Nota de voz

279 42 23
                                    

Damián.
Nota de voz.
01:18 minutos.

Joder, no sé ni como empezar esto.

Creo que es la quinta vez que grabo, ya sabes que esto de la tecnología no me va muy bien. Y creo que para enviar un audio necesito hacer un curso o algo.

No pretendía hacer una carta. Porque aparte de que tengo la letra feísima, creo que con mi habla lo sentirías más...Pero para qué voy a mentir el audio lo hago para que no olvides nunca mi voz. Me he pasado toda mi vida lamentándome por no haberle pedido a mis padres que me enviasen un audio, un vídeo o lo que fuese por escuchar su voz. Pero ya no puedo hacer nada para recuperar ese recuerdo.

Por eso lo hago. Para que cuando olvides mi voz o me eches de menos, te pongas este audio.

Ladrona, me voy. Y aunque parezca muy tranquilo, no es así...Estoy temblando de miedo. ¿Pero qué sería la vida sin miedos? La muerte me ha parecido como un profundo pozo del que nunca sales, y una vez escuché que es tan bonita la muerte que nadie regresa de ella. Pero no puedo, ladrona. El dolor me invade cada vez más y apenas puedo mantenerme en pie.

¿Recuerdas el día que hablamos de la muerte? Te dije que al final acabaríamos viviendo en nuestro último pensamiento antes de morir. ¿Y sabes cuál va a ser el mío? En un descampado, comiendo patatas fritas a tu lado. Creo que no me voy a arrepentir de pensar en eso.

Lo siento. Lo siento por no haber podido contarte nada, quería vivir mis últimos meses contigo, sin preocupaciones o problemas de por medio. Pero mira por donde que ahora te quedas sin memoria. Y todos los planes que tenía contigo se reemplazan por hacer que recuperes los recuerdos conmigo. ¿Pero sabes qué? Que no me arrepiento. Te he conocido más a fondo y aunque hayas sido algo borde, no me importa. Porque eres tú.

Mi padre decía mucho que el destino de cada uno está escrito, pero...¿En qué maldito libro está escrito? Porque creo que así nos libraríamos de muchos errores, suposiciones o dudas del futuro. Pero entonces la vida sería aburrida porque no la viviríamos con tanta adrenalina, ¿no crees?

Aún así estoy eternamente agradecido de que el destino hubiese puesto de las suyas para que te interpusieses en mi camino, con tu precioso pelo despeinado y tú actitud curiosa. Recuerdo el día en el que estaba en el comedor, Jesús me obligó a comer un trozo de carne, o eso parecía, y no tenía ganas. Pero te vi, y descubrí que tú también me estabas observando. No sabes que chute de adrenalina sentí en aquel momento. Aunque ya desde mucho antes supe que tenía que conocerte, saber de ti, descubrir tus miedos, aficiones, secretos, gustos...

Ladrona. Así decidí llamarte. Ladrona de sobres de azúcar y de mi corazón. Parezco un maldito adolescente hormonado pero no sabes las ganas que tenía de decírtelo. Una ladrona que decidió entrar en mi vida para hacerla más amena, menos aburrida pero más viva.

Sabes que te quiero, ¿verdad? Y que con todo esto no quiero que sufras, aunque como ser humano lo harás, lo entiendo. Pero no quiero que vivas toda tú vida lamentándote. Porque aunque lo niegues, me has ayudado. No sé cómo mierda lo has hecho. Pero has conseguido que un niñato que sólo se preocupaba en si mismo y en nadie más, cambiase. Me hiciste volver, volver al Damián de hace unos años que se creía un super héroe y no paraba de hacer travesuras.

Así que gracias ladrona.

Gracias por haber devuelto mi luz. Por no llevarme a la oscuridad. Por sacar lo más profundo de mí.

Porque si algún día ya no estoy, quiero que sepas que por ti, aguanté un poco más. Y no me arrepiento de eso.

Pero ya no volveré a darte ánimos, a empujarte por vivir cada sueño, a animarte a hacer cualquier travesura...Sin embargo, sé que no te hará falta. Porque estoy seguro que vivirás cada día como si fuese el último.

Marina, no pierdas las oportunidades que te den.

Piensa en mí si alguna vez tienes miedo, y estaré a tu lado viendo cómo te enfrentas a ellos.

Escribe tú nombre en las estrellas.

Sé valiente.

Crea tus propias reglas.

Aprende de las lecciones a través de las lágrimas.

Permítete caer por cada error, pero prométeme que te levantarás y volverás a luchar.

No permitas que nada ni nadie ordene tú vida.

Sé tú misma, porque así y solo así, triunfarás.

Algún día dejarás este mundo, ladrona. Y no permitiré que dejes que en tú último día te culpes por no haber vivido eso que quisiste hacer de joven.

Y como una vez te dije...Esto no es adiós, ladrona. Es un hasta luego.

Te quiero.

Para siempre.

La habitación de enfrenteWhere stories live. Discover now