Capitulo 28.

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Lucinda's POV.

Podía oler el pasar el viento matutino, los rayos del sol golpear mi rostro, y mis ojos cerrados abriéndose en instantes.

Fui recibida con una escena borrosa de árboles verdes que estaban afuera de la ventana donde los rayos del sol entraban. Ya no estaba lloviendo como ayer en la noche.

Me sentía medio soñolienta, y la vista de mis ojos seguía siendo borrosa. Dios, ¿mis ojos serían así para siempre? Espero que no, incluso si me lo mereciese.

Suspiré y giré a mi derecha para ver un espacio vacío en la cama. Me sentí confundida porque parecía que alguien había dormido allí, y estaba segura de que fui la única que durmió en esta cama.

Y, no soy del tipo de persona que cambia de lugar mientras duerme.

El calor comenzó a apoderarse de mi cuerpo, así que removí las sábanas que estaban envueltas en mí. Qué extraño.

Lo que hizo que mis ojos se acrecentaran, era que en vez de verme con las ropas que usaba, vestía un gran y marrón abrigo. Además, estaba desnuda bajo esto, excepto por mi ropa interior.

Comencé a sonrojarme, y traté de acordarme de lo que ocurrió anoche. ¿Qué ocurrió anoche? Parece que no puedo recordar nada.

Miré alrededor, buscando mis ropas, y era difícil con mi vista borrosa, pero las encontré en una silla de madera, plegadas y secas.

Oh. Ahora recuerdo, se suponía que Harry me llevaría a una pequeña casa, y tal vez ésta sea esa casa. El lugar constaba con un hogar, un gran armario, un viejo cuarto de baño, y la cama.

Recordé haber comido una sopa de cuervo anoche, la cual me sacó una mueca de disgusto. En serio, ¿hay un patillo como aquel?

¿Y dónde está Harry?

Miré alrededor del cuarto encontrándome con nada, tomé mis ropas y fui al pequeño baño para cambiarme.

Luego de eso, decidí salir de la vieja casa. Abrí la puerta principal para encontrarme con el porche y una vieja silla de madera.

Hmm, tal vez los últimos ocupantes de la casa eran viejos, un tanto extraño que la hayan dejando descuidada y relegada.

Estás despierta.

Sobresaltada, miré a mi izquierda, de donde la voz vino. Harry estaba arado allí acogiendo dos cuervos muertos en sus manos. Su cabeza estaba inclinada hacia mí, dejándome a la vista dos ojos verdes.

Estudiándome como si fuese un tipo de animal aún no descubierto.

—S-Sí. Lo estoy. —Inhalé, mirando hacia abajo y corriendo un mechón de cabello tras mi oreja.

¿Estás bien? Tenías fiebre —dijo, no sabía si él estaba informado, o tan sólo no quería saber, que la fiebre podría haberme matado. Sin embargo, sabía que él quería hacerlo con sus propias manos.

El tan solo pensar en eso me hacía querer correr, pero mi mente tenía otra idea. No me di cuenta de que estaba caminando hacia él hasta que tuve de frente su borroso rostro.

No podría definir la expresión que él tenía en ese momento, pero la podía sentir en el aire. Él estaba sorprendido. El sentimiento era mutuo.

Antes de darme cuenta, le lancé mi pregunta.

—¿A-Aún vas a matarme?

Debí haber escuchado mal, pues le oí soltar un fuerte suspiro. Su rostro se giró y nuevamente estaba frente a su espalda.

Yo...Yo no puedo responder eso ahora. Pronto.

No sabía si tenía que estar saltando de alegría o llorar de dolor. ¿Por qué no me podía responder eso ahora mismo?

¿No era él la mismísima muerte?, ¿no debería de saber cuándo moriré?

—¿Por qué?

Porque... —su voz sonaba suave, y su cabeza se tornó ligeramente hacia mí. Sus ojos verdes me demostraban simpatía, pero de repente se volvieron oscuros, regresando al negro del cual estaba más que acostumbrada, y su cabeza giró bruscamente— ¡Porque puedo! —él estalló, sorprendiéndome y enojándome.

—Demonios, ¡no tienes porqué reaccionar así!, ¡lo capté! —grité, pisando con fuerza y yéndome de regreso a la pequeña casa.

Tomé una leña que vi por el rabillo de mi ojo. Estuve a punto de lanzarla al fuego que estaba lentamente creciendo, cuando recuerdos comenzaron a presentarse frente a mí.

Todo lo que escuchaba eran sirenas, los gritos y llantos de las personas, ya que el fuego se extendió a otras casas.

—Tsk, tsk, tsk, mira toda la destrucción que has causado, cariño. —Él rio entre dientes, y yo dejé salir un suspiro fuerte— Y me gusta —añadió. Sentí algo gotear por mi cabeza y todo lo que podía ver era color naranja brillante y luces rojas y azules brillantes.

—Feliz 4 de Julio, Lucinda.

Y mis ojos se cerraron, haciendo que mi mundo se tornara negro.

Lancé la leña, provocando un gran sonido. Me estremecí unos segundos, pero parecía que no podía detenerme.

—M-Mamá... —refunfuñé, con la totalidad de mi cuerpo temblando. Temblando de miedo, culpa, enojo y mayoritariamente tristeza— ¡M-Mamá...Mamá, mamá, mamá! —grité. La única palabra en mi mente en esos momentos era «mamá», sentía que me estaba volviendo loca.

Mi entorno se volvió silencioso, excepto por susurros. Mi respiración parecía ir rápido y lento a la vez.

Antes de saberlo, tenía un cuchillo aprisionado en mis manos, probablemente era de Harry. Lo miré.

Acaba con todo.

¿Qué?

Acaba con todo.

Los susurros parecían ir en crescendo, mascullando la palabra «Acaba con todo». ¿Debería?

¡Lucinda! —escuché a alguien gritar, pero parecía tan lejano.

Tal vez debería. Después de todo, ese era mi destino. Morir. Elevé el cuchillo en el aire, lista para atacarme con ello.

¡Lucinda!

Harry se paró frente a mí, mi vista se aclaró por un momento. Su cara estaba llena de preocupación, sus ojos verdes –los cuales estaban nuevamente negros– lucían cansados y, ¿asustados? Para agregar, sus manos estaban en mi rostro, acunando mis mejillas.

Detrás de Harry había un espejo, y nos vi a ambos. Bueno, a nosotros tres.

—¿Harry?

Entonces, algo se sacudió dentro de mí y el cuchillo cayó al suelo en conjunto con mi cuerpo.

Mi vista volvió a ser borrosa y me vi envuelta en la oscuridad a la que estaba familiarizada.

© waysidestyles | borntoharry


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