14. La guarida de la araña

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Raseri no le visitó aquella noche. En su lugar, a pesar de su fatiga mental y emocional, acudieron las pesadillas. La imagen que había surgido del fondo más oscuro de su subconsciente volvía a él y con ella otras que no deseaba recordar. Como el fluir lento y borboteante de un río de alquitrán, densas y pegajosas, las pesadillas se quedaron prendidas en su ánimo al despertar, tuvo que lidiar con la angustiosa sensación de irrealidad hasta que las clases con los demás le dieron algo en lo que enfocar la mente.

Cuando terminaron, volvió a sentirse en el filo de ese precipicio al que parecía haberse acercado tanto. Quiso hablar con Raseri, buscar cualquier excusa para quedarse a solas, pero recordó lo que le había dicho la tarde anterior. No quería que nadie pudiera ver su necesidad, incluso le irritaba que el mismo Raseri fuera tan consciente de lo que estaba pasando. Hizo un esfuerzo por ignorar sus propios anhelos y se marchó cuando las lecciones concluyeron, sin siquiera esperar a que su maestro le llamara, si es que pretendía hacerlo.

Sabía dónde exactamente quería ir. En el fondo de sus motivaciones, bajo la curiosidad y la necesidad de ocupar su mente en algo productivo, se agazapaba una maliciosa esperanza de molestar a su maestro, aunque le hubiera dado permiso para visitar al alquimista.

«Búscame en los sótanos. Donde oigas gritos».

Adso descendió a las entrañas de la Academia. Era un lugar laberíntico, plagado de pasillos y salas con diversas funcionalidades. El aprendiz trató de usar la intuición para encontrarle, pero se escuchaban gritos en más sitios de los que había esperado. Finalmente, se detuvo ante uno de los guardias que vigilaba una puerta cerrada.

—¿Sabes si Lord Nathair está por aquí?

El tipo enmascarado dio un ligero respingo, como si al hablar Adso hubiera aparecido repentinamente en el pasillo. Señaló sin decir nada hacia uno de los corredores. Uno especialmente oscuro. Adso siguió el camino sin vacilación y encontró una puerta al final del corredor. Y, efectivamente, escuchó gritos al otro lado. No parecían los causados por un entrenamiento, y ni siquiera estaba seguro de que brotaran de la garganta de un ser racional.

Dudó. Estaba a tiempo de darse la vuelta y cambiar de opinión, pero apretó los dientes y se acercó al panel, no estaba bloqueado y la puerta se deslizó a un lado para darle paso. Lo que había al otro lado le dejó parado bajo el dintel unos segundos.

Nunca había visto nada parecido. Si buscaba en sus recuerdos podía encontrar una remota semblanza en los laboratorios de droides, pero aquel era mucho más oscuro y antiguo. Parte de las paredes de la sala circular eran de piedra, había nichos excavados en ella, guardando libros cosidos y pergaminos enrollados. Algunas secciones eran de metal y en huecos que iban del suelo al techo había tubos de distintos tamaños, guardando en su interior los cadáveres conservados de diversas criaturas. Una de ellas le recordó remotamente a un ser humano.

Había una mesa de trabajo, de metal negro, sobre la que esperaban en un desorden caótico instrumentos que Adso no supo reconocer. Sobre algunos pedestales de piedra, rodeando la sala, pequeñas pirámides permanecían suspendidas en el aire, adornadas con líneas rojas y brillantes. Eran holocrones, los había visto en la biblioteca, pero eran inaccesibles para él. Nathair los tenía allí, expuestos como tesoros.

En el centro de la sala, una silla de cuero negro, articulada, parecía presidir el lugar, equipada con correas que la hacían parecer un instrumento de tortura. Adso supuso que debía tratarse de eso. Pero allí no había nadie, los gritos procedían de una sala contigua. Se habían acallado al abrir la puerta.

El aprendiz dio un paso al interior del laboratorio, se acercó a los tubos llenos de un líquido rojo y transparente para ver qué clase de seres guardaban en su interior. Entonces escuchó otra puerta abrirse. Se dio la vuelta con los sentidos zumbando alterados.

—¡Cuidado con eso!

Tentado por la oscuridad [Star Wars] (OCs/Obikin)Where stories live. Discover now