Tentado por la oscuridad [Star Wars] (OCs/Obikin)

21. El viaje (segunda parte)

Anakin abrió la puerta del dormitorio usando la presión de la Fuerza sobre su sistema neumático para silenciar cualquier sonido. Él también había pasado por el aseo, solo llevaba su ropa interior, negra en esa ocasión. Se había echado aceite en el cuerpo igual que en la película que había visto, del que usaban para cocinar. Iba descalzo para aumentar la discreción y había minimizado todos sus pensamientos hasta hacer su presencia casi indetectable. Respiraba de forma profunda y pausada y su sonrisa era una mueca que hubiera hecho cambiar de acera a las ancianas con bolso de Coruscant. Le observó en silencio unos segundos, conteniendo un ataque de risa floja al ver que se había dormido como un abuelo: en la postura con que enterraban a los muertos. Estuvo tentado de practicar un rápido cambio de planes y dedicarse a pintarrajear su rostro con un rotulador. Por desgracia, no vio ninguno cerca. Y tenía muchas ideas: el símbolo de la Federación de Comercio, el de los mandalorianos, un tercer ojo o un pene, o incluso frases como «soy joven, pero me duermo sin querer». Se estaría riendo hasta Lah'mu cuando saliera del baño al despertarse, gritándole. Solo por imaginarlo tuvo que taparse la boca para no estallar en carcajadas. Negó con la cabeza para sí mismo. Si hacia eso, sus escasas posibilidades de seducirlo se reducirían a cero.

Apoyó una rodilla en el borde de la cama y se inclinó sobre su cuerpo, frunciendo el ceño. Ese maldito botón que no podía abrir. ¿Había vuelto a coserlo? Tanto cuidado para verse frustrado por esa pequeñez. Bueno, tendría que ser rápido y poco cuidadoso. Dio un brusco tirón que bajó a la vez las dos prendas inferiores y se metió su sexo en la boca, succionando con fuerza. Para su sorpresa, no encontró el contenido de los pantalones tan dormido como a su maestro, que exhaló algo entre un gemido y un suspiro y se removió sobre la cama sin llegar a despertarse, aunque cerca de ello. La primera succión hizo que un latido en la carne terminase de endurecer lo que los sueños furtivos habían despertado.

Ahí estaba la razón de sus desvelos. Reprimir ciertos impulsos conscientemente durante todo el día resultaba agotador para la mente, que daba rienda suelta a sus anhelos por las noches. Obi Wan cayó agotado, pero su subconsciente siguió con lo que últimamente ocupaba la práctica totalidad de su espacio: Anakin. Lo que ocurría en la realidad se acopló perfectamente a lo que pasaba en su sueño, evitando que despertara con la celeridad con que solía hacerlo.

—Anakin... —susurró arrastrando las vocales.

Anakin alzó la cabeza para mirarle boquiabierto.

—¡Pero bueno! —exclamó el padawan.

Obi Wan estaba soñando con él. Eso hizo que el ego inundara su pecho, lo sobrepasara, llenara toda la nave y flotara por el espacio con su propio campo gravitatorio. Volvió a las andadas con más convencimiento, ayudándose de la mano aceitada y repitiendo el molinillo de lengua que estuvo a punto de hacer convulsionar al maestro la última vez. Ya le daba igual que se despertara, así que se subió entero a la cama y le miró a la cara mientras se aplicaba, deseando ver su reacción. Las manos de Obi Wan le buscaron torpemente, una se cerró en el brazo, la otra en el pelo de su padawan, que le escuchó gemir sin la constante represión con que se tragaba cualquier sonido en esas lides. El maestro estaba despertando de una forma confusa, pasando de la imagen soñada a la estampa en carne y hueso de Anakin, cuya mirada exigente estaba fija en él. El gemido se le ahogó en la garganta al parpadear y enfocar los ojos en él. Le soltó del pelo al darse cuenta de que le agarraba con fuerza y sacudió la cabeza.

—¡Aaahhh! ¡Aaanakin! ¿Qué...? —resolló, mirándole con los ojos muy abiertos. Intentó echarse hacia atrás, pero acabó dándose con la pared metálica de la nave mientras Anakin seguía sus movimientos para no soltarle—. Esto... Esto es... ¡Aaaah...! —se le escapó otro gemido antes de poder terminar la frase, aunque logró acallarlo al final, cerrando los puños en las sábanas.