Capítulo tres

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VÍCTOR

Me acorralan contra la pared. Quiero defenderme de alguna manera para poder huir, pero son demasiados. Sé que es imposible escapar, pero aún así, miro a mi alrededor con desesperación, intentando encontrar una salida.

— Vaya, vaya, mira quien ha vuelto — se burla la más joven de las dos chicas, que si no recuerdo mal, se llama Tracy.

— Con lo bien que se estaba sin ti... En fin, qué se le va a hacer — murmura divertido Zac, que es el líder del grupo —. Tendremos que encargarnos de ti. Entiéndenos, eres una amenaza para la sociedad, psicópata.

Sus palabras están pensadas para hacer daño, y sin embargo, no me hieren lo más mínimo. En un pasado lo hacían. Pero ahora he aprendido a ser indiferente a lo que la gente diga o piense de mí.

— Los rumores dicen que acabaste en el manicomio por matar a alguien. Al principio no me lo creía, pero los periódicos no mienten — comenta con crueldad la otra joven, Allison.

Intento no mostrarme sorprendido. No recuerdo muy bien por qué decidieron que tenía un problema mental y era peligroso para el resto del mundo, pero es imposible que sea por haber asesinado. Yo no soy así.

No puedo dejar que esto me afecte. Están intentando tocarme la fibra sensible, hacerme llorar. Y no tengo intención de darles esa satisfacción. Solo están diciendo cualquier tontería que creen que me dolerá.

— No me jodas — suelta impresionado un chico pelirrojo, del que no recuerdo el nombre —. ¿Este pringado se ha cargado a alguien? Tiene que ser una broma.

Tracy ríe, mientras asiente repetidas veces con la cabeza.

— Suena increíble, lo sé — dice, mirándome con desprecio —. Con lo delgaducho que está. Si apenas puede tenerse en pie. ¿Es que tus papás no te dan de comer?

Zac sonríe, intentando contener la carcajada que lucha por salir de sus labios. Se inclina hacia mí y me agarra con fuerza de la barbilla, obligándome a sostenerle la mirada.

— No seas tonta — susurra —. Sus padres se largaron en cuanto le llevaron al loquero. Aunque quién les culparía. Debía de ser duro vivir con este bicho raro. Seguro que estaban deseando marcharse, y en cuanto tuvieron una oportunidad, la aprovecharon.

— Que razón tienes. — habla Liam, que había estado sorprendentemente callado —. Solo con mirarle me entran arcadas. Nadie sería capaz de quererle.

Allison y Tracy cubren sus bocas, incapaces de contener las risas que escapan con fuerza, hasta hacerlas temblar.

Yo sigo inexpresivo. Y ciertamente, no me cuesta nada mantener la compostura.

Todo lo que han dicho lo tengo más que asumido. Sé que nunca les importé a mis padres y que por eso me dejaron sin el más mínimo remordimiento. Que ellos intenten usar eso en mi contra solo me confirma lo que ya sabía. Son unos hipócritas.

— No reacciona — farfulla el pelirrojo, confuso.

— Qué raro. Hace cuatro años, ya estaría hecho un ovillo en el suelo, llorando como el imbécil que es — comenta Liam.

— No te preocupes — le interrumpe Zac —. Conozco una manera para que vuelva en sí.

Todos sonríen con maldad y sé de antemano que van a pegarme. Ya lo hacían antes, pero estoy seguro de que esta vez va a ser peor. Han crecido considerablemente, y parecen ser mucho más fuertes.

DarknessWhere stories live. Discover now