Capítulo 20

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Nicholas Starling, Conde de Laughton, se encontraba en la biblioteca maldiciendo a las primas, tías y toda suerte de parientes que se presentaban sin avisar e impedían que pudiera disfrutar de su mujer.

Míraba fijamente el reloj con el ceño fruncido.

Dos horas, dos condenadas horas llevaba Meredith con Marion hablando, seguramente, de cualquier tontería sobre encajes y cintas mientras él esperaba con paciencia.

La noche anterior después de lo que consideraría un gran avance, decidió rodear la mansión y pedir el coche para volver a casa. Meredith no se sostenía casi en pie, estaba seguro de que si le retiraba su apoyo caería al suelo. Además su aspecto delataba el interludio de pasión que habían protagonizado. El peinado, si podía llamárselo así, había dejado de existir y el cabello caía por la falta de horquillas que seguramente habrían quedado en el suelo del templete.

Sonreia al recordarlo.

Los labios estaban hinchados debido a sus torridos besos....En definitiva, parecía una mujer que acababa de tener una sesión de buen sexo, aunque de él no se pudiera decir lo mismo.

La frustación lo tenía de mal humor.

Tras acomodarla en el coche mando a que le trajeran su abrigo y la capa de Meredith. No habían pasado ni dos minutos cuando ella se quedó dormida. La acomodó entre sus brazos para que descansara mejor y disfrutó de tenerla cerca. No se despertó cuando llegaron a la casa y él no quiso hacerlo, así que la cojió en brazos y la subió a la habitación.

Sanders no se sorprendió de que su largo cabello se encontrara suelto y no con el elegante recogido que tenía unas horas antes. Parecía que se estaba acostumbrando a que la señora volviera un poco desarreglada de sus salidas.

Tras decirle a Mandy que no la necesitaba esa noche, la desvistió con cuidado y la dejó con la camisola antes de meterla entre las sabanas, no se atrevía a quitársela para ponerle el camisón por si acaso su cuerpo dejaba de obedecer a su mente y se abalanzaba sobre ella como un animal hambriento.

Ella sólo abrió una vez los ojos e inmediatamente volvió a quedarse dormida no sin antes dedicarle una sonrisa que hizo que su corazón palpitara más rápido.

Nick tardó bastante en dormir. Se quedó observándola y después la acercó hacia él para que descansara en su pecho. Suspiro satisfecho porque ya se estaba imaginando despertarla por la mañana con largos y profundos besos que la hicieran derretirse y entonces el podría satisfacer el deseo acumulado de cinco largos días desde su vuelta. La mantendría toda la mañana en la cama hasta bien pasado el mediodía o quizá se levantaran solamente para abrir la puerta y pedir algo de comer.

No había contado con que Marion se presentara casi después de amanecer y solicitara ver a su prima. Meredith se había levantado sin darle tiempo a darle un beso siquiera y se habían encerrado en el saloncito verde. Incluso el desayuno lo habían tomado alli. El sólo había pedido café.

Volvió a mirar el reloj. Si no salían en los próximos cinco minutos entraría allí cogería a su mujer, se la hecharía al hombro y subiría las escaleras para encerrarse con llave en su habitación y ¡al diablo con las buenas maneras!.

Miró a su entrepierna y agradeció que en ese momento no estuviera excitado.

- Ya te tocara, tranquilo, ya te tocará.- Le dijo mientras le daba palmaditas con la mano.

Cuando se dío cuenta que le estaba hablando a su pene pensó que la locura lo había alcanzado al fin. Reclinó la cabeza en el respaldo y cerró los ojos.

Llamaron a la puerta y dió permiso de entrar.

- ¿Estás listo?.- Le llegó la voz de Damon.

Nick abrió los ojos y lo miró sin comprender.

Saga Londres 1 " Matrimonio a la fuerza "Where stories live. Discover now