23. Aliados inesperados

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Anakin despertó despacio, sin mayores secuelas que un chichón en el cogote. Su primer descubrimiento fue la realidad de su propio cuerpo: estaba de pie, apoyado contra una pared húmeda, con los brazos sujetos en grilletes por encima de la cabeza. Al mirar hacia un lado vio a Obi Wan en la misma postura, todavía estaba desmayado pero no tenía rastros de sangre y respiraba con normalidad, lo que hizo suspirar de alivio al padawan. Fue al mirar al frente cuando se quedó helado: no estaban solos. La celda, un reducto pequeño de piedra caliza con rejas a su derecha, albergaba a otros dos hombres. El que tenía justo enfrente estaba tan inconsciente como Obi Wan, con largas trenzas rojas cayéndole por el pecho. El otro, sin embargo, parecía haber sido el primero en despertar y le miraba en silencio. Ambos llevaban extraños ropajes. Anakin entrecerró los ojos, le resultaban familiares.

—¿Quiénes sois?

El hombre parecía más joven que Obi Wan. Un mechón azul no dejaba de taparle el ojo izquierdo y a veces se removía al sacudir la cabeza para apartarlo. Llevaba rato despierto a tenor de su expresión entre el fastidio y el aburrimiento. Cuando Anakin le habló, levantó la mirada rápidamente a él y entrecerró los ojos.

—Responde tú primero. Nosotros estábamos antes —replicó desconfiado.

Anakin lo sopesó por un momento: sí, parecía justo.

—Somos jedis de Coruscant. Yo soy Anakin Skywalker y el que duerme la siesta es Obi Wan Kenobi, mi maestro. Vinimos a por cobre y encontramos oro, supongo. Un sith nos atacó por sorpresa.

Adso se quedó mirándolos en silencio, como si le estuviera costando asimilar las palabras. ¿Les habían encerrado en la misma celda que a dos jedis? Algo en el muchacho que tenía enfrente le resultaba familiar, pero era incapaz de ubicarlo. Pensó en su maldita suerte. Semanas atrás había rezado por que los jedi le encontraran y ahora estaba preso con dos de ellos.

—Adso Reth, de Corellia —respondió al fin. Echó una mirada a su maestro, que seguía inconsciente. Prefería no presentarle—. ¿Un sith? A nosotros nos atacó un jedi —añadió, aún desconfiado.

Anakin negó con la cabeza.

—No puede ser. Somos los únicos jedi que hay aquí de momento. ¿Por qué os atacó? —dijo echando la cabeza hacia atrás y haciendo un gesto de dolor al darse en el chichón.

—Pues parece que no sois los únicos —respondió Adso—. Supongo que esta fábrica es suya y no le ha hecho gracia que viniéramos. ¿Tienes idea de cómo se abre esto?

Agitó las muñecas e intentó apartarlas de la pared, pero una energía invisible hasta el momento chispeó y le devolvió las manos al mismo lugar, sobre su cabeza. Había intentado usar la Fuerza para abrirlas, pero nada surtía efecto.

—Te digo que no. Lo sabríamos. Y la fábrica no es de los jedis, es de la Federación de Comercio. Están creando tropas para la guerra, les escuchamos antes de que pasara esto. —Anakin negó con la cabeza tras ver lo que sucedía, nunca antes le habían colocado algo así—. Además, ¿por qué iba a atacaros un jedi? Todavía no me has dicho qué hacíais aquí...

—¿La guerra...? —Adso pareció comprender. No habían tenido tiempo de descubrir gran cosa antes de que ese viejo les neutralizara, ni siquiera habían empezado a buscar al sith al que habían ido a buscar. Miró al maestro de Anakin, pensando que era absurdo ocultarle lo que eran, si el joven no caía por sí mismo, el tal Obi Wan le despejaría las dudas al despertar—. Somos siths, ¿por qué iba a atacarnos uno de los nuestros? —Antes de que Anakin respondiera, Adso se removió y le dio con la bota a Raseri en la pierna—. Maestro, despierta —le espetó.

Anakin entreabrió la boca, maldiciéndose por ser tan poco suspicaz. Tenía que haberlo visto, aunque solo fuera por los ropajes. Era culpa del Consejo. Le dejaban salir en tan escasas ocasiones que ya era incapaz de distinguir las absurdas modas de vestimenta de cada lugar. No supo qué decir, superado por la situación. Para su disgusto, el tal Adso no le generaba toda la hostilidad que hubiera deseado. Al menos el otro parecía ajeno a las patadas, en su inconsciencia. Miró a Obi Wan. Si todavía no había despertado, era porque su cuerpo no estaba recuperado. Era absurdo intentar apresurar las cosas. Mientras estuvieran atados, no había peligro. Respiró hondo.

Tentado por la oscuridad [Star Wars] (OCs/Obikin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora