Capítulo 23

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Cuando suena el timbre que da fin a la segunda clase de la mañana y un par de minutos de descanso hasta que llega el profesor de la siguiente, comienzo a mirar a todas partes, pero no la veo. No puedo evitar que un par de ideas crucen mi mente, y prácticamente todas malas. Además, ayer tampoco me dijo que fuera a faltar, lo cual es incluso más extraño. Aunque, en verdad, no lo es tanto teniendo en cuenta que recuperamos la relación hace un par de días.

Una parte de mí quiere pensar que está bien y, simplemente, se ha quedado dormida. Pero eso es todavía más raro en ella, y se repite la idea de que le ha sucedido algo, a la que se le suma una mala sensación. Pero ¿cómo no tenerla después de la visión de anoche? De todas formas, esta no tenía la más mínima relación con Patty, ¿verdad? Solo lo que me dijo Ronnie sobre su hermana.

Al ver a la profesora de Literatura entrar y cerrar la puerta tras de sí, no puedo evitar exhalar un suspiro y sentir un poco de decepción. Puede que le haya surgido algún problema y venga en el receso. O eso espero, porque tengo que contarle los avances que conseguí en esta última escapada nocturna. Y es que cada vez hay más preguntas y alguna que otra respuesta sobre la historia de la Academia Willow y los orígenes de la maldición. Ahora parece que va adquiriendo una forma, aunque se mantiene abstracta; quizá sea una simple silueta, todavía difusa.

Salgo de mis hipótesis y posibles raíces de la leyenda, incluso de mi propia huida en repetidas ocasiones y las imágenes que veo, al abrir el libro por la página que ordena la profesora. Dispuesta a comenzar su explicación, bostezo ligeramente por el cansancio y las pocas horas de sueño que he tenido últimamente, y comienzo a golpear levemente la libreta con la parte trasera del bolígrafo. Una batalla interna tiene lugar en mí: hacer un esquema de todo lo que sé sobre lo sucedido y lo que tengo que terminar conociendo, o prestar atención y tomar apuntes de la lección de hoy. Y, cuando la parte vencedora obliga a mi mano a escribir en la hoja sobre la primera opción, la puerta que tengo a mi espalda se abre bruscamente.

Todos nos giramos y, a decir verdad, he sido yo la primera debido al susto, con un sobresalto. Así que, al mirar es esa dirección y toparme con su media melena y la chaqueta de cuero que llevó cuando fue a mi casa y escucharla respirando de una forma apresurada, los ánimos se me suben y sonrío instintivamente. Al fin, después de dos horas, ha venido a clase.

—Perdón por interrumpirla, señora, pero ¿puedo pasar? —dice, después de que un par de murmullos se escuchen entre los demás alumnos.

Su mirada se cruza por un momento con la mía, dedicándome una sonrisa ladina y confirmando una de mis sospechas. Y así es como, de repente, me pongo seria y me clavo como una estaca en mi silla, sin separar la vista de ella.

—No te preocupes, Patricia; todavía no había dicho mucho —responde con un tono alegre.

Asiente de una forma casi imperceptible y se adentra definitivamente al aula, cerrando la puerta. A continuación, con la cabeza gacha, da un par de pasos más y se sienta en la silla que está a mi lado, la cual he apartado ligeramente antes. ¿Qué le pasa?

A decir verdad, se está comportando de una forma extraña en ella. La conozco desde que tengo uso de razón y, aunque una vuelta alrededor del Sol haga mucho, no creo que ella haya cambiado tan bruscamente a la hora de esconder sus sentimientos. Y este no va a ser el caso en el que consiga hacer que su antigua mejor amiga, una de las personas que más la conocía, pase desapercibido un gesto como aquel.

La observo fijamente, mientras se quita la chaqueta, saca las cosas y comienza a leer la página en la que estamos. No se siente incómoda, ni se gira, ni parece querer mirarme directamente a los ojos o hablarme. Y verla mover la pierna a una velocidad exagerada, tocándose el pelo continuamente, aparentando la mandíbula y tragando saliva en repetidas ocasiones, hace que esté incluso más segura de que hay algo que la preocupa. Y, aunque no quiere decírmelo, porque se lo noto al estar evitando todavía el contacto visual, necesito romper el silencio de alguna forma.

