Epílogo

93 7 19
                                    

Oscuridad.

Da igual lo que digan otros demonios o el mismísimo Consejo. Esa es la mejor palabra para describir a Hydria. A pesar del cielo rojo, de los muchos colores que a veces llevan los demonios. Todo aquí está rodeado de negro, de decadencia, de muerte. Aunque supongo que teniendo en cuenta que ninguna de las personas que habitan aquí están vivas, no es algo tan descabellado.

No estoy muy segura de cuánto ha pasado desde que Víctor se fue. Solía basarme en el tiempo humano para averiguar ese tipo de cosas. Pero ahora que no puedo ir, no tengo ni idea. Creo que han sido años. No muchos. Quizá tres. Aunque como ya he mencionado, no lo sé, y puede haber sido una década.

Ya no duele tanto como antes. A veces es difícil seguir, cuando me acuerdo de su sonrisa, su pelo, sus besos. Pero he aprendido a vivir con ello. También ayuda el pensar que él está bien. Que está viviendo la vida que se merece.

Aún le quiero. Y es posible que nunca deje de hacerlo.

Es una de las razones por las que dejé mi otro trabajo. Ni siquiera me agradaba mucho en primer lugar. Lo acepté porque me daba libertad de vez en cuando y supongo que intentaba demostrarme algo a mí misma. Además, tener sexo cuando se es un demonio es agradable. Sentimos el placer de una manera distinta a los humanos. Nos es más necesario, más intenso.

Pero ahora solo hay una persona con la que me gustaría tener ese tipo de intimidad. Y mi protegido no está aquí, así que he tenido que dimitir.

Me limito a cumplir recados del Consejo. Solo que ya no consisten en salir al exterior o buscar alimento. Ni siquiera puedo romper las reglas de vez en cuando como solía hacer porque ahora me tienen en el punto de mira. Tengo que tener cuidado con lo que hago.

Mi relación con Cyntia ha mejorado. Sigue sin ser parte de mi familia y creo que nunca volveré a pensar en ella como una verdadera hermana, pero al menos ya no la desprecio. Me he vuelto más amable, en general. Sigo siendo despiadada cuando es necesario y todavía me temen, pero ahora mi reputación está por los suelos a causa de que estuve con Víctor. Total, no es que me importe demasiado.

Mi vida es bastante miserable. Es como estar en una prisión. Debo obedecer siempre, cuidar mi lenguaje y actuar con el máximo respeto. Eso por no mencionar que no puedo salir de Hydria. Hasta tengo prohibido ir a ciertos sitios de mi propio mundo. Aunque sin duda lo más insoportable es no poder ver a Víctor.

Orion es de las pocas cosas buenas que tengo ahora mismo. Sin embargo, tampoco puedo disfrutar del todo de ello porque desconfían de él. Ya lo hacían antes, mas ahora es incluso peor. Así que cuando nos reunimos nos vigilan a ambos como si fuéramos delincuentes, por lo que no podemos hablar de cosas verdaderamente importantes.

Ahora mismo estoy en la frontera. En la zona más alejada de mi apartamento (que ahora es solo mío) a la que me dejan ir. No hay nada a mi alrededor, a parte del silencio. Estoy tumbada, observando el cielo y echando de menos las estrellas. Me pregunto si será de noche en el mundo de los humanos. Me pregunto si Víctor estará mirando al cielo también. Me pregunto si todos ellos estarán haciéndolo.

Les echo tanto de menos.

Dejo escapar un suspiro y cierro los ojos. Apenas llevo así unos minutos cuando lo noto. Hay una presencia cerca de mí, muy cerca. Y sé que no es alguien conocido porque reconocería su esencia, su olor. Todo mi cuerpo se pone alerta y abro los ojos de golpe, mientras me incorporo rápidamente.

Doy una vuelta sobre mí misma y echo un vistazo al paisaje que me rodea, intentando averiguar el escondite del demonio que me contempla. Sin embargo, no sirve de nada, puesto que como ya he dicho, no hay absolutamente nada aquí. No hay lugar donde camuflarse.

DarknessWhere stories live. Discover now