Capítulo 19: "¿Sería malo castrarlo?"

28.9K 1.3K 33
                                    

«No tardaré, te lo prometo».

«Más te vale, no quiero darte una paliza en mi cumpleaños».

«Sería un honor recibir una paliza tuya».


Reanudo la furia loca interior, con muchas más ganas de destriparlo.

Saco la fuerza del tigre hambriento unido al psicópata asesino, y arranco la manija de un solo tirón. Con la sensación maligna emanando de mi cuerpo, avanzo hacia él, decidida a cumplir la profecía.

Consigo que vaya retrocediendo de miedo.

—Vuelve a esposarme —amenazo con voz siniestra— y te castro.

Salgo de la sala haciendo ruido en cada paso, con la confianza similar a la que debe tener el presidente.

—Amelí.

Sin querer me detengo. Este Demonius descarado no se da por vencido.

Doy media vuelta lista para acabarlo de una vez por todas.

—Tengo que devolver esas esposas —dice con molestia.

Jala el objeto mencionado, con el tacto de un traumatólogo listo para romperme los huesos.

—No me iré hasta ganarme dos cosas —empieza diciendo, y mi mano es liberada—. Tu perdón y tu confianza. Y no me iré hasta conseguir ambas. —Se acerca y alejo mi cabeza ya que mi cuerpo no responde—. Puedes intentar escapar todo lo que quieras, y hasta evitarme si así lo deseas, pero no me detendré, lo quieras o no.

—¿Es esa una amenaza?

—No. —Su sonrisa me perturba—. Es una promesa.

Con las esposas y la manija en sus manos, regresa por donde vino. Abro la boca con ganas de insultarlo, pero solo me salen quejidos frustrados. Un dolor de cabeza hace aparición.

Me giro para continuar mi camino, aunque arrastro los pies ya que estoy exhausta.

Freno al ver a Susana a unos cuantos metros de distancia. Su gesto es una combinación de molestia y decepción, lo que basta y sobra para clavarse justo en mi pecho y provocar que me sienta la peor persona del mundo.

Entro a la oficina, pero no la encuentro, no está en ningún cubículo ni por el tanque de agua. Salgo de allí y voy al segundo lugar en el que podría encontrarle.

Está parada preparando en silencio sus famosos sándwiches. Entro con cuidado, sin querer molestarla en su concentración. Llego a la cafetera y lo enciendo. Toco sus bordes mientras busco alguna manera de iniciar la conversación.

—Susana, quisiera...

—¿Seguir mintiendo? —termina por mí.

Sé que ya se ha girado para verme al momento en que dijo eso, pero me entra el pánico y termino haciendo lo mismo con lentitud. Está seria, pero no la usual seriedad, es una peor y que jamás he visto en ella. La he decepcionado, lo sé. Lo merezco.

—Porque es obvio que tú y ese abogado tienen algo. Nos lo ocultaste y hasta nos mentiste en la cara.

—Susana —le imploro.

No la culpo por el malentendido porque cualquiera lo hubiera visto de ese modo. Y eso me produce aún más dolor, porque ella no es cualquiera, fue la primera amiga que hice, la primera que me recibió con los brazos abiertos. Me ayudo a acomodarme, a soportar el trato de Diego, y me consoló sobre mi amor no correspondido hacia Jack.

—¿Qué? —Demonios, ¿cómo es posible que una simple palabra doliera más que una patada en las partes nobles?

Tengo que decírselo, merece saber la verdad. Por más promesas que me haya hecho de no volver a mencionarlo, ella merece escucharlo. Es mi amiga.

¿Me van a dejar hablar? [Presente MVDH #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora