Capítulo 15

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No podía dar un paso más. Los últimos días, cinco para ser exactos, había recibido más invitaciones que el principe regente, de eso estaba casi segura. En cuanto piso el baile de los Pembrooke y se confirmó la ausencia del Conde, todos querían que la nueva Condesa de Laughton asistiera a su fiestas con el morboso fin de averiguar cuando se presentaría el marido....si es que lo hacía. Se estaba cansando de fingir una tranquilidad que en realidad se hallaba muy lejos de sentir.

Fué empujada sin ninguna contemplación hacia delante y una mano la sujetó. Comenzó a agradecer el gesto y entonces decubrió que esa mano era del Coronel.

- Muchas gracias, Lord Prescott, temía haber perdido totalmente el equilibrio- le dedicó una sonrisa coqueta.

- No hay de qué Lady Laughton- le respondió de igual modo pero se ruborizó, garraspeó y se tocó la punta del bigote enroscándosela entre los dedos.

A meredith siempre le había agradado el viejo Coronel y él siempre la saludaba con cariño.

Un joven tosió para hacerse ver y ella reparó por primera vez en él. Lord Prescott se giró como si no se acordara que estaba a su lado y entonces reaccionó.

- Ah, por supuesto... Milady no conoce usted a mi sobrino ¿verdad?.No, claro que no, acaba de llegar desde Bath, pasará una temporada con nosotros..- palmeó la espalda del muchacho y este intentó no tambalearse ante la muestra de cariño.

Un silencio siguió a las palabras de Lord Prescott y su sobrino volvió a toser. Meredith ocultó su sonrisa tras su abanico.

- Claro, claro no los he presentado... Lady Laugtohn, le presento a mi sobrino William Townsend III, Vizconde de Manford.

El muchacho le beso con gran elegancia la mano, pero a Meredith se le congelo la sonrisa en la boca...William, ese nombre la hacía estremecer. Si alguna vez tenía algún hijo nunca, jamás le pondría ese nombre ni siquiera como segundo. Si tenía una hija no permitiría que se casara con nadie llamado así, ni que en la familia de su marido hubiera nadie que lo llevara, así ella no tendría que pronunciarlo en lo que le restara de vida. Pensó que podía haber dicho otro nombre aquella noche y no uno tan comun como William. No sólo la descomponía pronunciarlo sino también pensarlo.

- Encantada milord...- consiguió pronunciar sin que se le atoraran las palabras.

Y el muchacho la miró con adoración. Había hecho una conquista.

Buscó a Lord Arlington entre las parejas que bailaban en ese momento ya que se había encargado de acompañarla cada noche a su residencia porque según él, había pasado a ser como una hermana en cuanto se unió en matrimonio a su amigo. Sonrió al pensar en Ibree, era un hombre maravilloso que siempre la hacía reir cuando lo necesitaba. No sabía como, pero podía adivinar sus estados de humor y no le permitía un sólo momento de aburrimiento. La acompañaba a cabalgar por las mañanas junto con Marion y durante los bailes procuraba no separarse de ella porque decía que una dama tan encantadora estaba siempre en peligro de que cualquier libertino se le insinuara, claro que esta afirmación siempre la acompañaba con un guiño y una espléndida sonrisa.

Su tía y Abby, se encontraban junto a ella. Se comportaban con dos gallinas cluecas con sus polluelos, procuraban que nadie la molestara con preguntas que no tenìan mayor objeto que la de indagar el paradero de su esposo. Suspiró al pensar en ello. La mayoría se conformaba con murmurar y congeturar qué podía justificar el haber dejado a su esposa de manera tan precipitada, pero después estaba aquellas personas que no tenían ningún reparo en preguntarle directamente cuando volvería su esposo de ese viaje tan precipitado. Ella, por supuesto, había contado siempre lo que acordó con Marion aún sabiendo de antemano que las lenguas se desatarían dijera lo que dijera.

Saga Londres 1 " Matrimonio a la fuerza "Where stories live. Discover now