a puro dolor.

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Se me cae el mundo a los pies. Creo que jamás he experimentado un sentimiento de dolor psicológico tan intenso en toda mi vida. Siento que me voy a desmayar, me arde la cabeza y estoy mareado. Pero tengo que saberlo. Necesito saber si respira.

Gateo hacia él y a cada paso que doy, más lágrimas ruedan por mis mejillas y más angustiado me siento. Respiro con dificultad y tengo ganas de vomitar, porque el hedor a sangre es cada vez mayor. 

A mi alrededor todo está sumido en el caos. Aunque yo solo puedo centrar mi atención en Ago. Necesito saber que está bien. Necesito que esté bien. 

-Agoney, Micky. Despierta, por favor -le suplico cuando llego a su lado posando mis manos en sus mejillas. 

Le acaricio los pómulos mientras varias lágrimas mías caen en su delicado y pálido rostro. 

Me duele muchísimo la cabeza, hasta el punto de que estoy recordando aquel fanfic que leí una vez llamado Carpeta Vacía, a cuyo autor se le iba la pinza y creaba situaciones muy dolorosas y surrealistas. Lo que está pasando ahora no me extrañaría para nada que lo hubiera escrito él.

-Vuelve conmigo, Ago. Aún no hemos ido ni a Adeje ni a Ibiza juntos, ¿recuerdas? Me lo prometiste -me duele tanto el corazón que río desesperado.

La vida de la persona que más quiero se me está escapando a cada segundo que pasa. 

Es devastador. 

Pero entonces siento y veo su pecho moviéndose de arriba abajo, respirando.

Está vivo.

Yo también vuelvo a respirar. Sin parar ni un segundo de llorar. 

-No diga Ibisa -me responde susurrando con su acento canario.

-Eres tontísimo, Agonía, pero te quiero muchísimo -deposito un suave beso en sus raspados labios, sacándole una leve sonrisa. 

Se retuerce de dolor y nos damos cuenta de que no sabemos dónde le ha impactado la bala. Es una situación aterradora, pero solo podemos esperar a que la ambulancia venga pronto con ayuda sanitaria de urgencia, porque cualquier movimiento en falso podría salirle caro. 

-Yo también te quiero -susurra medio dormido.

-Aguanta, pequeño, los médicos vendrán pronto -le aprieto la mano, nervioso y asustado e intentando que el pánico y la desesperación que siento por dentro no se apoderen de mí.

En ese instante, entre todo el caos, consigo encontrar un momento de calma. Sosteniendo la mano del hombre de mis sueños. 

Pero la calma vuelve a ser interrumpida por un trueno.

-¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! -el grito devastador de Miriam nos hiela a todos la sangre.

carpeta vacía.Where stories live. Discover now