C A P I T U L O 7

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Ella lo miró y se dejó caer el pelo por los hombros.

-Creo que podrías ser simpático si quisieras.

-Claro -dijo, moviendo las yemas de sus dedos para rozarle las marcas que tenía en la espalda, pero antes de que pudiera aliviar su piel con la caricia dejó caer la mano-. Si quisiera -dijo, y se fue de la habitación cerrando la puerta tras él.

Cuando llegó al salón, sintió inmediatamente la mirada especulativa de Ernie. Justin tomó la cerveza de la mesa, se sentó en el sofá que había delante del viejo orejero de su abuelo y esperó a que Ernie comenzara a lanzar sus preguntas. No tuvo que esperar demasiado.

-¿Dónde la recogiste?

-Es una larga historia -contestó, luego explicó la situación sin dejarse nada en el tintero.

-Dios mío, ¿has perdido el juicio? -Ernie se inclinó hacia delante sobre el borde del asiento y le dijo-: ¿Qué crees que va a hacer Virgil? Por lo que me has dicho, ese hombre no es exactamente un dechado de misericordia y prácticamente le has robado a la novia.

-No se la robé. -Justin puso los pies sobre la mesita de café y se hundió más en los cojines-. Ella ya lo había dejado.

-Sí. -Ernie cruzó los brazos sobre el delgado pecho y miró ceñudo a Justin-. En el altar. Un hombre no es propenso a perdonar y olvidar una cosa como ésa.

Justin apoyó los codos sobre los muslos y se llevó la botella a los labios.

-No se enterará -dijo antes de dar un largo trago.

-Espero que no. Hemos trabajado muy duro para llegar tan lejos -le recordó a su nieto.

-Lo sé -dijo, aunque no necesitaba que se lo recordara. Le debía todo lo que era a su abuelo. Después de que su padre muriera, su madre y él se habían trasladado a vivir a la casa de al lado de Ernie. Cada invierno Ernie había llenado su patio trasero de agua para que Justin tuviera un sitio donde patinar. Había sido Ernie quien había practicado con Justin sobre ese hielo helado hasta que ambos acababan congelados hasta los huesos y quien le había enseñado a jugar al hockey, llevándolo a los partidos y quedándose para animarle. Fue su abuelo quien los mantuvo unidos cuando las cosas iban realmente mal.

-¿Vas a «hacerlo» con ella?

Justin miró la cara arrugada de su abuelo.

-¿Qué?

-¿No es así como lo dicen los jóvenes ahora?

-Jesús, Ernie -dijo Justin, aunque en realidad no estaba escandalizado-. No, no voy a «hacerlo» con ella.

-Sin duda alguna, eso espero. -Cruzó su calloso y agrietado pie sobre el otro-. Pero si Virgil se entera de que está aquí, pensará que lo has hecho de todas maneras.

-No es mi tipo.

-Claro que lo es -discutió Ernie-. Me recuerda a esa artista de striptease con la que saliste hace poco, Cocoa LaDude.

Justin echó un vistazo al pasillo, agradeciendo que _______ aún no hubiera aparecido.

-Su nombre era Cocoa LaDuke, y no salí con ella. -Volvió la mirada hacia su abuelo y frunció el ceño. Si bien Ernie nunca se lo había dicho, Justin tenía el presentimiento de que su abuelo no aprobaba su estilo de vida-. No esperaba encontrarte aquí -dijo, cambiando de tema a propósito.

-¿Dónde querías que estuviera?

-En casa.

-Mañana es día seis.

Justin volvió la mirada a la enorme ventana que daba al océano. Observó cómo se hinchaban las olas para después replegarse sobre sí mismas.

-No necesito que me des la mano.

-Lo sé, pero pensé que te gustaría tomar una cerveza con un amigo.

Justin cerró los ojos.

-No quiero hablar de Linda.

-No tenemos que hacerlo. Tu madre está preocupada por ti. Deberías llamarla más a menudo.

Justin rascó ligeramente con el pulgar la etiqueta de la botella de cerveza.

-Bien, lo haré -convino, aunque supo que no lo haría. Su madre solía portarse como una bruja con él sobre el tema del alcohol; lo machacaría con que llevaba una vida autodestructiva. Sabía que tenía razón, pero no necesitaba que se lo recordaran-. Cuando pasé por el pueblo, vi a Dickie Marks saliendo de tu bar favorito -dijo, cambiando otra vez de tema.

-Estuve antes con él. -Ernie se levantó lentamente de la silla. Sus torpes movimientos le recordaron a Justin que su abuelo tenía setenta y un años-. Vamos a salir a pescar por la mañana. Deberías madrugar y venir con nosotros. -Varios años antes, Justin habría sido el primero en subirse en el bote, pero ahora normalmente se despertaba con un agudo dolor de cabeza. Levantarse antes del amanecer para congelarse el culo no le atraía en absoluto.

-Lo pensaré -contestó, sabiendo que no lo haría.

Simplemente irresistible {Justin Bieber & Tu} TERMINADAOù les histoires vivent. Découvrez maintenant