Capítulo quince

90 12 51
                                    

VÍCTOR

Tener a Lynn y a Dean en mi casa no me agrada lo más mínimo. El joven es bastante amable, eso debo admitirlo. Pero ella es cortante constantemente y me mira con asco, como si fuera una especie de bicho molesto. Si no fuera por su protegido, que parece calmarla con solo tocarla, creo que ya se habría lanzado sobre mí.

Suspiro por enésima vez y me remuevo un poco en mi sitio, mientras subo la manta que me tapa hasta la barbilla. Estoy acurrucado en un extremo del sofá. Dean y Lynn están en la otra punta, sentados muy cerca el uno del otro. Noto el afecto mutuo que se tienen, y supongo que debe ser por el vínculo que comparten, porque no me explico que alguien pueda aguantar al demonio de ojos rojos.

—Sabes, se me hace raro que no hayas preguntado nada acerca de la misteriosa desaparición de Thalia —comenta Dean, intentando entablar conversación. Después de lo mal que salió la última charla, me sorprende que haga el esfuerzo.

—No vas a decirme nada, así que, ¿para qué intentarlo? —respondo, encogiéndome de hombros.

—Bueno, siempre puedo mostrártelo —suelta Lynn, mientras una sonrisa juguetona se hace presente en sus labios. He estado ignorando sus palabras estas dos horas, pero lo que acaba de decir ha llamado mi atención.

—Lynn no —murmura él, mirando a la chica con los ojos entrecerrados, advirtiéndola. Ella bufa y se cruza de brazos, dando a entender que va a dejar el tema.

Pero yo no quiero que lo haga.

—Espera —pido, haciendo que la atención de ambos se centre en mí—. ¿Puedes... puedes hacer eso? Llevarme allí, quiero decir.

—Sí.

—No.

Los dos hablan al mismo tiempo y en seguida se observan con molestia. Parecen a punto de enzarzarse en otra de sus discusiones, y yo no tengo tiempo para esto.

—Escucha, Dean. Sé que Thalia no quiere que me entere de su supuesto trabajo ilegal ni de lo que hace, pero estoy preocupado por ella. Se supone que confía en mí, o eso creo, y a pesar de ello no hace más que ocultarme cosas. Además, en Hydria la buscan y aunque me aseguró que todo iría bien... No sé. Quiero asegurarme de ello —digo con un tono casi suplicante.

Esta semana me ha estado atormentando todo el tema del psiquiátrico y de Christopher Stewart, pero no consigo acordarme de nada. Intento hacer memoria, mas no consigo recordar. Más de una vez he querido contárselo todo a mi protectora, con la esperanza de que ella supiera algo o me ayudara. Sin embargo, siempre terminaba por echarme atrás. Y ahora que se ha ido y existe la posibilidad de que la ocurra algo, solo deseo llegar hasta ella y explicarle todo.

En realidad, me basta con estar a su lado y hablar de cualquier cosa. La echo de menos, por estúpido que suene. Su ausencia es casi palpable y noto un extraño vacío en el estómago.

—Lo entiendo, Víctor. De verdad que sí. Es más, apuesto a que sientes como si te faltara algo. Esa sensación es por vuestra conexión. La unión está hecha para que las personas que la comparten se mantengan juntas, y la distancia afecta a esto de una manera extraña —farfulla Dean, con voz comprensiva—. Pero le dije a Thalia que le guardaría el secreto y pienso hacerlo.

Le contemplo en silencio, con la mandíbula apretada. Sé que él tiene razón y que debo respetar que mi protectora quiera mantener lo que sea que hace lejos de mi conocimiento. Sin embargo, no puedo hacer eso. La preocupación se mantiene ahí, aumentando por momentos, y no ayuda que yo de por sí sea una persona curiosa.

DarknessWhere stories live. Discover now