18. Las pruebas del dolor

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El sol ya despuntaba en el horizonte, tiñendo de un intenso rojo las arenas del desierto, transformándolo en una suerte de océano de sangre. La Academia no era visible desde allí, ni ninguna edificación o rastro de presencia humana. La vastedad del manto de arena extendiéndose hacia todas partes empequeñecía la figura encapuchada que permanecía ante el altar, de pie en medio del erial escarlata.

El alquimista había dispuesto los elementos sobre la piedra oscura, toscamente tallada, que parecía brotar de la misma arena. Frente al altar, dos maderos formando una equis destacaban sobre el monótono paisaje como un punto de tensión. Nathair llevaba horas allí, meditando y preparando el ritual. No era la primera vez que tenía que encargarse de algo así y solía tomarlo como un honor, una oportunidad para sublimar los dones de aquellos que decidían someterse a las pruebas y sobrevivían, o para purificar la orden si la debilidad les vencía. Al fin y al cabo, ese era su trabajo y su pasión; buscaba la perfección a través de la transmutación, tanto de la materia como de la mente. De la misma forma en que el fuego era capaz de transformar los elementos, el dolor era el crisol de toda evolución espiritual. Cuando lo administraba estaba ayudando a trascender a quien lo recibía. Esa era su vocación y encontraba un enorme placer en ella.

Pero, por primera vez, se enfrentaba a la ejecución de una Prueba del Dolor sin esa motivación. Él no establecía relaciones de ningún tipo con aquellos pocos a los que había sometido al rito y mucho menos con los desgraciados que caían en sus manos para ser mejorados a través de sus métodos. Con Raseri era muy distinto, con él exploraba dimensiones que no podía darse el lujo de explorar con otros. Que Khidra le hubiera elegido de entre todos los presentes era una clara señal de sus intenciones y una advertencia que no pasaba desapercibida para el alquimista. Negarse les habría expuesto a los dos y, aunque hubiera sido una opción, Nathair no la habría tomado. Nunca había sometido al dolor a Raseri sin recompensarle después con un placer mucho más intenso. El maestro estaba lejos de ser un mero experimento para él.

Cuando le sintió acercarse, el alquimista no se dio la vuelta. Estaba preparando algo en un cuenco de piedra oscura, removiendo el contenido con un pequeño mortero del mismo material. Olía a hierbas y sangre. Las arenas exhalaban las últimas trazas de frescor de la noche mientras el sol se alzaba sobre el inalcanzable horizonte calentando la brisa que agitaba los faldones de Nathair. El alquimista llevaba el pecho descubierto.

Raseri no dijo nada. Llevaba sin comer desde el día anterior, pero portaba un odre de agua al que no dejaba de dar tragos, el sol de Korriban lo mataría de deshidratación si no almacenaba líquido suficiente antes de la prueba. Se sentó al borde del altar, mirando la cruz como si nunca la hubiera visto antes. En ese paisaje que no admitía cambios, el tiempo parecía detenerse, como si solo hubieran pasado unos días desde su última visita.

—¿Te queda mucho para empezar? —preguntó el maestro con sequedad.

Nathair volvió el rostro hacia él. Sus labios se curvaron en una sonrisa sesgada y maliciosa que no llegó a sus ojos, que se clavaron incisivos y sombríos en su compañero. Le dejó beber unos instantes más, mientras mezclaba metódico el contenido del cuenco.

—Ven ante la cruz, descúbrete el pecho y arrodíllate —le indicó finalmente Nathair, dejando la mano del mortero sobre el altar. Le habría gustado pronunciar aquellas palabras en otro contexto. Se volvió hacia la cruz y esperó a que Raseri obedeciera. Sus gestos artificiosos y fatuos parecían tamizados por un aura oscura y sacerdotal.

Raseri dio un último trago, se vertió el agua sobrante por el pelo y se levantó con ademanes lentos. No llevaba su túnica habitual, así que solo tuvo que deshacerse de la camisa. Se arrodilló observando a Nathair de soslayo, con los labios convertidos en una fina línea y la mandíbula apretada. Odiaba los preámbulos, pero lo hubiera odiado incluso más con cualquier otro ejerciendo la ceremonia.

Tentado por la oscuridad [Star Wars] (OCs/Obikin)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora