Capitulo 07.

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Su mejilla estaba cubierta por pequeñas cicatrices, esperen, no es solo su mejilla; su cara estaba cubierta de cicatrices. En todos lados. Pero sorprendentemente, su mejilla era suave al toque, despistando de la áspera textura que suelen dar las cicatrices.

El sonrió y dejo mis manos a mis costados.

Así que, ¿me crees ahora? —el preguntó, y en un parpadeo, mi miedo está de vuelta. El es real. El está aquí, frente a mí.

Mi respiración paro cuando sentí su mano tocando mi mejilla. Sus manos eran lisas, el dejo sus manos viajar más arriba y jugar con mis bucles rubios. Tan solo lo mire, fijándome a través de sus vacios ojos negros, sin expresar emoción alguna.

Pero volví a la realidad cuando sentí un fuerte jalado de cabello.

Pregunte, amor, ¿me crees ahora? —preguntó duramente. El fuerte jalado de cabello me hizo asentir rápidamente y algunas lágrimas salieron de mis ojos.

El sonrió.

Mas te vale, y si no, haré que me creas. —La manera en que lo dijo, hizo que mi cuerpo temblara en miedo, y un poco de curiosidad. ¿Qué pasa si digo no? ¿Qué me haría él? —Bien, voy a alterar un poco nuestro acuerdo. Te daré diez días, empezando por ahora, para que me asustes, y yo a ti. ¿Trato? —el pregunto, con una mueca peligrosa.

Asentí, el se inclino hacia adelante, presionando nuestras frentes juntas. Puse una expresión firme, incluso si por dentro me encontrara gritando.

Voy a tener mucha diversión asustándote, Lucinda —el susurró, lamiendo mi mejilla y desapareciendo en el aire. Deje salir un gruñido en disgusto por la salía en mi mejilla.

Sucio bastardo.

Me levante de mi asiento, ignorando mi 'desayuno' y decidiendo ir afuera a dar un paseo. Estaba por abrir la puerta, cuando algo me hizo volver.

Fui fuertemente enviada hacia atrás, así que choque con un duro y frío pecho. Temblé cuando sentí esa fría respiración en mi cuello.

¿Y a donde crees que vas, dulzura? —el preguntó.

—Y-yo tan solo me iba a dar un paseo —tartamudeé.

Hmm. Bien. Pero tan solo te digo, amor, ni siquiera pienses en abandonar esta ciudad, porque no es solo la casa, y siempre te encontraré. Y si estas planeando escaparte, voy a atraparte.

Sus palabras hicieron a mi cuerpo temblar en miedo. Asentí rápidamente, y él se dio vuelta antes de desaparecer. Tome unas lentas respiraciones antes de correr fuera de la casa. El frió aire matutino golpeo mi cara, haciéndome reclamarme a mi misma por no ponerme un abrigo.

Mientras corría no podía dejar de pensar en esas palabras que me había dicho. ¿Qué quiso decir con que "no es solo la casa"?

Demonios, ese chico o incluso un hombre grande, ya que él es probablemente viejo como la casa, me da escalofríos.

Deje de correr cuando escuche a alguien llamarme por mi nombre. Eso es gracioso ya que nadie aquí me conoce.

—¡Lucinda! —Miré hacia atrás y vi un Audi rojo, con una chica de cabellos marrones, a quien reconocí como Ruby. Mis ojos se abrieron en sorpresa.

—¡¿Ruby?! ¡¿Eres tú?! —grité, ella asintió con una gran sonrisa, y corrí hacia ella sonriendo como una idiota.

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