho menos suficientes para condensar el aire del nuevo universo descubierto y abastecer a toda la población del Cubo. Más adelante se construyeron los suficientes como para proveer a una persona con medio litro diario y una ducha de vapor al día. Sólo algunas secciones pueden hacer uso de mayores cantidades, como por ejemplo la de mantenimiento de infraestructuras y enseres o la de medicina y psicología.

***

Los soldados llegaron a las dieciocho horas tras el bombardeo, así que supongo que puedo decir que tuve suerte y fui rescatada antes de que uno de ellos me fulminase. Iban con protecciones de la cabeza a los pies, de color gris metálico. No se les veía ni un trozo de carne. Sus cascos tenían forma aerodinámica con las escafandras tintadas, por lo que era imposible ver sus caras. Llevaban a la espalda un pequeño dispositivo que les permitía captar oxígeno externo y depurarlo para no morir envenenados. Y llevaban armas, unos pequeños dispositivos que en apenas unos milisegundos te quemaban hasta los sesos. Nosotros aun no hemos sido capaces de diseñar algo que nos defienda de ellos, aunque el uso de materiales aislantes en nuestras ropas ha conseguido evitar la total desintegración de la víctima.

Nunca han sido benevolentes. No conocen la piedad, nunca hablan, ni siquiera entre ellos. Son de reflejos rápidos, eficaces y certeros, perfectas máquinas de matar. Deben de obedecer las órdenes de algún superior, porque casi siempre caminan en patrullas bien organizadas, montan guardia permanente en aquellos puntos que saben que nosotros frecuentamos cuando salimos al exterior y a la hora de atacar todos fijan un mismo objetivo. Y nosotros no somos capaces de matarlos. No se ha producido ni una mísera baja en todo este tiempo. Hemos organizado escuadrones e intentado capturar a alguno, pero es completamente imposible. Parecen tener ojos en la nuca, y como ya dije antes, son tan rápidos de reflejos que a veces me es difícil mantener la teoría de que son seres humanos. Llegó un momento en el que el número de exploradores muertos fue tan alto que durante una época los superiores cancelaron las expediciones al exterior, y por supuesto la orden de captura quedó anulada por completo.

Mara (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora