Capítulo 8: "Demonius Pendejorius"

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«Amelia, ¿me harías el honor de tener mis hijos?»

«Jack, pensé que nunca me lo pedirías».

«Genial, los paso a recoger a las nueve».


La mano de la realidad me da tremenda cachetada, pero no solo eso, también me rompe un par de costillas. Aún en el suelo sigue golpeándome. La realidad es tremenda arpía.

No solo me obliga a rememorar el fiasco de mi primera cita con Jack, sino que lo evoluciona en su nivel más alto.

Esto es código negro: la extinción de Amelia.

—M-M-Max.

No recuerdo que alguna vez haya tartamudeado, las palabras me suelen salir fácil, claro que otra cosa sería poder detenerlas. Vomitar palabras es lo mío. O lo era. En estas últimas semanas he tartamudeado dos veces, DOS VECES, y es por culpa de este.

—Toma asiento.

Claro, él sí suena tranquilo, confiado, como si no le afectara que se trata de mí. Por alguna razón eso me ofende. Yo estoy aquí toda mensa y él luce tan seguro de sí mismo. Me dan ganas de golpearlo. Pero no puedo.

Es el abogado.

Rodeo la ovalada mesa larga, que conforma prácticamente la sala entera, hasta llegar a la silla que él me ha señalado, la que está frente suyo. Al sentarme, mis huesos tintinean como campanas, y mis órganos tiemblan como gelatina.

Ahora sí que se me han quitado las ganas de ir al baño.

Con tantas preguntas que quiero hacer, me mantengo callada, no creo que existan las palabras correctas que puedan explicarme lo que sucede aquí. Sin importar el sentido que pueda tener esto, no hay forma de que llegue a aceptarlo. No con él.

Demonios, debo calmarme.

—¿Nombre completo?

—¿Ah?

—Dígame su nombre.

—¿Mi nombre?

—Sí.

—¿Quiere que le diga mi nombre?

—Eso dije.

Entorno los ojos, y lo miro como si le acabara de salir una tercera nariz. Si bien esto me resulta extraño, el que se comporte así solo lo hace más confuso.

No me digas que... ¿se ha tomado en serio lo que le dije el otro día? Ah, así que así son las cosas, yo lo veo como un extraño y él me ve como una extraña. Entiendo, entiendo, y es justo lo que quiero así que...

—Amelia Thompson.

—¿Edad?

Qué te importa.

—Veinticuatro.

—¿Fecha de nacimiento?

Ve a preguntarle a tu abuela.

—Diez de noviembre.

Así que no les bastó con la cita con Jack, ¿eh? También tenían que traerlo a mi trabajo, ¿eh?

Freno y, con una cara enojada, miro al techo.

—¡A ustedes les estoy hablando! ¿Por qué carajo me lo traen aquí?

No tengo idea de a quién les estoy gritando, pero ese techo es el único con el que puedo desquitarme, que hasta me han quitado la oportunidad de hacerlo con el causante de esto ¡porque es el maldito abogado!

¿Me van a dejar hablar? [Presente MVDH #1]Where stories live. Discover now