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      Hago sonar las suelas metálicas de mis zapatos contra el suelo al son de la música, dejando que los pensamientos que me atormentan sean encerrados en una pequeña cajita que tiro a las profundidades de mi mente

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      Hago sonar las suelas metálicas de mis zapatos contra el suelo al son de la música, dejando que los pensamientos que me atormentan sean encerrados en una pequeña cajita que tiro a las profundidades de mi mente.

El sonido del clap, clap, clap provocado por el metal chocando contra la madera de caoba suena en toda la recamara. Algunos de mis compañeros aprietan los labios para no perder el ritmo de la rápida tonada que la instructora Darla nos reto a seguir.

Observo mi reflejo en el espejo que tengo frente a mi. El maillot de color azul cielo que llevo puesto resalta contra mi piel oscura, mi cabello rizado está atado en un moño alto para evitar que los rizos me molesten con el movimiento.

—¡Más rápido!

Darla aplaude y Gregory, el encargado de sonido, acelera la pista

—¿Quieren ir a Broadway? ¡Aprendan a bailar claqué como si sus vidas dependen de ello!

Me imagino que estoy en el escenario del teatro The George Gershwinl formando parte de uno de los tantos shows icónicos que se han llevado a cabo en el teatro más grande y prestigioso de Broadway.
Ya no me encuentro en la sala de espejos de ARTown, me encuentro dando un espectáculo frente a más de mil personas. Las luces brillantes apuntan directo a mi y al solo que estoy desarrollando.

Sin darme cuenta dejo de seguir los pasos que nos asignaron y comienzo a realizar la coreografía de pasos de tap que baila Billy Elliot en su película.
Al igual que él, dejo que las emociones salgan a través del baile.

Mis piernas arden por el esfuerzo físico y si no fuese porque sé controlar mi respiración ahora mismo estaría tirada en el piso en busca de oxígeno.
Solo detengo mis movimientos cuando la música deja de sonar y la profesora da un aplauso.

Solo uno.

Da unos pasos hacia el frente y alzo el mentón mientras coloco los brazos detrás de mi espalda, mi pecho sube y baja con violencia. En el espejo observo como Serrior se acerca a mí con pasos lentos y elegantes, como un gato cazando a su presa.

—Siempre se le ha dado mejor hacer sus propios bailes, señorita Cohen —Los labios teñidos de rojo, a pesar de estar apretados en una línea recta, no delatan molestia—. Para la próxima clase quiero que busquen una coreografía icónica junto con su pista, quiero que me den un espectáculo.

Da otro aplauso y es nuestra señal para dejar el aula.

—Samantha.

Corto mis movimientos para girar hacia ella, con una ceja arqueada me repara por completo. Desde las mallas de color piel que cubren mis piernas anchas hasta el moño desordenado que sostiene mi cabello.

—¿Si, señorita Darla? —Trato de que las palabras no salgan ahogadas por la falta de oxígeno.

—Tiene que aprender a seguir indicaciones —No es un regaño, es más un recordatorio. Una sonrisa de boca cerrada cubre su rostro antes de agitar el dedo índice en el aire—: Buen trabajo.

Sonrío, sonrío tanto que mis ojos se entrecierran. Tengo que usar toda mi fuerza de voluntad para evitar lanzarme hacia ella y abrazarla.
Me indica que me retire y casi doy saltos de felicidad hacia los banquitos afuera de la sala donde el resto de mis compañeros se quitan los zapatos de claqué.

—¿Qué tienen en mente presentar?

Nazarena, una chica palestina que llegó el año pasado, se esta quitando los zapatos y dejando a la vista unos calcetines con dinosaurios neón en ellos.

Suelto una pequeña risa al darme cuenta que llevábamos el mismo par de medias.

—Anita la huerfanita —responde una chica de cabello oscuro. Estoy segura de que se llama Kayla—: Es un clásico.

—Y demasiado gastado —añade Jacob en tono burlón. El chico lleva su gran melena castaña sujeta en un moño mal hecho.

—¿Y qué planeas presentar tu, Jacob? —Le molesto con una sonrisa.

—Una escena icónica, el baile de Happy feet.

Estallamos en risas.

Nazarena se tiene que sujetar del banquito para no caer al suelo y yo tomo mi estómago para controlar el dolor que comienza a formarse ahí debido a las risas. El chico de origen nativo americano nos ve con las cejas arrugadas, sin comprender el chiste.

—Es un baile trascendental, se considera una de las mejores piezas de claqué.

—Na-Nadie dice lo contrario, Jacob.

Midnight Memories [Español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora