Capítulo 24

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El día del campamento había llegado: yo seguía sola con Eugenia y cada tanto hablaba con Claire y el resto de las chicas, pero casi ni me hablaba. Jason por tres meses no me había ni siquiera cargado; hubiera preferido mil veces que me molestara antes que ni siquiera me mire. Y tanto lo quise, que lo tuve.

En el campamento dejé mis cosas al lado de las suyas, donde se suponía que era territorio de hombres pero yo no sabía. Yo me había quedado hablando con Eugenia cuando me di vuelta y vi que mis cosas estaban volando por el aire: Jason y Nicholas estaban tirando mi cepillo del pelo, mi cuaderno, todo. Madison, en lugar de no hacer nada y reírse como esperaba, estaba intentando de frenarlos pero era inútil. Me acerqué y les empecé a gritar un par de cosas que hizo que se mataran de risa. Enojadísima, agarré todas mis cosas y las tiré al lado de un árbol bien lejos.

Era obvio que Jason todavía no había cambiado; era el mismo imbécil de principio de año, no había cambiado un pelo. Estaba muy angustiada, quería tener un buen tiempo y el bobo ése tenía que arruinarmelo, como siempre. Literalmente no se cansaba de hacer mi vida imposible.

La misma noche hicimos un fuego pero no quedaban malvaviscos. Uno de los profesores me mandó a buscar algunos a la cabaña de la cocina y, en el camino, me encontré una virgen pegada a una cabaña vacía. Estaba re escondida, como si no quisieran que alguien la viera. Yo, por suerte, la encontré gracias a la luz de la luna. La estudié por un rato, decidida que iba a volver a mi "escondite".

Llevé los malvaviscos y tenía a Jason literalmente en frente mío, atravesado por el fuego, pero lo podía ver por la parte de la llama. Sé que él también me miraba a mí, como si se estuviera arrepintiendo de lo que me hizo porque sabía que estaba mal. Sin embargo, estaba abrazado con Madison y ella riéndose de las penadas que él decía. Ilusos.

Nos fuimos todos a dormir y yo me dormí rápido. Claro, nos habíamos levantado temprano y estuvimos todo el día haciendo actividades. Pero, en medio de la noche, me desperté después de haber tenido un sueño con Jason, como que se acercaba a mí pero no llegaba. En frente mío estaba la virgen, así que ahí fue cuando supe a dónde tenía que ir.

Me levanté tratando de no hacer ruido (estaba difícil en una carpa), me puse las pantuflas y un buzo y me dirigí para la virgencita. Ya no la iluminaba la luna, pero yo la veía igual una vez acostumbrada a la oscuridad. Me senté en frente de ella, tratando de hablarle. No sabía cómo se hacía, no era religiosa, pero quería una amiga para hablar y ella parecía perfecta.

–Virgen, te confieso, no soy muy buena para estas cosas –empecé, tímida con los ojos cerrados y las manos juntas –pero si es que se puede, te pido que me des señales para saber si él es el "indicado". Vos fuiste una mujer, supongo, y sabés lo que es tener un amor que no podés tener, ¿no? María, ponete la 10 si me estás escuchando y haceme la gamba. ¿Podés? Por favor te pido.

–Diamond, –una voz masculina interrumpe mi, ¿oración, se dice? Casi dándome un soponcio. Cuando recuperé el pulso, me di vuelta para encontrarme con Jason –perdón, te asuste.

–No, tranquilo, no sos tan feo. Ahora te dejo para que hables con la virgen –dije recuperando mi aliento. Todavía no caía que esa podía ser una señal, pero era demasiado loco que fuera tan instantáneo. A todo esto, yo tenía puesto mi piyama y mi pelo hecho un desastre, pero tuvo el detalle de no decirme nada.

–No –dice agarrándome del brazo –con vos quiero hablar. –Lo miré con ojos llenos de esperanza, como si de verdad la virgen me había escuchado.

–¿Te parece hablarme como si nada después de lo que hiciste?

–Justamente de eso quería hablar. –tragué saliva y lo dejé proseguir. –Yo... recién me desperté de un sueño, era como que yo te perseguía a vos por un túnel que al final llegaba a una luz y me levanté. Fue un impulso lo que me trajo hasta acá, ni siquiera sabía que estaba esta virgen acá.

–¿En.. en serio me decís? –estaba muy shockeada, si no me estaba mintiendo esto era claramente una señal. Pero no importa, estaba siendo un pelotudo. – Pero, ¿qué me querías decir? ¿No te alcanzó con tirar mis cosas hoy?

–¡¿Es que no te das cuenta?! ¡Me volvés loco, flaca! Estuve pensando todo y llegué a la conclusión de que no puedo ignorarte. Intento, pero no me sale –me gritó pasándose las manos por el pelo en frustración – Estamos volviendo a lo mismo de antes, Diamond. Hay que decidirnos –una vez calmado, dijo negando con la cabeza.

–¿Y qué pasa con Madison?

–No sé, no pensemos eso ahora –me susurró agarrándome de cada lado de la mandíbula con sus manos dándome, una vez más, escalofríos. Me soltó y, de vuelta, me empezó a gritar: –Me estuve escondiendo atrás de ella todo el tiempo. ¿No te diste cuenta? ¡Nunca me sentí tan pelotudo como la vez que me rechazaste en la cara y seguimos siendo amigos! No estoy acostumbrado y quería que me volvieran a aceptar y estaba seguro de que Madison lo iba a hacer. Sabía que la única manera en la que tenía chances de volver a hablar con vos era a través de ella. –Su tono se neutralizó y ahora estaba a unos centímetros de mi cara nada más.

–Mirá, no me parece justo que la uses... –antes de que pudiera terminar mi oración, Jason prácticamente se abalanzó sobre mí y me tiró la boca.

La verdad era que me esperaba que pasara eso en el momento que lo vi acercarse, pero volver a sentir su boca era incomparable. Tuve solo 3 chapes y de todos los que tuve (y que voy a tener) estaba segura que ninguno me va a dar la misma adrenalina que me daba Jason. Esta vez, encima, era una cosa más agresiva, no tan gentil. Es más: fue tan agresivo hasta el punto de que apoyara su mano contra la ventana y la rompiera en mil pedazos, mandándonos al frente con la alarma que empezó a sonar. Instantáneamente nos separamos, nos miramos y me agarró del brazo corriendo para llevarme atrás de unos árboles.

Este chico no dejaba de meterme en líos. 

Within Hate (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora