CAPITULO 73 parte 1

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Pov: Christopher

Todo es culpa de Alex, es imbécil no puede hacer nada bien. La cabeza me duele y el que nos hagan esperar tampoco ayuda.

Atenea mueve el pie de manera impaciente, por los ligeros rebotes solo puedo tener la vista clavada en sus tetas que por el corset se le ven aún más grandes y apretadas.

Alex y Gauna entran, pero el ministro viene hecho furia y al ver que no está Emiliano azota las carpetas en la mesa.

— Secuestraron a tres capitanes de la central alemana. Los tres que fueron los que se encargaron de las explosiones de los laboratorios ubicados en diversos puntos de Latinoamérica.

— ¿Qué no se supone que todo había salido bien? — escucho la voz de Patrick pero no me molesto en prestar atención.

Solo veo esas lindas tetas que quiero en mi cara rebotando, o masturbando mi verga.

No sé cuánto tiempo pasa solo veo las tetas de mi mujer, eso hasta que la mesa es golpeada con furia sacándome de mis cavilaciones y fantaseos.

— ¡Te puedes concentrar carajo! — Alex se exaspera.

— ¿Y eso que cambiaría? — digo aburrido— No es como si escuchando toda tu mierda los fuera a rescatar.

— Chris— Atenea me reprende suavemente pero solo me encojo de hombros.

Alex se pone rojo de la ira cosa que me hace divertirme un poco, Atenea le da un apretón a su mano y eso lo hace controlarse.

— La central alemana se está encargando de contactar a la gente que los tienen, una vez que lo hagan ustedes irán a...

Me suelto a reír por las pendejadas que dice, Gauna se pellizca el puente de la nariz, y Atenea me mira furiosa, pero nadie más se atreve a callarme.

— ¿Pretendes que arriesgué mi ejército por tres idiotas que no supieron hacer bien su trabajo? — la mirada del ministro se endurece— ¡Por algo que fue tu puta culpa, yo te dije que no era momento todavía y que esos no tenían nada que ver aquí, pero como siempre te pasa lo que te digo por el culo! ¡¿ya viste el resultado?!

— ¡A mí no me alzas la voz, y más te vale que te calles y te comportes o te quedaras fuera!

A mí nadie me dice que hacer y menos él.

— ¡No solo yo me quedaré fuera, todos aquí lo harán, nadie de mi ejército se arriesgará por esos tres! — decreto— ¡Esto es un ejército siempre hay pérdidas y nunca nos detenemos por ello, ahora mándale las condolencias a la central Alemana y deja de quitarnos el tiempo!

El golpe que suelta en la mesa sobresalta a Atenea y como si de un reflejo se tratara entrelaza nuestros dedos.

— ¡El General les dará indicaciones! — se levanta— ¡Tú a mi oficina!

— No.

— ¡Es una maldita orden! — sale azotando la puerta.

Yo no me muevo, no hasta que Atenea pone su mano en mi pierna y acaricia subiendo un poco de más.

— No lo haga enojar más y ve.

Para no pelear más y menos con ella voy. Apenas llego lo veo recargado en su escritorio.

— Si es para repetirme lo de la reunión no te desgastes, ni yo ni nadie de aquí irá por esos tres incompetentes.

— Siéntate— ordena y él también se acomoda en su silla.

Lo hago y subo mis pies al escritorio haciendo maldecir.

— ¡Baja los malditos pies y compórtate!

Siempre fuiste túWhere stories live. Discover now