Capitulo 31.

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—¿Harry? ¿Estás vivo? —exclamé, esperando cambiar el tema de conversación, pero él tomó mi brazo y me puso junto a él.

Sé que estas tratando de cambiar el tópico, Lucinda —gruñó.

¡Mierda! Sus ojos se veían tan oscuros y enojados, tal vez hasta podía disparar rayos laser por ellos. ¿En qué diablos estoy pensando?

—¿Puedes disparar rayos laser con tus ojos? —escupí.

Estaba claro que la respuesta lo tomó desprevenido, pues sus ojos fueron de negros a verdes y frunció el entrecejo.

¿Qué? ¿Qué diablos quieres decir?

—¿Puedes disparar rayos laser con tus ojos? ¿Puedes?

Fue allí cuando vi que sus labios se curvaban. ¡Estaba esbozando una sonrisa! ¿Encontró esto divertido? Bien, eso era un comienzo.

No. —Aclaró su garganta luego de eso—. No, no puedo. Pero fuego sí.

Elevé una ceja, ¿fuego?, ¿literalmente fuego?

—¿Fuego? ¿Estás seguro? ¿Cómo? —Él rió y caminó por mi lado, y yo solo me quedé allí, mirando sus largas piernas alejarse.

Detuvo su caminata y giró su rostro hacia mi dirección. —Mírame —ordenó y enfocó su vista en el suelo.

De repente, sus ojos se volvieron rojos, y fuego comenzó a aparecer en el pasto; eran flamas verdes, y Harry las detuvo antes de que todo el bosque se incendiara.

Woah.

¿Me crees ahora? —Asentí y él caminó hacia mí nuevamente. Se posicionó frente a mí y sus verdes ojos parecían atravesar mi alma. Mi respiración se detuvo en cuanto sentí su gélida mano en mi brazo, apreciando sus dedos acariciar mi piel sensible, dejando escalofríos en su camino.

Su mano comenzó a subir, llegando hasta mi nuca, y dejó salir un suspiro en lo que sus dedos tocaban mi pulso.

Bien, ¿qué se suponía que estabas haciendo con esa demoníaca arpía?

—¿A-Arpía? ¿Qué demonios es eso?

La horrible creatura de hace un rato era una arpía. Es una creatura mitológica conocida en Grecia. Un ave que tiene rostro humano —explicó, mirando hacia el gris y nublado cielo—. Pero el de hace un rato era un cadáver, se levantó de entre los muertos.

—No estamos en Grecia, ¿por qué infiernos habría una arpía aquí? —cuestioné. El asintió con su cabeza, ahora mirándome a los ojos.

A menos que haya sido enviada aquí por una razón...

—¿Y cuál sería esa razón? —me arrebaté. Sus dedos subieron, ahora acariciando mi mejilla. Pasó su otro brazo por mi cintura y me atrajo más cerca de él.

Nuestros rostros estaban tan cerca que se tocaban ligeramente, sentí que mi corazón estaba atorado en mi garganta. Su dedo índice dibujó líneas abstractas en mi mejilla.

Ellos necesitan matar...algo. Algo que pueda ser una potencial amenaza para su amo —él murmuró, colocando un mechón de mi cabello tras mi oreja.

—¿Amo? ¿Tienen un amo?

Tal vez, ¿por qué se presentarían? —No sabía qué estaba haciendo, pero mis manos estaban en sus caderas y lentamente subían hasta sus hombros. Sus ojos no se apartaron de los míos, y él estaba consciente de lo que yo estaba haciendo.

Hex [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora