C A P I T U L O 1

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McKinney, Texas

1976

A _______ Howard las matemáticas le daban dolor de cabeza y leer le irritaba los ojos. Pero al menos cuando leía movía el dedo sobre las palabras que no entendía y se las podía saltar. Con las matemáticas, sin embargo, no podía hacer trampas.

_______ apoyó la frente sobre la hoja de papel que había en su pupitre y escuchó los sonidos de sus compañeros de cuarto grado jugando fuera, en el recreo, bajo el cálido sol de Texas. Odiaba las matemáticas, pero especialmente odiaba contar todos esos estúpidos palos. Algunas veces, clavaba los ojos en esos dibujitos tan fijamente que le dolían la cabeza y los ojos. Pero cada vez que los contaba se encontraba con la misma respuesta: la incorrecta.

Para distraerse de las matemáticas, _______ se puso a pensar en el té «rosa» que su abuela y ella disfrutarían después de la escuela. La abuela ya habría hecho los pastelitos rosados, y las dos se vestirían con chiffon rosa y pondrían sobre la mesa un mantel rosa con servilletas y tazas a juego. A _______ le encantaban los tés rosa y además se le daba bien servirlos.

-¡_______!

Prestó atención al instante.

-¿Sí, señorita?

-¿Te ha llevado tu abuela al médico para que te hiciera el examen del que hablamos? -preguntó la señora Noble.

-Sí, señorita.

-¿Y te ha llevado también a hacer las pruebas?

Asintió con la cabeza. La semana anterior, durante tres días, había tenido que leer para un doctor con grandes orejas. Contestó a sus preguntas y escribió historias. Hizo cuentas y dibujó. Le había gustado lo de pintar, pero el resto había sido muy aburrido.

-¿Has acabado?

_______ miró la página garabateada ante ella. Había usado la goma tantas veces que los pequeños recuadros para las respuestas se habían quedado de un gris desvaído, y varias lágrimas manchaban el papel al lado de los palitos.

-No -dijo, cubriendo la hoja con la mano.

-Déjame ver lo que has hecho.

Con temor se levantó renuentemente de la silla, y luego la empujó debajo del pupitre en la posición correcta. Las suelas de cuero de sus zapatos apenas se oyeron mientras caminaba lentamente hacia la mesa de la maestra. Sintió el estómago revuelto.

La señora Noble tomó el sucio papel de la mano de _______ y estudió los problemas de matemáticas.

-Lo has vuelto a hacer mal -le dijo con irritación, recalcando las palabras. El desagrado achicó los ojos castaños de la maestra haciendo destacar su delgada nariz-. ¿Cuántas veces vas a poner mal las respuestas?

_______ miró por encima del hombro de la maestra la mesa de ciencias sociales donde había veinte pequeños iglús hechos con terrones de azúcar. Debería haber veintiuno, pero debido a su pésima caligrafía _______ tendría que esperar a construir su propio iglú. Tal vez mañana.

-No lo sé -susurró ella.

-¡Te he dicho al menos cuatro veces que la respuesta al primer problema no es diecisiete! ¿Entonces por qué sigues poniéndolo?

-No lo sé -había contado varias veces cada palito. Había siete en dos grupos y tres en el otro. Eso hacía diecisiete.

-Te lo he explicado repetidamente. Mira el papel.

Cuando _______ hizo lo que le dijo, vio que la señora Noble apuntaba al primer grupo.

-Este grupito representa diez -ladró, y puso su dedo a un lado-. Este otro representa diez más, y tenemos los tres palitos restantes a un lado. ¿Cuánto es diez más diez?

Simplemente irresistible {Justin Bieber & Tu} TERMINADAWhere stories live. Discover now