10° Dulce venganza

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Ya se estaba haciendo de noche, y lo único que quería era echarme en una cama y dormir, pero para ello, debía ir a la casa de Mikel. Varias veces me había planteado escaparme e ir a mi propia casa, pero sería un intento estúpido, Mikel me encontraría en menos de lo que canta un gallo.

Salgo por las puertas del enorme edificio en el que trabajo, y como todos los días, veo el coche negro esperándome. Pero hay algo diferente hoy, no está Dave fuera del coche.
Las ventanas tintadas me impiden ver el interior, pero aún así, me adentro en el asiento del copiloto.

—Hola Dave, ¿por qué...? —Callo al ver a un Mikel enfadado y mirándome con rabia.

—Tú nunca aprendes... —Lo dice en un tono que no había escuchado en él antes. Trago saliva y antes de decir nada, arranca el coche y conduce con una velocidad superior a la permitida.

Mi corazón late fuerte contra mi pecho, ni siquiera me ha dado tiempo a ponerme el cinturón.

—¡Mikel! ¿Quieres frenar? —Me cojo del pequeño mango que hay en el techo del coche para intentar no pegarme un buen golpe cuando gira a la derecha con un movimiento brusco y frenando al instante.

El coche queda quieto y fuera no puedo ver más que el polvo levantado por las ruedas.

—¡¿Pero a ti que coño te pasa?! —Le grito incrédula.

—Sal del coche. —Dice en un tono calmado.

Le miro confusa. ¿Qué salga del coche? Miro hacia el exterior, estamos en medio de la nada, en un descampado.

—No voy a salir del coche. Estas loco. —Le replico con seguridad.

—Te - he - dicho... Que salgas del maldito coche. —Alza su voz amenazante mientras me mira de reojo.

Me quedo estática en mi sitio, no pienso salir, no pienso dejar me deje aquí tirada.

Se desabrocha su cinturón mientras maldice por lo bajo y sale del coche. Me quedo en mi sitio viendo como rodea el capó y abre mi puerta con fuerza.

—Última vez. —Aprieta su mandíbula mientras sus ojos me miran, y aunque sean negros, puedo jurar que desprenden fuego.

—¿Por qué quieres que salga? ¿Qué vas a hacer? —Mi respiración se acelera.

—¡Sal! —Grita impotente.

Al no dar ningún tipo de respuesta, adentra su torso en el coche cogiendome de la cintura y obligandome a salir. Intento resistirme lo más que puedo, pero me es imposible, él es mucho más fuerte que yo.

Cierra la puerta y me empuja contra esta poniendo sus manos a ambos lados de mi cabeza.
Miro sus ojos con temor, intentado pensar por qué está así, pero es imposible, su mirada es indescifrable.

Acerca su cara al hueco de mi cuello y empieza a besarlo con desesperación. Me tenso bajo su toque, sus labios, su lengua jugando sobre la piel de mi cuello.
Intento quitármelo de encima con mi manos, pero lo único que consigo es que él bajé las suyas hacia mis caderas y me apriete contra él mientras sigue concentrado en mi cuello. Siento sus dedos hundirse en mi piel y una sensación de excitación me invade. Y me odio por eso, ¿por qué mi cuerpo reacciona de esta manera?

—Nunca me haces caso. —Se aleja de mí cuello para mirarme fijamente a los ojos.

—¿Qué? —Me atrevo a cuestionar.

—Te dije que nunca más te acercaras a ese chico. —Aprieta su cuerpo contra el mío. —¿Y lo primero que haces es follartelo? —Suelta un risa sin gracia.

Lo hice por él [Venganza #2]Where stories live. Discover now