Capitulo 16.

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—Mamá.

—¿Hmm? —ella preguntó, mirando por sobre su trabajo el cual era picar zanahorias. Mordí mi labio y suspiré.

—¿Puedo ir? —pregunté en lo que ella frunció el ceño.

—¿Ir? ¿Ir a adonde?

—Afuera.

Ella dejó el cuchillo y me miró.

—¿Por qué? ¿Alguien quiere que vayas?

—No. —Casi dije sí, pero es mejor no mentirle. Ella suspiró y volvió a su trabajo.

—Claro. —¿Escucharon bien mis oídos? ¿Ella acaba de decir "claro"? Ella me miró con una pequeña sonrisa— ¿Qué esperas? Ve.

Casi salté de la emoción, pero me limité a abrazarla en forma de adiós diciéndole que no tardaría mucho. Me acomodé la falda amarilla que tenía puesta y me fui. Tan solo caminé y caminé, observando algunas casas por las que tenía que pasar. Noté a una anciana regando las plantas.

Ella miró hacia arriba cuando me vio pasando por allí.

—Hola —formulé, ella tan solo se me quedó mirando. Lo mismo hice yo, y ella aún seguía en aquella posición—. Extraño —murmuré, y me fui caminando, no desperdiciaría mi tiempo en una persona que no era capaz de saludarme.

Sin pensarlo, gire mi cabeza hacia atrás, tan solo para confirmar que la anciana seguía mirándome. Eso me extrañó aún más y caminé más rápido. Mis pies iban en un paso bastante veloz, hasta que no fui capaz de ver la casa. Dejé salir el aire que no sabía que estaba conteniendo, y continúe mi camino hacia el centro comercial.

Unas pocas personas estaban caminando por ahí, autos pasando y algunos hombres de negocios. El pueblo era pequeño, tan solo contaba con algunos edificios y una que otra estructura. Es como que el área residencial es más grande que el área urbana. Usualmente, pueblos así son ahora ciudades.

Estaba caminando por la senda peatonal cuando noté una sombre negra otra vez, esta vez atrás de el oficial de tránsito. Mis paso se volvieron lentos gradualmente, mis ojos estaban pegados a los del oficial; marrones, fuertes. Sus ojos penetraban los míos, y jadeé cuando estos se volvieron negros.

¡Beep!

Reaccioné, alejándome de mis pensamientos, cuando un auto estaba frente a mí, el conductos gritándome palabras que no logré entender. Tan solo seguí mirando al oficinal unos momentos más y crucé. Dejé salir un fuerte suspiro y entré al edificio. Lo gracioso que noté era que algunas personas estaban usando negro y blanco, a diferencia de la remera blanca y falda amarilla que estaba utilizando yo.

Tan solo ignoré ese hecho y comencé a mirar las ropas y vestidos que estaban expuestas en cada tienda. Admiré un vestido celeste, y sentí una palma en mi hombro. Me di vuelta y vi a un chico con cabello marrón, un estilo cuidad, e intensos ojos marrones.

—¿Sí? —pregunté.

—Hola, soy Geo, ¿notaste el color de sus ropas? —el cuestionó, y asentí, mirando nuevamente a las personas.

—Sí. Bastante extraño —respondí— Por cierto, mi nombre es Lucinda. —Había olvidado mis modales, así que instruí mi nombre. Él sonrió.

—Lindo nombre

—G-Gracias. —Me sonrojé y miré lejos.

—¿Eres nueva aquí? —preguntó y asentí— Yo también, llegué ayer —dijo— Primer día aquí, y las cosas ya son bastante raras.

—¿Por qué? —cuestioné de repente, frunciendo el entrecejo, interesada en qué él tenía que decir.

—Creo que las personas están controladas.

—¿De dónde viene eso?

—Las personas aquí, todas vistiendo el mismo color, como un código —farfulló, y o miré como diciendo "¿enserio?".

—Las personas pueden vestir lo que quieran —razoné, y el suspiró.

—Ayer, estaba llevando un par de cajas, cuando vi a muchas personas caminando en medio de la noche, ¡a la iglesia!

—Si quieren ir a la iglesia, ¡pues que vayan!

Me estaba irritando con este chico. Eso que lo acababa de conocer, y ya me está molestando.

—Y... vi a hombre —el susurró de repente— Un hombre con un montón de cicatrices en su rostro.

Eso captó mi atención.

—¿Un hombre?

Él asintió, acercándose a mi oreja.

—Y él estaba sosteniendo un cuchillo de carnicero, uno bastante largo, bastante alarmante era su apariencia.

—¿Viste su cara? —pregunté, y él negó.

—No. Su espalda me estaba enfrentando, era realmente alto. Se veía bastante tenebroso incluso sin no había visto su rostro.

El hombre que él esta describiendo suena a él.

—Y, lo vi comiendo un cuervo...

—Hijo, creo que necesito hablar contigo. —Nos dimos la vuelta y vimos a un oficial de policía mirándonos.

—¿Qué es lo que pasa, oficial? —pregunté, y me miró mientras que otro guardia tomaba el brazo de Geo.

—Nada de su interés, señorita —habló, llevándose a Geo quién estaba gritando por saber qué hizo, y cualquiera que sea el cargo, era inocente.

Tan solo quedé allí. Perdida en el tiempo y espacio.

¿Qué diablos acaba de pasar?

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