22° Te quiero (Final +18)

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-¡¿Qué?! -Mikel gira su cara bruscamente para mirarme. -¡No! No me puedes decir eso cuando ya todo ha acabado. -Parecía molesto, demasiado diría yo.

-Mierda, Mikel mira a la carretera. -Obedece. -No puedes pretender que después de haber vivido juntos cinco meses, me vaya así como si nada. No es tan fácil. -Me llevo las manos a la cabeza. -Te quiero.

-No, Nina no. -Le miro y veo como tensa su mandíbula. -Escucha, existe una mierda trastorno, el síndrome de Estocolmo. ¿Sabes lo que es? -No me lo puedo creer.

-¿Acaso crees que me tenías secuestrada? Podría haberme escapado millones de veces, podría haber llamado a la policía, podría haber seguido con la denuncia que puso Fred. ¿Pero qué hice en vez de eso? Quedarme en casa a tu lado, mantener el móvil alejada de mí y retirar la denuncia.

Llegamos a casa, sin decir nada baja del coche dejándome sin una respuesta.
Le sigo y entramos en casa, puedo sentir su enfado. No nos movemos del recibidor, nos quedamos ahí por unos segundos hasta que reacciona.

Se gira y prácticamente se abalanza sobre mí dejándome atrapada entre la puerta y su cuerpo. Comienza a besarme con fuerza, de forma algo violenta, algo a lo que no me opongo. Siento su cuerpo pegado al mío, se separa de mi con la respiración entrecortada.

-Maldita sea, te quiero. -Tiene mi cabeza sujeta entre sus manos, estamos a muy pocos centímetros.

Vuelve a estampar sus labios sobre los míos, esta vez sus besos resultaban cada vez menos violentos y más suaves, mi boca se abrió para dejar paso a su deliciosa lengua, mis manos en su espalda, el beso cada vez más intenso y mis nervios a flor de piel.

-Ven. -Me coge por las piernas y me impulso para rodear su cintura con ellas. -Dios... No sabes bien desde hace cuánto tiempo me vuelves loco. -Besa mi cuello mientras subimos las escaleras.

Esta vez entramos a su habitación.

-Espera, espera. -Intento apartarle pero él sigue atacando mi cuello a besos. -¿Y Dave? -Me mira y sonríe.

-Está en la universidad, no sale hasta la una. -Le devuelvo la sonrisa y nos seguimos besando.

Me deja en el suelo y a trompicones vamos a la cama mientras nos deshacemos de nuestra ropa. Sonreímos por nuestra patosidad y me lanza a la cama poniéndose encima de mí.

Dejó un camino de besos húmedos hasta llegar a mi intimidad. Y entonces ya no pude pensar más, mi mente se desconectó y dejé de ser racional. Lo único que podía hacer era sentir, sentir como movía sus dedos sobre mí clitoris y su lengua introduciéndose dentro de mí haciendo que soltara pequeños gemidos. Mis manos van hasta su pelo alborotándolo y tirando de él. Se alejó y subió dejando que su lengua acariciase la piel de mi vientre, pasando por mi clavícula y hasta llegar a mi cuello.

Volví a gemir. -No aguanto más. -Sentenció antes de entrar en mí.

Primero fue despacio, sus ojos negros me atravesaban con intensidad. Comenzó a moverse rápido mientras se mordía primero sus labios y luego los míos. Tuve que cerrar los ojos, tanto placer no cabía en mi interior, era como si mi cerebro se estuviera colapsando con cada embestida suya.
Se recostó sobre sus antebrazos, estaba claro que sus brazos no resistirían más, así que con un ágil movimiento, le giré quedando sobre él y pudiendo tener el control de la situación.
Me sentía poderosa con el, porque con cada caricia que me daba era como si me adorara.
Se inclinó, ahora estaba sentado y yo seguía a horcajadas de él, moviéndome de arriba a bajo, en círculos y de atrás hacia delante. Mientras, sus manos recorrían cada centímetro de mi espalda a la vez que besaba mis pechos, mi cuello, lo quería todo. Y entonces ya no pude más, sentí una ola de calor invadir mi cuerpo, sentí como si explotara, una sensación exquisita. Oí mi propio gemido cómo si proviniera de muy lejos, y el suyo, segundos después. No pude evitar clavar mis dedos en su espalda y morderle el hombro, mientras él apretaba fuerte mis caderas.

Nos quedamos un rato en la misma posición, él seguía dentro de mí, pero necesitábamos recuperar la respiración.
Me besó el hombro con delicadeza y me abrazó fuerte.

-Había olvidado lo que se sentía. -Dijo apoyando su frente en mis pechos.

-¿El sexo? -Hablé sin entender.

-Hacer el amor. -Levantó su mirada y me sonrió antes de besar mis labios. Y tenía, razón, la primera vez que lo hicimos, era simplemente sexo, había tanta tensión acumulada entre nosotros que cuando nos juntamos solo nos dimos placer, pero esta vez era distinto, esta vez había amor, todo el amor que nos resistiamos a transmitir con cada beso, cada abrazo que nos dábamos. Esta vez fue el amor lo que explotó.

Me levanté un poco, lo suficiente como para que su miembro saliera de mí.



-¿De verdad querías que me fuera? -Le pregunté una vez tumbados en la cama.

-No, pero pensé que tú si querías irte. -Bajó hasta la altura de mis pechos y me abrazó, empecé a tocarle el pelo. -Ya sabes... "Sí la quieres déjala ir." -Rió muy bajo.

-¿De verdad me quieres? -Me miró desde abajo y sus ojos negros brillaban.

-Claro que te quiero. ¿Por qué sino iba a romperle la cara a Fred por hacerte llorar? -Río.

-¿Esa es tu definición de querer? -Trato de vacilarle.

-Touche.

-Imbécil.

-Preciosa.

Nos quedamos ahí tumbados durante unas cuantas horas.

-Oye Mikel ¿Tú...? -Dave apareció por la puerta. -¡Hala!

Dijo mirándome de arriba abajo, estaba completamente desnuda, si no fuera por que Mikel me tapaba medio cuerpo con el suyo, ahora mismo estaría muerta de la vergüenza.

-¡¿No sabes llamar antes de entrar?! -Le grita Mikel tapandome con la sábana

-Bueno, ahora estamos en paz, Nina. -Omite la regañina de su hermano y sonríe.

-Pirate. -Le ordena.

-Vale picha corta. -Dice dándose la vuelta. -Yo la tengo más grande. -Murmura y no puedo evitar reír.

-¿De qué te ríes? -Me pregunta. -¿Él la tiene más grande? -Adopta un tono preocupado.

-No me pienso meter ahí. -Levanto mis manos mostrándome neutra.

-Me vas a crear un complejo. -Dice apartando la sábana y mirándosela. Suelto una fuerte carcajada.

-Tú la tienes más grande, cariño. -Miento.

Sonríe y niega con la cabeza como si supiera que le he engañado.

Me besa en los labios, y beso tras beso, hacemos un segundo asalto.

Fin.

Si, una historia bastante corta comparada con la de Demandado, pero lo esencial se ha resuelto. Espero que hayáis disfrutado de la novela tanto como yo lo he hecho al escribirla.
Recordar de que a los que han leído la primera parte, en este libro continuará la historia de Chloe y Devon.

Un besazo, BeSartz.

Lo hice por él [Venganza #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora