CAPITULO 52

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Pov: Christopher

Gauna y sus estúpidas reuniones me tienen harto, más cuando las hace tan temprano.

Emiliano desde que despertó solo tomo leche y se fue con su abuelo, ni siquiera quiso esperar a que lo cambiáramos.

Las cosas con Atenea están bastante bien, desde que regresamos de la boda ha estado con sus hormas alborotadas, dudo que sea el embarazo porque cada que le toca inyección para la leche se pone así.

Pero me gusta, así me facilita más lo que quiero.

Ahora estamos en la sala de juntas esperando a que los demás lleguen. La veo aplicarse su labial a través del reflejo de mi celular, todo en ella me parece excitante, el ver esos labios carnoso pigmentarse por los brillos.

Le encantan ese labial, y a mis sus labios, más cuando me besan o me están cubriendo la verga.

— ¿Es nuevo? — le pregunto como si no supiera que es el labial que ocupa del casi diario.

— No amor— me mira como si no me creyera que no me doy cuenta de lo que se pone.

— ¿Esa playera es nueva? — finge pensar— A no es de las que usas todos los días.

Me dice irónica, sé que le molesta que no le preste atención a sus pequeños detalles, lo hago solo que me gusta fingir que no para molestarla.

— Quiero probar— hago el estúpido intento de fruncir mis labios para que me bese, y se acerca, pero no siento sus labios sino pinceladas de su labial.

Me aparto y sus carcajadas no se hacen esperar.

— ¿Te gusto mi amor?

La atraigo conmigo a la silla, y no se deja de reír.

— ¿Te diviertes molestándome? — le aprieto su culo, sin importarme que alguien entre.

— Mucho— le doy una palmada haciéndola jadear.

— Dame lo que te pedí— ordeno.

— ¿El qué? — se hace loca.

La tomo del cuello para estampar mis labios con los suyo pero la maldita me gira la cara evitándome.

— Pídeme que te bese— jamás he entendido sus estúpidos juegos.

La ignoro y vuelve a evitarme echando la cabeza hacia atrás.

— pídemelo y te lo daré.

— No me gustan tus juegos— le entierro los dedos en sus caderas y siento su burla al ver mi desespero.

Se acerca a mi oído y me muerde suavemente el lóbulo.

— Pídemelo, mi amor...— eso me pone al mil, y ya no me importa su maldito juego.

— Joder bésame ya— hay cosas de ella que no la logro entender, pero sé que le encanta que le ruegue y ella sabe que me jode hacerlo.

Me muerde los labios y yo los de ella, al punto que el sabor metálico aparece, no sé si sea de ella o mío. No puedo resistirme y comienzo a tocarla, le alzó la playera, y le bajo el sostén prendiéndome de esas preciosuras que tanto me gustan.

La puerta se abre y es azotada haciendo que se separe.

— ¡Que lindos los tortolos inútiles y calenturientos! — truena Gauna, obligándome a que lo suba las copas del sostén y le baje la playera— Parece que ustedes dos no entienden que las demostraciones de afecto están prohibidas — le bajo un poco más la falda y ella se sonroja.

Siempre fuiste túWhere stories live. Discover now