Capítulo 4

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Se movía inquieto por su habitación. No había dormido en toda la noche pensando en como salir de la situación en la se encontraba. Se rió de si mismo porque después de todo iba a tener a una condesa a su lado y maldita fuera la gracia que le hacía.

Se pasó la mano por el cabello como si al hacerlo pudiera encontrar una salida en la que todas las partes estuvieran satisfechas. No quería hacerlo, no se engañaba. El matrimonio siempre había estado en el último lugar de sus prioridades, pero también sabía que era un final al que tendría que llegar en algún momento.

Alargó su brazo hacia la botella de licor pero ésta se encontraba vacía.

No recordaba la última vez en la que se había visto en una encrucijada semejante. El se consideraba alguien de análisis frío, siempre sabía lo que quería hacer y como llevarlo a buen puerto, Se removió en su asiento y miró hacia las puertas abiertas del balcón. La noche se acababa y los primeros rayos del sol iban abriéndose camino.

Se levantó y comenzó a desvestirse. Se casaría al fin y al cabo su vida no cambiaría mucho. Tendría una esposa que atendería la casa, lo acompañaría a ciertos compromisos y él seguiría como hasta ahora.

La imagen de Meredith se materializó. La vió vibrante con sus besos, sus ojos brillaban, su boca respondía con pasíon...levantó la mano como si la pudiera tocar.....Cerró el puño con un gesto de rabia, aún no comprendía como alguien como la Señorita Carrington podía alterarlo de esa forma.

Una sonrisa se dibujó en su cara. Después de todo, esa unión no iba a ser un sacrificio en todos los aspectos. Tenía un lugar en mente donde su querida condesa encajaba a la perfección. Soltó una carcajada mirando hacia la cama.

Se dispuso a asearse para acudir puntual a la casa de su futura esposa. Su humor había mejorado en gran medida.

El sol iluminaba la habitación cuando Meredith se despertó. Lánguidamente estiró su cuerpo, se sentía descansada. Todavía recordaba lo que había soñado. Unos labios la besaban con maestría, unas manos le acariciaban la piel y ella disfrutaba con ello...De repente se incorporó en la cama con las manos sobre su cara.

- No, no, no,no...no es un sueño. Como pude....- Hundió la cabeza en la almohada y se tapó completamente.

Quería desaparecer de la faz de la tierra y que nunca nadie la encontrara. Gimió sabiendo que tendría que enfrentarse a su tía y explicarle que jamás volvería a ocurrir. Esperaba de corazón que la perdonara porque comprendía que si hubiera sido otra la persona que los hubiera encontrado en la biblioteca su familia hubiera sido la comidilla de la sociedad. De todos era sabido que las relaciones ilícitas era algo común entre ellos, sobre todos en los casados, tanto en hombres como en mujeres, pero se debían de llevar en el más absoluto de los secretos en el caso de las señoras, y en el caso de los hombres se permitía un margen algo más amplio. Pero ella sabía que su caso era distinto. Era soltera y dependía de su familia. Estaba muy mal visto ser encontrada en los brazos de un hombre a solas y además a eso había que añadirle que esos brazos pertenecían al Conde de Laughton, un mujeriego incorregible según contaban. Un cosquilleo le recorrió el cuerpo al recordar la sensación de su cuerpo pegado al suyo...

- ¡Basta, Merediht!.- Se regañó a si misma. Ese hombre era el diablo. No podía de dejar de pensar en él y todavía tenía que decidir si eso le gustaba o no.

Tocaron la puerta y tras dar su permiso Sarah entró como un vendaval en la habitación. Sus ojos refulgían de alegría. Meredith la miró interrogándola. Normalmente no se presentaba en su habitación a no ser que ella la llamara.

- Señorita, su tía me envía para que la ayude a vestir...¡ Oh, Dios! Es tan apuesto, tan guapo. No sabe la suerte que tiene señorita.- Corría de un sitio a otro de la habitación, abriendo el armario, sacando un vestido y desechándolo después para coger otro, buscando las zapatillas a juego...Buscaba las tenacillas para peinarla....Era como si quisiera hacer todo a la vez pero no consiguiera centrarse en nada.

