CAPITULO 41

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Pov: Christopher

La familia de Atenea llegaba hoy pero su hermana tuvo una complicación en su universidad y llegarán mañana en la tarde.

Las de la élite hacen de todo menos trabajar, le organizaron una "fiesta sorpresa" todos en el comando le dieron varios regalos insignificantes que ella se alegraba de recibir.

— Mami quiedo ma patel.

— ¿Más pastel? Mi vida aun no has comido, te guardare otra rebanada de pastel pero las podrás comer hasta más tarde ¿si mi amor? — Atenea siempre busca una manera de decirle que no si se radical.

En el tema de la comida trata de ser más cuidadosa porque ella dice que se puede malinterpretar y creer que le dice que no por el peso, cosa que ella y yo estamos conscientes que nunca será la intención.

— Mami — frunce sus labios y ella le besa la nariz.

— ¡Qué bonito beshoo! — eso basta para que quite su molestia.

— Poito.

— Mira mi vida puedes decirles a ellas y te guardarán una rebanada grande, grande para la hora de comida— todas las de tenientes los miran enternecidos.

— ¿Mu gande?

— Si.

— ¿Puelo tomal una fesa?

— Claro mi amor, frutita si puedes comer.

Franco le quita todas las fresas al pastel y se las pone en un plato para después dárselo.

— Gacias — le sonríe y ella le dé vuele el gesto.

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Estoy concentrado en la computadora Emiliano hoy anda muy mimoso conmigo algo raro que normalmente es así con Atenea.

— Papi.

— Hum.

— Te amo— se esconde en mi cuello. Joder eso calienta mi corazón y me desconcentra.

— Papi.

— Hum.

— Papi.

— Dime.

— Te amo— me repite.

Creo que se ha callado y me vuelve a llamar.

— Papi.

— Te escucho Emiliano.

— ¿Me amash?

Joder ya lo sabe qué maldita insistencia con escucharlo.

— ¿Tú me amash?

— Ya lo sabes.

— Pelo te quelo ecuchald.

— Si Emiliano, lo hago ahora cállate.

Sonríe juega con mi barba, lo ignoro hasta que siento como mete su dedo a mi nariz.

— Te he dicho miles de veces que no hagas eso— le vale mierda lo que le digo y mete su dedo, no puedo evitar morderlo como siempre acostumbró provocando sus risas y gritos.

— ¡Sutaaaa! — lo suelto y hago algo muy estúpido.

— Por andar jodiendo te robare tu nariz— con mis dedos le agarro la nariz y los pongo a modo de que crea que la tengo.

Sus risas desaparecen y se empieza a tocar la cara.

— Papá...

— ¿Ya vas a llorar? — lo molesto.

Siempre fuiste túWhere stories live. Discover now