21° El juicio

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—Dave te llevará. Lyra y yo vamos a estar presentes desde el inicio. —Mikel me informaba mientras hacía el nudo de su corbata con tal destreza que era obvio que no era su primera vez con traje. —¿Sabes lo que tienes que decir? —Me miró a través del espejo. Asentí. —Bien, después de esto seremos libres... Serás libre. —Sonríe abotonandose su americana.

—Sí... —Digo con evidente tristeza.

—¿Qué pasa? ¿A caso no es lo que querías desde un principio? ¿Ser libre?

Tenso mi mandíbula, no me podía decir eso, no después de haber estado meses conviviendo con ellos, no después de haberme acostumbrado a ellos.

—A las ocho empieza el juicio, Dave te llevará a las nueve menos cuarto, lo suficiente para que te enteres del juicio antes de testificar. Aparacaré enfrente de los juzgados, las llaves estarán puestas, tú solo espérame. —Se acerca a mí y acuna mi cara entre sus manos. —Lo harás bien. —Besa dulcemente mis labios antes de irse.

—No pretendas que quiera ser libre después de esto. —Toco mis labios aun sabiendo que no lo ha escuchado.



  

Camino por los anchos pasillos de los juzgados hasta dar con la sala en la que se celebra el juicio de Devon.

Suspiro colocandome la falda de tubo y mi camisa blanca antes de abrir las puertas.

—Quería explicaciones. Quería saber por qué lo había hecho. Si alguna vez me había querido. Pero con su rechazo me lo dijo todo. No le importaba en absoluto. Él solo me había despreciado. —Hablaba Chanel quien estaba en el estrado. —No le importó dejarme en aquel callejón malherida. —Sorbe su nariz. Una actuación bastante convincente.

Chloe era quien la estaba interrogando, en la mesa del demandante estaba sentado Alex con una sonrisa en su rostro, y en la del demandado, Devon, solo podía ver su pelo engominado hacia atrás. 

Me senté en un banco y busqué entre la gente con mi mirada a Mikel, le encontré al lado de una cabellera pelirroja, Lyra.

Yo solo contaba los minutos para testificar e irme por donde había venido.

El juez llamó a Lyra provocando que mi nerviosismo aumentase. Me llevé la mano a la boca y empecé a morder mis uñas a la vez que movía mi pierna en un tic nervioso.

Por el rabillo del ojo vi a alguien que se giraba, mi mirada conectó con la de Mikel quien me sonrió para intentar tranquilizarme.

—La última testigo es Nina Soley.  —El juez pronuncia mi nombre y como si tuviera un resorte en el culo me levanto.

Camino con la cabeza gacha intentado repetir en mi mente lo que debía decir. De reojo, veo a Chloe, puedo imaginarme su boca abierta por la sorpresa, incluso podía sentir su odio hacia mí.

Lo siento.

Me siento en el estrado con la mirada al frente, no quiero mirar a nadie en concreto, ni a Mikel, ni a Chloe, ni a Devon.

—Yo me acosté con Devon. —Comienzo a decir de memoria. —No puedo decir que me enamoré de él. Pero si puedo decir que apenas tuvo consideración conmigo. —Sentía la mirada de todos sobre mí, pero la que sobresalía de entre todas por estar quemandome con su mirada, era la de Chloe. —Un día nos volvimos a reencontrar y ni siquiera me saludó. Ni siquiera me reconoció. Lo único que puedo decir con certeza es que Devon es incapaz de amar.

Finalizo con un nudo en la garganta y me levanto, no dudo en buscar a Mikel y sentarme a su lado. Me coge la mano y la aprieta.

—Ahora el jurado procederá a debatir la declaración del acusado. —Finaliza el juez con un par de mazazos. El jurado se va a una sala y el murmullo en la sala empieza a hacerse notable.

—Lo has hecho muy bien, preciosa. —Me besa la frente.

Miro a Chloe quien está demasiado quieta en su asiento.

Minutos después el jurado sale y se sienta en los bancos. Mikel aprieta con más fuerza mi mano, sé que él también está nervioso.

—¿Cómo se le declara al acusado? —El portavoz del jurado se levanta ante la pregunta del juez.

—Al acusado se le declara... —Deja unos segundos de tensión. —Culpable.

La presión en mi mano cesa, pero una nueva se crea en mi pecho.

El juez da un par de mazazos después de decir la condena de Devon: cinco años de cárcel sin fianza, y además tiene que pagar una indemnización a Chanel.

—Lo logramos. —Todos se levantan y Mikel coje mi cara para plantarme un beso en los labios que no puedo disfrutar.

Giro mi cabeza viendo a Devon caminar entre los policías que se lo llevan. Y Chloe... Está destrozada, está llorando.

Quiero salir de aquí, las ganas de llorar al igual que Chloe me invaden.

Salgo corriendo por la puerta hacia el exterior. Me paro a un lado de las escaleras y me cruzo de brazos mirando al horizonte. Pensando en lo que hubiera pasado si yo me hubiera negado desde un principio. Seguramente Mikel hubiera cumplido su promesa, me hubiera desechado y se hubiera conseguido a otra para hacerlo. De un modo u otro el destino de Devon estaba en manos de Mikel.

—Nina.  —Escucho una voz fuerte a mis espaldas.

Me giro viendo a Chloe con los ojos rojos por haber llorado, algo que me parte el corazón.

—¿Por qué? —Pregunta sin más, sé a qué se refiere.

—Él no era bueno para ti, Chloe. —Suelto. Eso no lo sé, alomejor Devon si era bueno para Chloe.

—¡Y tú qué sabes! ¡No tienes derecho a decidir sobre mí vida! ¡No tenías derecho a mandarle a la cárcel! —Sus palabras me duelen, claro que me duelen, porque yo misma me he dicho eso varias veces.

—Estarás mejor sin él. —Me limito a decir.

No lo estará, yo no estaría mejor sin Mikel.

Diviso el coche de Mikel y me monto en él, y sin esperarle, arranco. Quiero evadirme de todo lo que me rodea, no quiero pensar.

Minutos después, una llamada entrante me desconcentra.

—¿Dónde estás? Te dije que me esperaras. —Habla enfadado.

—Necesitaba un tiempo a solas. —Suspiro dando media vuelta y encaminandome hacia los juzgados.

Te espero. —Cuelga la llamada y suspiro.



Yo sentada en el asiento del copiloto y Mikel conduciendo, sumidos en un silencio desgarrador.

—¿Te llevo a casa? —Esa simple cuestión me confunde.

¿A qué casa? A la que he estado viviendo estos últimos cinco meses, o a mi antigua casa.

—Llévame a nuestra casa. —Digo algo cansada.

En el silencio del coche me pongo a repasar todo lo vivido estos meses. En un principio Mikel había sido un completo capullo, y podría haberle hundido, pero ¿por qué le ayude? ¿Por qué no escapé cuando podría haberlo hecho? ¿Por qué no llamé a la policía para que le arrestaran? Y entonces, entre todas esas preguntas, una respuesta lúcida se instala en mi mente callando todas aquellas cuestiones que vagaban por mi mente y es que era bastante clara.

—Te quiero.

Lo hice por él [Venganza #2]Where stories live. Discover now