Capítulo 19

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    Lord Carmichael, leyó la nota. 

   Por fin el perro se había dignado a volver. Y lo había hecho mostrando cuanto deseaba a su esposa. Se lamentó de haber declinado la invitación al baile de los Prescott porque entonces lo podía haber visto con sus propios ojos.

   Parecía que no era cierto que había un distanciamiento entre los recién casados después de todo. Esa muestra pública de afecto.....

     Eso le alegraba porque así le dolería más lo que le tenía reservado a su dulce esposa.

 Meredith obligó a su cuerpo a arrastrarse hasta la salita del desayuno.

   Las tres últimas noches habían sido el peor de los castigos. No comprendía porqué Starling podía dormir a pierna suelta mientras ella era plenamente consciente de su presencia al otro lado de la cama.

   Era un verdadero martirio verlo vestirse, aunque esas ocasiones eran escasas, era aún peor cuando se despojaba de la ropa. Tenía la costumbre de hacerlo delante de ella y cada vez se agitaba más con la visión de su cuerpo.

   Si cerraba los ojos era capaz de realizar un bosquejo milimetricamente  detallado de su figura. Le gustaba particularmente como sus músculos se ondulaban al quitarse la camisa, como la luz hacía que su piel pareciera bronce, como se le ajustaba el pantalón a su trasero......tanto ansiaba tocarlo en esos momentos que las manos le cosquilleaban, aunque no era lo único que lo hacía.

   ¡Basta! Obligó a su imaginación a que frenara. De noche no dormía y el día no era mejor. Intentaba mantenerse ocupada para que su traicionera mente no se entretuviera en lo que parecía que era su pensamiento favorito.

   Saludó a Sanders y se concentró en  mantener los ojos abiertos no fuera ser que le pasara como el día anterior en el té de la señora SaintJohn. Se había quedado total y abosolutamente dormida. Cerró los ojos un momento y los volvió a abrir sobresaltada al escuchar su nombre repetido insistentemente. Tuvo que decir que tenía un dolor terrible de cabeza que le impedía oir bien. No podría ganarse la vida nunca inventando historias. Era patética improvisando mentiras.

   Se estaba sirviendo té cuando Abby se sentó junto a ella con la elegancia que le caracterizaba.

  - Buenos días, querida.- La miró con preocupación- ¿No te encuentras bien? Se te ve cansada.

  - No duermo lo suficiente.- Al notar que podía  desvelar más de lo que creía conveniente, agregó.- Creo que aún echo de menos mi cama.

      Abby  detuvo el tenedor justo antes  de metérselo en la boca y lo dejó en el plato.

   - Pero antes de que llegara Nicholas, sí descansabas o al menos no tenías un aspecto tan agotado. Mi hijo no estará siendo demasiado exigente contigo ¿verdad? Porque si es así creo que le deberías comentar algo...

   -¡No! No es eso, se lo puedo asegurar. El no me cansa en absoluto.- Notaba que  su sonrojo debía de  extenderse hasta  debajo de  su pelo.

   - No pretendía inmiscuirme lo siento. Pero sé que al principio los hombres son demasiado fogosos y no todas las mujeres pueden serguir su ritmo, tu me entiendes.- Bajo la mirada un poco avergonzada por el giro de la conversación pero sintiéndose obligada a aconsejarla ya que la muchacha carecía de lazos maternos.- Además por lo que se comenta Nicholas es un hombre de sanos apetitos.

   Meredith quería meterse bajo la mesa. Abby pensaba que no dormía  porque la pasaba haciendo Dios sabe qué por las noches y ella tenía que reconocer que le gustaría mucho descubrirlo pero no era el caso.

Saga Londres 1 " Matrimonio a la fuerza "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora