Capítulo 46.

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NOCHE DE GRADUACIÓN parte 2.

Narrador omnisciente:

No hay sensación que se compare con estar enamorado y ser correspondido.

La emoción que recorre el cuerpo cuando la persona que nos gusta nos ve de la misma manera es inexplicable, el cómo todo lo que esta mal parece no importar comparado con la felicidad que da el sentirse amado.

Tony era una total romántica, una chica enamoradiza que sin importar cuantas veces terminara herida siempre volvería a confiar su corazón, es noble y amorosa, es sincera y siempre habla con los sentimientos por delante. Jamás ha intentado fingir algo que no es, es como un libro abierto, transparente, una chica que es buena sin siquiera intentar serlo, de esas que te caen mal por ser tan positivas en todas las situaciones. Energética, alegre, sociable, con una de las vibras más vivas y luminosas que existen.

Y Valentina.

Ay, Valentina.

Por el contrario, una joven no muy expresiva, ni tampoco muy cariñosa, no toma decisiones a la ligera y no acostumbra a dejarse llevar por lo que siente. Valentina es mucho más precavida al momento de dar un paso, o de tomar cualquier decisión que pudiera afectar a otras personas. Es leal y jodidamente honesta. Una honestidad bruta que en ocasiones es su principal enemiga pues la deja mal ante las personas, su impotencia para guardar lo que piensa siempre la mete en problemas. Es mucho más reservada y aunque intenta dejarlo atrás, uno de sus rasgos más definidos es su constante preocupación de su imagen ante la sociedad.

No tenían nada que ver una con la otra, en cierta manera, ni siquiera eran compatibles. ¿Cómo podrían funcionar? No tienen nada en común. Incluso son de dos mundos distintos, dos tipos de vida totalmente diferentes. Tony ha trabajado desde siempre como cajera en la refaccionaria de su tío, en la que actualmente gracias a sus años ha aprendido algo de mecánica y le va mucho mejor arreglando autos que vendiendo partes. Y Valentina no tiene ni idea de que significa la palabra "trabajo"

¿Las personas de su edad trabajan?"

Era algo que a Valentina antes de conocer a Tony le parecía imposible.

Como dije. Nada en común.

Pero a la princesa y la plebeya no podría importarles menos. No cuanto estaban en medio de una pista, con desconocidos rodeandolas pero absortas totalmente en la mirada de la otra.

Valentina encantada porque Tony vestía su color favorito.

Y Tony inmensamente feliz por estar con su chica favorita.

¿Qué importaba lo demás? Bastaba vestirse ambas de morado para que tuvieran algo en común.

Ya habían pasado la parte movida de la noche, en la que Valentina se avergonzó en la pista porque Tony bailaba y saltaba eufórica ganándose miradas de sus compañeros, lo cual a Valentina le parecía algo irritante. Tony era el centro de atención y Valentina prefería pasar desapercibida.

Por eso en cuanto la música lenta comenzó a sonar Valentina se abrazó al cuerpo de Tony, colocando ambas manos sobre los hombros de esta y recostando el rostro contra su pecho. Tony la rodeó por la cintura y cerrando los ojos se permitió disfrutar de esa cercanía. Así los ojos curiosos de sus compañeros se apartaron de ellas.

Pero Valentina ya había dejado de pensar en aquellos que las miraban, estaba ahora más ocupada en tratar de controlar los latidos de su emocionado corazón que parecía querer salir por su garganta en cualquier momento. El agarre de Tony en su cintura que en un principio había sido suave, ahora era mucho más firme, sus palmas acariciaban con seguridad la espalda baja de Valentina quien intentaba respirar para controlar el nerviosismo que comenzaba a apoderarse de su cuerpo.

Entendido, profesora. TERMINADA. Where stories live. Discover now