C A P I T U L O 14

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La oscuridad envolvía la figura desnuda de Justin, tan oscura como su sombrío estado de ánimo. La casa estaba silenciosa. Demasiado silenciosa. Si escuchaba atentamente, casi podía oír la suave respiración de _______. Pero ella estaba durmiendo en el dormitorio y sabía que oírla era imposible.
Era la noche. La oscuridad. El silencio. Conspiraban contra él, susurrándole en el oído e invadiendo susrecuerdos.
Se llevó la botella de Bud a la boca bebiéndose con rapidez la mitad. Se puso delante de la ventana panorámica y contempló la gran luna amarilla y el rastro plateado de las olas. Todo lo que podía ver de su propio reflejo en el cristal era una silueta nebulosa. El contorno indefinido de un hombre que había perdido su alma y que no estaba demasiado interesado en encontrarla otra vez.
Inesperadamente, la imagen de su esposa, Linda, surgió ante él en la oscuridad. La imagen de la última vez que la había visto, dentro de una bañera de agua ensangrentada; allí su aspecto era muy diferente al de la chica saludable que había conocido en la escuela secundaria.
Sus pensamientos regresaron a aquella época en la escuela cuando había salido con ella. Pero después de graduarse, él se había ido lejos para jugar al hockey en las ligas menores. Toda su vida había girado en torno a ese deporte. Había jugado duro y, a la edad de veinte años, había sido el primer jugador fichado por los Toronto MapleLeafs en 1982. Su tamaño lo convertía en un jugador claramente dominante y se había ganado con rapidez el apodo de «Muro». Su destreza sobre el hielo lo había convertido en una estrella de la noche a la mañana. Su pericia social, sin embargo, lo había convertido en un ídolo de las groupies, quienes lo consideraban como un Mark Spitz de las pistas. Justin jugó para los Maple Leafs durante cuatro temporadas, hasta que los Rangers de Nueva York le ofrecieron un contrato más elevado, convirtiéndose en uno de los jugadores mejor pagados de la NHL. Había llegado a olvidarse por completo de Linda.
Cuando la volvió a ver, habían pasado seis años. Tenían la misma edad, pero distintas experiencias. Justin había visto mundo. Era joven, rico y había hecho cosas con las que otros hombres sólo podían soñar. Durante todos esos años, él había cambiado mucho mientras que Linda apenas lo había hecho. Era casi la misma chica con la que había retozado en el Chevy de Ernie. La misma chica que había usado el espejo retrovisor para repintarse el carmín que él se había comido a besos.
Se reencontró con Linda otra vez durante unas vacaciones de la liga de hockey. La sacó del pueblo. Se la llevó a un hotel y tres meses más tarde, después de decirle que estaba embarazada, la convirtió en su esposa. Su hijo, Toby, nació a los cinco meses de embarazo. Las siguientes cuatro semanas se las pasó observando cómo su hijo luchaba por vivir, mientras soñaba con enseñarle todas las cosas que sabía de la vida y el hockey. Pero sus sueños de un niñito revoltoso murieron dolorosamente con su hijo.
Mientras Justin sufría en silencio, la pena de Linda fue evidente para todos. Se pasaba los días llorando y durante mucho tiempo estuvo obsesionada con tener otro niño. Justin sabía que él era la razón de su obsesión. Se habían casado porque estaba embarazada, no porque la amase.
Debería haberla dejado en ese momento. Debería haberse ido, pero no había podido abandonarla. No mientras estuviera sumida en el dolor y él se sintiera responsable de su pena. Durante el año siguiente se mantuvo a su lado mientras ella iba de doctor en doctor. Se mantuvo a su lado mientras sufría varios abortos. Permaneció con ella porque una parte de él también quería otro bebé. Y vio cómo se hundía en la más profunda desesperación.
Se quedó a su lado, pero no fue un buen marido. La obsesión por tener otro hijo la volvió loca. Los últimos meses de su vida, no podía soportar ni siquiera tocarla. Cuanto más se aferraba ella, más ganas de escapar tenía él. En ningún momento ocultó sus líos con otras mujeres. A un nivel subconsciente, quería que ella lo dejara.
Pero prefirió suicidarse.