—No hace falta que perfores el suelo, Patty; dudo que un ascensor en medio de una clase sirva para mucho —digo, en voz baja.

Me mantengo en la misma postura, analizando su reacción ante mi broma, pero no hace más que pasarse la mano por el rostro y morderse los labios, mientras continúa moviendo la pierna todo lo rápido que le permite su cuerpo, y suspira. Hay algo y, quiera o no contármelo, se lo tengo que sacar, aunque tenga que narrarle lo de esta anoche antes. Quiero saberlo, y no por saciar mi curiosidad, sino porque tiene que soltarlo, porque tiene que desahogarse.

De repente, se detiene y se gira en mi dirección, mirándome a los ojos y confesándome todo lo que siente a través de ellos. Está rota, aunque quiera aparentar lo contrario para mantener los muros de su torre todavía en alto; asustada, porque el enemigo se adentra en su perímetro de seguridad y siente que no puede hacer nada para evitarlo; sola, aunque no sea así, y con tan solo sus manos e ingenio, el que le parece insuficiente, para salir con vida del refugio que construyó y ahora se ha convertido en su propia prisión mortal. Quiero ayudarla, pero no puedo hacerlo si no me permite entrar en su mundo y, con su tozudez, quizá lo haga cuando ya sea demasiado tarde y no pueda sacarla de ahí.

—Te odio por esto, por saber por dónde van los tiros. Lo sabes, ¿no? —susurra.

Sonrío y veo que intenta reprimir una sonrisa, aunque no lo consigue totalmente y veo una ladina asomándose. Y es que así está preciosa, aunque irónica y bromista está infinitamente mejor. Pero sea lo que sea que le ronda por la mente, la tiene más agobiada de lo que pensaba; esas palabras significan que me lo va a explicar.

—Ambas sabemos que no es así, que es imposible odiar a alguien tan adorable como yo —bromeo.

Consigo evitar reírme en voz alta, pero ella no. Lo peor de todo es que no es como las graciosas que ha tenido siempre, incluso cuando estaba mal, evitaba a toda costa el tema y yo le hacía reír; ahora es de esas secas, roncas, las que indican que estás más dañada de lo que parece y que la coraza que llevas, aunque esté hecha polvo, está mejor que esa parte dentro de ti que comienza a tomar ese tono oscuro del vacío mortal.

—Ambas sabemos —repite mis palabras— que eso no te lo crees ni tú, Lane. Tienes de adorable lo mismo que mi...

La profesora la interrumpe, pidiendo que guardemos silencio o tendrá que echarnos de clase. Así que agachamos la cabeza, serias de nuevo, como señal de disculpa hacia la maestra y nuestros compañeros, los cuales nos están mirando anonadados. No entiendo la razón, pero realmente no me importa; está conmigo y sufriendo por algo, y eso es lo único que me importa. Y, cuando la miro de reojo y veo que tiene la vista perdida en las líneas de su cuaderno, sin tomar ni una sola nota y apenas pestañeando, además de reprimir unas cuantas lágrimas que pretenden huir, sé que está todavía peor de lo que pensaba.

Tiene que ser algo que le toca en su tendón de Aquiles, y creo que sé quién es eso que al contacto con ese ligamento hace que le afecte tanto.

***
Este capítulo es más corto, lo sé, pero es de transición, por así decirlo, y si introducía aquí lo siguiente, quedaría muy brusco el cambio. Espero tener pronto el siguiente y que este no os haya decepcionado mucho. Ya veréis por qué lo he separado de lo que viene.

Por cierto, ¿qué creéis que le pasa a Patty? ¡Chan, chan, chan! Os leo por aquí abajo.

Os quiere;
Itsmagnesio👻

SeleneWhere stories live. Discover now