Capítulo 26: "Colonoscopia con un lápiz labial"

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«Vamos de compras».

«¿De compras? Yo estoy bien así».

«Amelia, puedo ver todos tus dedos del pie».


—Podría decirle que tengo que trabajar.

—¿Un domingo?

—Varios trabajan los domingos.

—Jack seguro le dijo que tú no.

—¿Me vino la regla?

—Ponte un tampón.

—¡Me quedé ciega!

—Aún te quedan otros cuatro sentidos suficientes para ir.

—No estás ayudando. —Me levanto de la silla y empiezo a andar de un lado a otro por la cocina.

Tengo que pensar en algo, una buena excusa para no ir a ese endemoniado encuentro con la mujer del endemoniado cuerpo. ¿Pero cuál? ¿Cuál es esa justificación que me podrá sacar de esto?

—¿Y si le digo que estoy embarazada?

—¡¿Lo estás?! —Susana se exalta y da un brinco para quedar de pie.

—Podría —digo sin mucho convencimiento—, tal vez lo esté, pero no me he dado cuenta.

Su rostro vuelve a su estado neutral y regresa a su asiento.

—¿Y cómo quedaste embarazada? ¿O también pasó sin que te hayas dado cuenta?

—Ya sabes cuánto me gusta el vino, seguro que... —dejo de hablar por lo ridícula que estoy sonando—. De acuerdo, pensaré en algo más.

—Podrías decirle que tienes sífilis —propone luego de darle un sorbo a su té.

—Eso solo funcionaría si quisiera espantar a un hombre que me tiene ganas. —Niego con la cabeza—. Tiene que ser algo más... explosivo. —Me detengo y la miro— ¿Y si le digo que soy una lesbiana adicta al sexo que no ha tomado su medicina?

Mi amiga se sorprende tanto que se atraganta con el líquido que aún estaba pasando. Me acerco a ella y le palmeo la espalda. Cuando se tranquiliza suspiro y sigo andando por la cocina de mi departamento.

—¡Ya sé! —Doy una palmada, me detengo y sonrío—. Voy una hora antes al centro comercial, sin que nadie me vea uso un encendedor para activar los aspersores y traigan a los bomberos creyendo que hay un incendio, entonces cuando se den cuenta que era una falsa alarma me tumbo al suelo para fingir que se me metió un demonio y tengan que llamar a un sacerdote para que me santifique, pero les diré que solo estoy sufriendo de epilepsia y terminarán trayendo a un médico, para cuando llegue yo ya me habré muerto y no podré ir a reunirme con la modelo.

—De acuerdo, eso suena bien.

—¿En serio? —La miro con ojos esperanzadores.

—No.

—Ou —digo desanimada.

Me cruzo de brazos y acaricio mi larga barba imaginaria, esperando que me ayude a pensar.

Trueno los dedos al prenderse el foco imaginario. Me aproximo al lavadero, agarro el rociador movible y me vuelvo hacia Susana para sonreírle.

—Ya sé lo que haré, me mojaré hasta enfermarme.

—No estarás hablando en serio. —Enseña una cara larga y aburrida.

—Es brillante. —Sonrío como quinceañera enamorada y agarro el rociador del lavadero—. Es la solución a todos mis problemas.

¿Me van a dejar hablar? [Presente MVDH #1]Where stories live. Discover now