Justin se llevó la botella de cerveza a los labios y tomó un largo trago. Linda había querido que fuera él quien la encontrara, y así fue. Un año después, todavía podía recordar el color exacto de su sangre mezclada con el agua del baño. Podía ver su pálida cara y el húmedo cabello rubio. Podía oler el champú que había usado y ver los cortes que se había infligido desde las muñecas hasta los codos. Todavía podría sentir cómo se le revolvían las tripas.
Desde entonces, vivía con el peso de una horrible culpa. Todos los días buscaba olvidar sus recuerdos mientras la culpa lo devoraba.
Justin entró en el dormitorio y miró a la preciosa chica enredada en sus sábanas. La luz del vestíbulo iluminaba la cama y el oscuro pelo rizado. Tenía un brazo sobre el estómago y el otro estirado.
Suponía que debería darle pena Virgil por haberlo sustituido en su noche de bodas. Pero no lo hacía. No lamentaba lo que había hecho. Había disfrutado demasiado y, total, si alguien se enteraba de que ella había pasado la noche en su casa, daría por hecho que habían mantenido relaciones sexuales de todos modos. Así que, ¿qué demonios?
El cuerpo de _______ estaba hecho para el sexo, pero se había dado cuenta de que no tenía tanta experiencia como había parecido cuando coqueteaba con él. Había tenido que enseñarle a dar y recibir placer. La había besado y la había recorrido con la lengua de pies a cabeza y, a su vez, la había enseñado qué hacer con esa boca tan exuberante que tenía. Ella era sensual e ingenua y él la encontraba increíblemente sexy.
Justin se tumbó a su lado en la cama y le deslizó la sábana blanca hasta la cintura. Parecía como si se hubiera dejado caer desnuda en un enorme charco de crema batida. Él se sintió de nuevo excitado y la cubrió con su cuerpo. Apretándole los senos con las manos, hundió la cara en la hendidura que formaron y la besó allí tiernamente. En ese lugar, con esa carne suave y caliente bajo él, no tenía que pensar en nada más. Todo lo que tenía que hacer era sentir placer. Al oír el profundo gemido de _______, levantó la vista hacia su cara. Lo miraba con ojos somnolientos.
—¿Te he despertado? —le preguntó.
_______ observó el hoyuelo de la mejilla derecha de Justin y su corazón comenzó a palpitar.
—¿No ha sido ésa tu intención? —preguntó, tan conmovida por él que lo sentía hasta en el alma y, aunque él no le había dicho que se ocuparía de ella, sabía que al menos tenía que sentir algo. Se había arriesgado a la cólera de Virgil para estar con ella. Había puesto en peligro su carrera y _______ encontraba excitante y terriblemente romántico el riesgo que había corrido por ella.
—Podría controlar mis manos y dejarte dormir. Pero no será fácil —le dijo, moviendo la palma de la mano por la cara externa del muslo desnudo de _______.
—¿Tengo otra opción? —preguntó ella mientras le acariciaba el pelo de las sienes.
Él se deslizó hacia arriba hasta que tuvo el rostro encima del suyo.
—Me encantaría volver a hacerte gemir.
—Hum. —_______ fingió considerar las posibilidades—. ¿Cuánto tiempo tengo para tomar una decisión?
—Ya no tienes tiempo.
Justin era joven y apuesto y, en sus brazos, se sentía segura y protegida. Era un amante maravilloso y podría ocuparse de ella. Y lo más importante, ella estaba locamente enamorada de él.
Amoldó sus labios a los de ella y la besó con una dulce pasión, y ella se sintió como si estuviera oyendo esa vieja canción de country. «She was... the happiest girl in the whole U.S.A.». 
También quería hacer feliz a Justin. Desde que mantuvo las primeras relaciones con el sexo opuesto a los quince años, _______ se había transformado como un camaleón para convertirse en lo que fuera que su novio de turno quisiera. En el pasado había hecho de todo, desde teñirse el pelo de rojo a machacarse el cuerpo en un toro mecánico. _______ siempre había hecho un extraordinario esfuerzo por complacer a los hombres de su vida para que no les quedara otro remedio que amarla.
Puede que Justin no la amara en ese momento, pero terminaría haciéndolo.

Simplemente irresistible {Justin Bieber & Tu} TERMINADAWhere stories live. Discover now