Meredith la miraba corretear de un lado a otro, pero su mente se había congelado en lo que ella había dicho. Tenía suerte en qué, quien era tan guapo y tan apuesto... una imagen le vino a la cabeza pero no era posible, Sarah no podía saber lo que había sucedido la noche anterior. Comenzó a ponerse nerviosa tenía que saber a que se refería Sarah.

- Sarah, para un momento.- Pero parecía que no la escuchaba mientras seguía parloteando.- Sarah, po favor.- Esta vez la detuvo cogiéndola de un brazo.

- Lo siento señorita, pero es tan emocionante.....-

La cortó levantando las manos porque sabía que iba a comenzar otra vez a hablar y no podría pararla.

- Quiero que me cuentes desde un principio el porqué estás tan excitada, Sarah, y así lo entenderé un poco mejor, ¿De acuerdo?.- Había comenzado a sentir un manojo de nervios en el estómago porque sabía que no le iba a gustar lo que escuchara.

Sarah cogió aire para tranquilizarse y la miró con entusiasmo.

- Esta bien, pero mientras le cuento voy a ir vistiéndola. La estan esperándo.- y sonrió como si aquello fuera lo más maravilloso del mundo.- Esta manaña el Conde de Laughton a venido a hablar con su tía sobre usted.- Y tras decir esto se concentró en abotonarle el vestido.

- ...¿Y?...- Meredith, le incitó con la mirada a que continuara. Se retorcía las manos de lo nerviosa que estaba y se obligó a dejarlas caer a los lados.

- Bueno, señorita, no creo que usted no sepa a lo que ha venido.- dijo asombrada.- Nelly, me ha contado que escuchó cuando cerraba la puerta después de servirles café a su tía y al Conde, que él pedía su mano en matrimonio. ¿No le parece maravilloso?.- Y comenzó a peinarla.

Meredith, sentía sus piernas como si fueran de gelatina, mientras Sarah la peinaba

Eso no era lo que ella había esperado. Una reprimenda por parte de su tía y unas disculpas por parte de él , eso era todo. De cualquier forma sólo había sido un beso y nadie llegó a enterarse de ello. Se llevo las manos a la cabeza ya que ésta le empezaba a palpitar con rabia.

Esperó pacientemente a que terminaran de peinarle y se dirigió al saloncito del té.

Bajaba la escalera lentamente temiendo el momento de entrar en la habitación y comprobar que era real lo que Sarah con tanto entusiasmo le había contado. Giró a la derecha y recorrió el pasillo donde vió como su prima se paseaba nerviosa de un lado a otro. La miró sorprendida porque Marion siempre se conducía en la vida con una gran serenidad, como si todo lo que hiciera estuviera escrito con antelación y ella supiera perfectamente lo que debiera hacer.

En ese momento Marion se giró y se le enfrentó.

- ¿Cómo lo hiciste?¿Cómo? No puedo creer que te vayas a casar antes que yo. Con tu cara de no romper un plato no lo entiendo.- y acompañaba sus palabras con movimientos de cabeza. - Y además con él, sabías que me interesaba y lo has echo a propósito, tu lo sabías.- Se acercaba a Meredith de manera amenazante. no podía creer que estuviera en ese estado. Ella tenía a decenas de hombres que suspiraban por que les dirigiera una mirada y no entendía porqué pensaba que le había hecho algo para molestarla.

- Marion, no sé a que te refieres, no he hecho nada te lo aseguro... yo pensaba hablar con tu madre esta mañana pero no sabía que estabas interesada en el conde.-

Su prima se irguió, la miró con todo el desprecio del que fue capaz y pasó a su lado dirigiéndose a sus habitaciones

Miró hacia la puerta y no se atrevió a abrirla. No quería girar el picaporte porque sabía que una vez que entrara todo cambiaría de una manera que ella no sabía si estaba dispuesta a aceptar con docilidad. Tenía que convencerlos que lo mejor era olvidar lo sucedido, después de todo ella era a quien más le afectaba aquella situación y si decidía que podría vivir con ello no veía el porqué los demás se tendrían que preocupar.

Se retiró uno de los rizos que se le habían soltado del recogido y con decición abrió la puerta.

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Saga Londres 1 " Matrimonio a la fuerza "Where stories live. Discover now