Capítulo 4

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Me levanto de la cama como puedo, haciendo que casi me caiga por la enredadera de sábanas que tengo en los pies y chocándome con todas las cosas que encuentro cerca de mí. Pero el insecto seguía contorneándose encima de la imagen, recordándome a la pesadilla.

Decido relajarme. Tal vez se haya metido aquí por error, o qué sé yo. Pero seguro que ha sido mera coincidencia el haberlo encontrado aquí y ahora. Ha sido la casualidad del destino la que ha querido que esto pasara, nada más. Pero tengo que convencerme de algo que me cuesta más: la maldición no existe y, por consiguiente, los fantasmas tampoco. Algo se ha colado en el colegio y ha hecho todo este daño, y esto solo es casualidad.

Pero sé que no es así. Quizá sea broma o siga soñando. Y dicen que en los sueños no puedes leer y que tienes dedos de más. Así que me miro las manos y comienzo a contar.

Uno, dos, tres, cuatro y..., sí, los tengo todos. Así que estoy despierta. He visto el gusano encima de la fotografía después de despertarme en medio de la noche por haber soñado que me comía uno de esos. Está bien. Solo ha sido suerte. Una muy mala, además. Un simple accidente. Nada tiene enlace con cualquier otra cosa.

Me decanto por volver a acostarme, pero antes tengo que deshacerme del pequeño intruso que se ha metido en mi habitación. Pero, aunque intento fingir que esto es lo más normal del mundo, estoy inquieta por varias razones demasiado obvias, aunque también quiero expulsarlas de mi cabeza. Quizá se vayan con el gusano.

Cojo la fotografía y me dispongo a abrir la ventana para dejarlo en el exterior. Y cuando cojo una de las orillas de la puerta corredera, pienso que mejor no. Tal vez alguien conoce a qué clase o especie pertenece. Aunque no sé exactamente para qué me va a servir saber eso.

Me giro de nuevo y deposito la fotografía encima del tocador en el que me he pasado pegada la mayor parte de la tarde. Me dirijo hacia el armario, abro la puerta de la derecha y saco una de las cajas de zapatos que no estoy utilizando para nada. Le hago un par de agujeros a la tapa con unas tijeras que tengo en un portalápices del escritorio y meto ahí al insecto. Aunque no me importa si acaba vivo o muerto, porque hace unos minutos he notado cómo se contorneaba en mi boca.

Muevo la cabeza para olvidar esa imagen y decido guardarla debajo de la cama, al menos durante la noche, y vuelvo dejar la habitación conforme estaba antes de dar vueltas para buscarle un hogar preventivo a esa asquerosidad. No me gustaría ni quedármela como mascota, sería todavía más repugnante incluso.

Cojo de nuevo la fotografía del tocador, donde la dejé después de separar al entrometido insecto, y la vuelvo a pegar en el corcho. Es uno de los pocos recuerdos materiales que tengo de ellos y, si la perdiera, no me lo perdonaría nunca. Al menos ahí nos puedo ver a los cuatro juntos, como un grupo normal y corriente; lo que éramos antes de que pasara todo esto.

"Selene, intenta olvidarlo", me digo a mí misma.

Cierro los ojos y me concentro en mi respiración. Es la primera y única forma que se me ocurre para quitarme ideas de la cabeza. Al menos, así también consigo tranquilizarme.

Cuando vuelvo a tener la mente totalmente en blanco, me siento en la cama y apoyo la espalda en el cabezal. Miro al techo, sin saber muy bien qué hacer ahora. Va a ser una noche muy larga o, por lo menos, lo que queda de ella. Que será... ¿cuánto?

Giro la cabeza y miro el despertador de una de las mesitas que tengo a cada lado de la cama. Las siete menos cinco de la mañana. Genial. Tengo el consuelo de que mis padres se van a levantar dentro de treinta y cinco minutos. Aunque dudo que ambos vayan hoy a trabajar; seguramente uno de ellos se quede conmigo.

Pero después de cinco minutos mirando al blanco techo y sin saber nada mejor que hacer, me pongo de los nervios. No puedo dormir ni sé con qué entretenerme durante la media hora que me queda. No tengo ánimos como para escuchar música, leer, jugar a algún videojuego. Así que solo se me ocurre levantarme e ir a la cocina para prepararme un desayuno que no me tomaré. Pero tengo que distraerme de alguna forma, aunque sea haciéndoselo a mis padres.

SeleneWhere stories live. Discover now